A las 20 del miércoles 6 de abril de 1966, The Beatles entraban en Abbey Road para grabar su séptimo álbum de estudio. Revolver se publicaría en Gran Bretaña casi cuatro meses después, el 5 de agosto, y cambiaría el rumbo del rock and roll y de sus carreras, porque abrazaban definitivamente la psicodelia y el uso del estudio de grabación como una herramienta creativa. Ese modo de pensar el estudio como laboratorio puede rastrearse hacia el productor británico Joe Meek, que había comenzado a finales de los años 50 a experimentar con sonidos arrancados de la música contemporánea para volcarlos al pop.
Cada una de las canciones que componen Revolver tiene sus secretos e innovaciones de producción, pero uno de los puntos más importantes del disco comenzó aquella misma noche de abril, cuando Geoff Emerick, el nuevo ingeniero –de tan solo 20 años–, tuvo que lidiar con Tomorrow Never Knows, el tema que dio inicio a la grabación y que, paradójicamente, cierra el álbum. Se trata de una de las canciones más complejas y representativas. Lennon armó la letra a partir de fragmentos de The Psychedelic Experience, un manual escrito por el gurú del ácido lisérgico Timothy Leary, que adapta el libro tibetano de los muertos. Leary planteaba el uso del LSD para potenciar la mente y eliminar el ego. El comienzo de la jornada de grabación fue con diversos loops que después fueron acelerados e invertidos, para generar drones que sumaran texturas a la experiencia mántrica del tema. La premisa era que todo girara en torno a un único acorde. El siguiente desafío al que se vio expuesto Emerick fue lograr que la voz de Lennon sonara “como el Dalai Lama cantando desde la cumbre de una montaña”. Para esto, el ingeniero utilizó un Leslie, un tipo especial de parlante giratorio que entregó el sonido fantasmal buscado. El microfoneo excesivamente cercano a los cuerpos de la batería generó una propuesta hasta entonces irrisoria, que le pudo haber costado el puesto de trabajo al ingeniero por forzar el equipamiento hasta el límite. El último elemento lo entregó Harrison con su tambura, un instrumento de cuerda de la India que daba el toque exótico.
Revolver cambiaría el rumbo del rock and roll y de sus carreras, porque abrazaban definitivamente la psicodelia y el uso del estudio de grabación como una herramienta creativa.
En contraposición, Revolver comienza con Taxman, una crítica directa al sistema impositivo inglés en forma de crudo rock and roll, compuesta por George Harrison. Hacia el siguiente tema, el álbum empieza a sumergirse en composiciones atípicas. Eleanor Rigby es una canción despojada, conformada tan solo por dos cuartetos de cuerda y la voz de McCartney. Fue lanzada como single junto a Yellow Submarine.
Antes de esa edición, por cuestiones contractuales, la banda debía adelantar un single durante la grabación, y la política del productor George Martin era que fueran temas nuevos. La banda disparó con Paperback Writer como lado A, que se distingue principalmente por el trabajo sonoro elaborado alrededor del bajo. Su lado B, Rain, se vio también tironeado a las innovaciones: las bases fueron registradas a un ritmo acelerado y luego reproducidas de manera convencional, consiguiendo una complejidad sonora imposible de lograr en tiempo real.
Hubo otras composiciones de los Fab Four que tuvieron un rol fundamental en el desarrollo de la psicodelia, además de Tomorrow Never Knows. I’m Only Sleeping incluye solos de guitarra reproducidos al revés; y Love You To, compuesto por Harrison, amplifica las ideas de Norwegian Wood, canción de Lennon grabada en el disco anterior, Rubber Soul, donde apela al sitar. En esta ocasión el instrumento toma las riendas para llegar a competir con los estadounidenses The Byrds y su himno Eight Miles High, que había salido unos meses atrás y que planteaba las bases del raga rock.
La portada de Revolver fue diseñada por un viejo amigo de la banda, Klaus Voorman, a quien conocieron en su gira de iniciación, en Hamburgo, antes de grabar sus primeros álbumes. La idea del artista fue focalizarse en el pelo de los músicos e ilustrarlos de memoria mientras hacía un collage de imágenes. La frescura y el ingenio de la imagen lo hizo ganador del Grammy a la Mejor Portada.
Hace 50 años, el cuarteto de Liverpool editaba el álbum que lo afirmaba en su madurez musical.
En Revolver, los Beatles plantearon adelantos técnicos experimentando de manera lúdica.
Tras el lanzamiento del disco, la banda emprendió su última gira, pero lejos de ser una estrategia de difusión, los Fab Four no interpretaron ninguna de estas nuevas canciones. Su complejidad sonora hacía imposible el replicarlas en vivo. Fue una de las razones por las que el cuarteto se reinventó como un proyecto de estudio con el que seguirían experimentando durante casi media década más. Revolver fue el punto de partida de esa nueva etapa.