Es bailarina desde la cuna. Su misma pasión la llevó a conectarse con otros campos del mundo artístico: a los 15 años comenzó a trabajar en la compañía teatral de Pepe Cibrián. “Como no me alcanzaba el sueldo, compensaba con shows de fiestas de quince, casamientos y Bar Mitzvahs como bailarina y animadora”. El público la conoció en 2010 como bailarina de Showmatch y hoy sigue atentamente su vida sentimental en las revistas y los portales de la farándula. Terminó conquistando el Bailando por un sueño como participante al coronarse campeona del certamen 2015 en pareja con Fede Bal.
Laurita –como se la conoce masivamente– equilibra y difunde gran parte de este trabajo en sus redes sociales, donde pisa fuerte. En Instagram supera los dos millones de seguidores y en Twitter acumula más de un millón. “Hay que actualizarse, porque si no quedás atrasado. Las nuevas generaciones usan otras plataformas más allá de la TV o la radio”, explica y agrega: “Yo le pregunto mucho a la gente de mi edad o más chica desde dónde y cómo prefieren consumir contenido. Está bueno ir a la fuente, que en definitiva, es la audiencia”. Sin embargo, también es consciente del peso que todavía guardan los medios tradicionales. Entiende que tanto la TV y la radio como las redes sociales deben trabajar de manera integral.
“Es un privilegio trabajar de lo que uno quiere”, destaca. A pesar de su apretada agenda, se atreve a otro desafío al frente. Multimediática, fresca y popular es la apuesta de la emisora para atraer a nuevos oyentes y rejuvenecer la marca.
Hiciste mucha TV antes de desembarcar en la radio. ¿Cómo fue ese traspaso?
Estudié radio de más chica, pero nunca me imaginé que lo haría profesionalmente. Hacía programas estudiantiles donde cubría eventos más atemporales por puro hobby. Esa poquita experiencia me sirvió para animarme a este proyecto. Por suerte, estoy rodeada de gente muy profesional y con mucha experiencia. Soy de observar todo para poder aprender constantemente. Además, estoy muy agradecida por la confianza que me dieron en Vale.
Entre Combate y el Bailando no tenés mucho tiempo. ¿Había necesidad de sumar algo más a tu jornada?
Me sorprendió la propuesta y lo pensé mucho. Tenía miedo de no rendir al cien por cien en todos los trabajos, pero me intrigaba demasiado. Sí, tengo una agenda muy apretada… no veo a mis amigas en la semana y tengo que aprovechar cada bache para descansar. Pero si decía que no, me iba a arrepentir. No me quería quedar con las ganas.
Sos una figura muy latente en las redes sociales, ¿cómo las manejás?
Yo manejo todas mis cuentas. Las redes me gustan mucho, todas sirven para conectar desde un lado diferente. Creo que Instagram es más para compartir y mostrar tu vida… un lugar para hacer lindos gestos. Twitter, por ejemplo, es más el aquí y ahora para expresarte. Ahí recibo muchos mensajes de la gente que ve el Bailando o Combate. Además, es muy complementario con la radio. Trato de ser transparente en mis redes. No tienen que ser la perfección, lo vivo como algo más relajado e incluso como la vida misma.
Tenés más seguidores que la radio, ¿te considerás un medio por vos misma?
No considero que las personas puedan ser medios. Pasa por otro lado. Un medio tiene que ver con un sentido más comercial. Las personas te conectan más con la emoción y lo que sentís. Aunque, a veces, también tu contenido sea comercial. Pero no son lo mismo. Las redes sociales se volvieron fundamentales, pero son parte de un todo. No me jacto de la cantidad de seguidores que tengo; si crecieron, es en parte por mis trabajos en los medios de comunicación más tradicionales. Está buenísimo también tener esa individualidad. En mis cuentas comunico lo que quiero. Pero, para mí, se tratan más de compartir que de informar.
¿Cómo te relacionás con el mundo de la música?
La música es parte de todos mis trabajos y actividades. Mi gusto musical es muy amplio justamente por la danza. De la cumbia villera al jazz, siempre me lleva a tener una expresión corporal, la vivo en carne propia. Puntualmente, Vale es una radio que pasa mucha música; hits del momento y canciones románticas. Veo bastante las premiaciones de música, me encantan. Arman unos shows superintegrales. También las mega producciones internacionales como el Super Bowl. Me intriga mucho ver qué hacen artistas como Beyoncé, P!nk o Miley Cyrus en sus conciertos. Los premios más de alfombra, como los Martín Fierro, me aburren.
¿El baile te ubicó donde estás hoy?
Sí, el baile fue la raíz de todo. Yo era muy ansiosa de pensar qué va a pasar en el futuro; y con el paso del tiempo aprendí que hay que tener más calma, disfrutar de lo que uno está haciendo ahora. Uno madura y gana experiencia. Pero desde chiquita bailé y participé de castings para musicales. Caí al del Bailando por unas amigas. No sé si hubiese ido por iniciativa propia. Al final quedé yo y dije: “vamos a probarlo”. Ahí arrancó todo, el programa te da mucha popularidad. En Combate me pasó algo parecido; me colé en el casting porque no me habían llamado [risas]. Pero estoy segura de que hay que estudiar. Las oportunidades llegan pero las herramientas se las tiene que generar uno. Esa es la manera de sostenerlas, porque si no todo te dura un suspiro.
¿Cuál fue tu hit profesional?
Estoy entre dos. Uno fue ganar el Bailando. Fue algo único, una sensación hermosa. La gente no sabe los nervios que te genera el programa antes de salir a bailar. Es mucha adrenalina, pero está buenísima. Otro momento bisagra y fundamental fue conducir Combate.
¿A quién respetás más en los medios?
En primer lugar, a mis compañeros de radio. En televisión, obviamente a Marcelo Tinelli y también me gusta mucho Guido Kaczka, es brillante cómo maneja los tiempos. Después, Cris Morena marcó mi infancia, así que me encantaría trabajar algún día con ella. Uno siempre tiene referentes, son un poco faros. Vero Lozano también, me encanta cómo es, espontánea y graciosa. Y creo que, como todas las mujeres del medio, no puedo dejar de nombrar a Susana Giménez.
Con semejante ritmo de vida, ¿tenés espacio para tu desarrollo espiritual?
Soy creyente, agradezco a Dios. No sé si creo tanto en la iglesia como institución. Pero puntualmente me pasa que me voy a dormir, pienso en todo lo que hago y lo que me gustaría hacer. Eso me mantiene con una meta y un objetivo, que me lleva a seguir trabajando. Siempre que se cumple un sueño, enseguida aparece otro.