Uno de los conceptos centrales de La Línea Azul gira alrededor del mar. Hay canciones enteras dedicadas que incluyen sonidos de olas; su propio estudio lleva el nombre “El Mar”; y las imágenes que crean, tanto figurativas como sonoras, evocan al océano. Curiosamente no son de ninguna ciudad balnearia. Más bien, lo contrario. Este quinteto se formó en el barrio porteño de Saavedra. Integrado por Facundo Grandío y Manuel Sotelo, ambos en guitarra y voz, Germán Mayanobe en bajo, Alejo González en teclado y Teo Pérez en la batería, comenzaron a tocar a mediados del 2016 y un año después ya fueron invitados a participar del Personal Fest y llenaron el Teatro Sony.
A principios de 2018 vio la luz su álbum debut homónimo, un trabajo de 11 canciones que fluye entre el soul, el blues y el pop elegante, enmarcado en un manto oceánico. Sus canciones proponen un ambiente lánguido, pacífico e hipnótico a través de pasajes oníricos y una sutil psicodelia. Es calmado, pero muy lejos de ser aburrido. Las letras construyen paisajes y emociones honestas sin caer en lugares comunes.
En noviembre de 2019 lanzaron “Magnetismo”, un single adelanto de lo que será su segundo trabajo, a publicarse durante 2020. Bajo la producción de Iñaki Colombo (Bandalos Chinos) y Pablo Giménez (El Zar), el tema explora un costado más setentoso, con cierto aire funky y un estilo más rítmico y descontracturado. El 2020 arrancó con fuerza para el grupo. Durante enero hicieron una exitosa gira por Uruguay y en febrero realizaron un show en el Centro Cultural Richards en el barrio porteño
de Palermo con entradas agotadas.