Palo Pandolfo es un pedazo vivo del rock argentino. Pasó mucho desde los casi cuarenta años de sus primeras presentaciones en vivo de fines de los setenta hasta Transformación. Cosas como Don Cornelio y La Zona, hits como Ella vendrá o Playas oscuras, fundaciones musicales como las de Los Visitantes y discos especiales, emotivos, llenos de significación, como Esto es un abrazo. Esto no debe hacer pensar que transcurre sus días entre los algodones rancios del homenaje mercantil (aunque bien merece un homenaje sincero, popular) y el tan en boga revisionismo de su propia obra sin aportar nada nuevo. Al contrario, está pleno de actividad: un gran disco recién publicado, de cuyo proceso habrá película documental, presentaciones en vivo y planes a futuro. Palo habla rápido, pareciera que las ideas se le atropellaran y pelearan por salir de su boca.
Cuenta que el nombre del disco se impuso solo cuando se dio cuenta de que muchas de las canciones que compuso en las sesiones de demos, entre 2013 y 2014, contenían esa palabra. Algo que empujaba desde el inconsciente. También que es un disco en el que se enfocó en las melodías, y que ese enfoque fue el resultado, en buena medida, de charlar mucho con la gente en torno a una pregunta: ¿qué explica al fenómeno universal de los Beatles?
Una vez que tuvo las melodías, se propuso contar historias, algo que siempre le costó. “Siempre envidié mucho a Peter Gabriel o a Charly García”, dice, “que en sus canciones relatan, cuentan una historia. Vi puntos concretos y los fui desarrollando, aunque fuera de manera metafórica. Me gusta que las canciones tengan varias interpretaciones; por escuchar Aquelarre, Bruma, Pescado Rabioso, de chico”.
¿Cómo fue el proceso de grabación de Transformación? Es un disco con mucha fuerza, bien concreto y con un gran acabado.
El trabajo del disco empezó en noviembre de 2014 con lo que se llama «demo cero», que lo grabé solo. La demo uno la grabé ya con la banda. Fue muy lindo, muy útero. Con lo cual cuando entramos a Romaphonic ya teníamos los veintidós temas elegidos y trabajados. Y grabamos el disco en vivo, con mucha solvencia, en cuatro sesiones. Una fiesta. A todo el trabajo de la banda, ese pentágono, se le sumó un gran trabajo de postproducción, con overdubs, quedó un disco muy de estudio, de alta calidad, con mucha fuerza intrínseca. Laburamos muy bien en todas las etapas. Cada uno poniendo lo suyo. Grabar es un hecho antropológico, con una gran carga emotiva, un evento real, colectivo. Y en la postproducción nos nos privamos de incluir arreglos de cuerdas, saxo barítono, todo lo que fue pasando por nuestra fantasía logramos desarrollarlo.
Es difícil no pensar en la novela de Bioy Casares al escuchar el tema Morel.
«Morel» porque es un ícono del sur. Es una mirada un poco mordaz de las disputas de pareja en el sur, en sudamérica. Habla de la soledad, playas desiertas, de encerrarse, no encontrarse, de alguien que no llega. Es como el desencuentro sudamericano. Este bastante enfocado en la guerra de los sexos, no en política. Algunos conocidos lo vieron por el lado de la política. De todo el proceso de grabación de Transformación hay un largometraje en camino, de Iván Wolovik que también se llama así. Iván, en «Morel», vio barricada. Me gusta que sea un tema medio protestón, pero enfocado más en la guerra de los sexos, una suerte de paso de comedia. Pero me interesa esa capacidad de que otros vean otras cosas. Está bueno que un tema que además va a ser un corte tenga esa cosa de locura, de sombra. En las pruebas que fuimos haciendo me di cuenta que había algo de coro, de soul, de candombe. Y armamos el duo con Hilda (Lizarazu), que es amiga mía.
En tus letras se nota que, más allá del estilo particular con el que transites una canción o una época, hay un gran impulso trascendental que las une.
