“A vos te caería bien mi papá”, me dice Lana Del Rey cuando entramos a su casa de Los Ángeles, lugar donde ha sido pautada la entrevista. Acaba de hablar con él por teléfono; sus padres la van a ir a visitar. Él es un corredor de bienes raíces, y su mamá una maestra de inglés cuya pasión es leer libros de historia. Del Rey vive ahí con su hermana más joven, Caroline Grant, una fotógrafa a la que le dicen “Chuck”. Ella cuenta que su hermana quedó tan impactada con la energía y las emociones de los fans durante los conciertos que ya no les saca más fotografías a ellos. “Mi papá es el tipo que usa camisas hawaianas perfectas y shorts haciendo juego –explica Del Rey–.
Del Rey nació en Lake Placid, Nueva York. Fue bautizada con el nombre de Lizzy Grant y a los 18 se mudó a Manhattan. “Durante siete años compuse canciones sexy sobre el amor –cuenta–. Esa fue la etapa más alegre de mi vida”. La pantalla en la cual muchos personajes anecdóticos han sido proyectados (el rico prepotente, el antifeminista suicida, el mórbido aficionado) se ha transformado en un ícono casi religioso de espectral seducción. Es un fenómeno global, forma parte de las conversaciones nacionales y del paisaje sonoro y cultural. Nielsen Music coloca las ventas totales de su álbum Honeymoon en los Estados Unidos en 2.5 millones, y sus videos han sido vistos cientos de millones de veces.
¿Pensaste en escribir algo propio? Dispararle al helicóptero de los paparazi en tu video High by the Beach fue idea tuya, ¿no?
Sí, lo fue. Me gustaría escribir un libro algún día. ¡Pero se necesita un comienzo, un medio y un final! Puedo hacerlo por cuatro minutos, pero no estoy muy segura sobre el libro.
Tu canción God Knows I Tried encaja en algo entremedio entre God Only Knows, de los Beach Boys, y Hallelujah, de Leonard Cohen. Pienso en Cohen debido a esa línea “Even though it all went wrong” [a pesar de que todo fue mal].
Me encanta Leonard, porque siempre habla de las mujeres. De mujeres y de Dios.
Y ¿va todo mal?
A veces es difícil para mí pensar en seguir adelante cuando sé que vamos a morir. Algo pasó en estos últimos años con mi pánico…
Había escuchado que eras propensa a eso.
Empeoró. Pero siempre fui propensa. Recuerdo cuando tenía creo que cua tro años y acababa de ver un show en la televisión donde la persona se había muerto. Fui hacia donde estaban mis padres y les pregunté: “¿Todos vamos a morir?”. Me dijeron que sí. ¡Y me afligí tanto! Comencé a llorar y les dije “¡Tene mos que mudarnos!”.
¿Cómo lo llevás adelante?
Fui a ver a un terapeuta, tres veces. Pero en realidad estoy más cómoda si me siento en la silla del estudio y compongo y canto.
A veces es difícil para mí pensar en seguir adelante cuando sé que vamos a morir. Algo pasó en estos últimos años con mi pánico…
El pánico no durará para siempre.
No, pienso que no, pero… a veces solo querés poder mirar el paisaje. Creo que soy como mi madre, en el sentido de que hago pequeñas listas. Para calmarme. Me conforto diciendo “Si termino esto, entonces haré esto otro”. Salgo a caminar por la playa, o me voy a nadar y me sorprendo de lo que estoy haciendo. Porque una de las cosas que me aterrorizan son los tiburones.
¿Pensás que tener un hijo te va a calmar? ¿Tenés ganas de tener hijos?
Últimamente lo he pensado mucho, porque acabo de cumplir 30. Me encantaría tener hijas. Pero no creo que sea buena idea tener hijos con alguien que no esté… en tu misma sintonía.
¿Alguien que…?
¡Que no es exactamente como yo! [Risas]. Aunque quizá sea bueno tener hijos con alguien que sea normal.
¿Te resultan difíciles las relaciones?
Para alguien como yo, y no es algo relacionado a la dependencia, solo quiero tener a alguien ahí. He estado sola, y está bien. Pero me gusta llegar a casa y que haya alguien. Me gusta decir “¡Ah! Está acá. Y esta cosa [señala una mesa] está acá. Y esto [señala un objeto sobre la mesa] está ahí [risas]”. Soy muy metódica. Tengo que serlo. Soy así en el estudio también. La mezcla y el mastering pueden llevar cuatro meses más después de que hayamos terminado, tres para las mezclas y uno para el master. Me gusta tener un plan. Aunque dejo espacios para improvisar en el estudio cuando compongo.
Hay algo extrañamente chamánico con respecto a tu trabajo. Canalizás Los Ángeles en formas que no había visto en nadie, por lo menos no en mucho tiempo. Lugares que ahora ya no están, calles y sentimientos que no debés ser capaz de evocar debido a tu edad. Y es tan improbable que vos seas el oráculo de esa manera. Pero es real.
Lo sé. Sé que es así. Me encanta esa palabra “chamánico”. Veo energía; siempre la tuve. Uno de los libros que amo, aparte de Hollywood Baby-lon [de Kenneth Anger], es La autobiografía de un yogui. Y Wayne Dyer… ¡Me puse tan mal cuando murió! [Dyer, en parte budista, en parte orador motivacional de la doctrina del Nuevo Pensamiento, fue conocido sobre todo por su libro Tus zonas erróneas. Falleció en agosto de 2015]. Me dio tanto en los últimos 15 años. Fui a ver una clarividente. Ella me pidió que escribiera cuatro cosas en una tarjeta antes de ir a visitarla, cosas en las que estaba pensando, y adivinó las cuatro. Le pregunté sobre el hombre con el cual estaba saliendo, el a Francesco [Carrozzin]. Y me dijo: “En realidad, no me gusta hablar de esto, pero… no lo veo a él presente”. Le respondí “Ah”. ¡Ella estaba viendo el futuro y no lo veía presente!
Soy consciente de que pudo no haber ocurrido. Que pude haber llegado a convertirme en… una pesadilla americana. La veo a Lana, la escucho, la miro, y soy… protectora.
¿Sos consciente de tu efecto en los hombres?
Recién ahora me estoy dando cuenta de los hombres heterosexuales que están dentro de mi música. Recuerdo cuando tenía 16, tuve un novio. Creo que él tenía… ¿25? Pensaba que eso era lo más. Él tenía una pickup F150 y me la dejó manejar una vez. ¡Yo estaba tan arriba! Me agarró pánico y pensé que iba a matar a alguien, aplastar a una monja o algo así. Empecé a temblar. Grité y lloré. Lo miré y él me sonreía. Él vio lo vulnerable que yo era, lo asustada que estaba, y le encantó. El equilibrio cambió a partir de allí. Yo era la que dominaba, hasta ese entonces.
¿Te gustaría estar en alguna película?
Bueno… estoy abierta a eso. James Franco me ofreció que estuviera en tres películas que iban a ser dirigidas por un director español, y me agarraron dudas. Creo que percibió mis temores y salió corriendo. Alguien quiso que hiciera el papel de Sharon Tate. Pensé “Eso está bien”. En ese momento había tres películas sobre Charles Manson de las que se hablaba, pero no se hizo ninguna. Entonces quizás ahí esté la respuesta.
Para mí, una de las cosas más interesantes sobre vos y tu historia, y por supuesto tu trabajo, es que lográs abrirte paso. Eso ha funcionado bien.
Lo pienso y me considero tan agradecida. Soy consciente de que pudo no haber ocurrido. Que pude haber llegado a convertirme en… una pesadilla americana. La veo a Lana, la escucho, la miro, y soy… protectora.