Mis discos son emanaciones, intentos de expresar el espíritu, el éxtasis de la carne, el cuerpo y su manifestación. Siempre hablo de lo mismo, por diferentes caminos y ramas del pensamiento, como la pasión, la política, el sueño, la fisura, la locura inducida o propia. Un montón de líneas para avanzar sobre esa cosa migracional, de la materia atravesable, el espíritu de las cosas. Si no le ves el espíritu a las cosas tenés que verles la sombra. Laburo desde ahí, ver las luces, la sombra, la vibración.
Lo mismo se puede pensar de tus presentaciones en vivo.
El escenario es un lugar sin tiempo, diferente en cuanto a la percepción de la materia y el espacio. Yo puedo cantar cualquier cosa y es todo presente, no hay futuro ni pasado. Las canciones son medios, no fines, son instrumentos para la vibración y comunión. La Hermandad la armé para afrontar esos desafíos de temas tan rockeros del pasado, una banda que pueda ponerse del orto.
Nuestros recitales abarcan tres décadas. No me gusta arrastrar muertos, quiero a los temas vivos y coleando. El que viene al show viene por una concatenación de canciones de distintas épocas.
¿Qué bandas actuales te gustan?
Ayer escuché Los Rusos Hijos De Puta y me re cabió. Me gusta Temporada De Tormentas, Él Mató A Un Policía Motorizado, Crema Del Cielo; Los Espíritus también, les creo todo. Me gusta todo lo nuevo que hay en el rock alternativo, progresivo. Es elmomento más expansivo y más grande del rock argentino. Nunca hubo tantas bandas y tantos nichos; cosas masivas, medianas, micro, pop, rock. El discurso de que no hay buenas bandas es algo de 2007. Ya pasaron muchos años y hay mucho. El neo folk, la nueva vanguardia.
Tanto por tu carrera solista como por Don Cornelio y La Zona y Los Visitantes sos un referente de distintas corrientes actuales. Desde el rock hasta la canción rioplatense, entre otras.
Adoro a estos cantautores, la nueva vanguardia. Hay intención de originalidad. El Gnomo Reznik, Alfonso Barbieri, Tomi Lebrero. Me gusta mucho, hay fusiónblatinoamericana, argentina criolla. Mismo Onda Vaga. Y también está la cosa másbrockera que estalló de nuevo, entonces hay un montón de líneas. Hay de todo, lo que pasó culturalmente, por ejemplo también con el Nuevo Cine Argentino. El tiempo es el juez final de toda obra; dirá que de todo esto va a durar. Pero bueno, todo deja una huella, una trascendencia, las canciones,
Vas a cumplir cuarenta años tocando y grabando. ¿Quiénes son tus referentes?
Toda una cadena de nombre ineludibles. Spinetta, Charly García, y todo el arte inmenso del rock de los sesenta en argentina. Litto Nebbia, Javier Martínez, Claudio Gabis. Arco
Iris, Vox Dei, La Máquina De Hacer Pájaros, Alemendra, claro, y luego Pescado Rabioso, Aquelarre, Color Humano. También Pappo, Lebón, que es un guitarrista y cantante único. Y por supuesto, en los ochenta Virus, Sumo, Soda Stereo, Los Redonditos de Ricota hasta el noventa, todo eso también. Lo explosión de lo moderno, del ochenta y tres al noventa, contra la dictadura, contra la represión; libertad, ambigüedad sexual, experimentación maquillaje, lo oscuro, la gente rarísima. Los hippies ya eran aburridos y caretas y aparecían estos re locos diciendo “nosotros somos modernos”. Los Violadores, Todos Tus Muertos.
¿De dónde te parece que puede provenir tu costado, muy fuerte, de mostrar, dentro de una tradición de rock, lo latinoamericano?
Por un lado, en los setenta yo era un hippie antes e ser moderno. Y después de ser moderno tuve como un trance ancestral a fines de los ochenta y principios de los noventa. No sé cómo carajo me vino el valsecito criollo, el seis por ocho, el tango. Yo no entendía de dónde venía, y de repente éramos Espiritango. Eso fue lo más raro que me pasó. Yo creo que la nueva vanguardia de ahora ve eso, Espiritango y Salud Universal, que es re latinoamercanistas, y yo estaba con el pelo largo y me sentía un gaucho florido. Todo eso venía de la fisura, venía del más podrido barro de la ciudad de Buenos Aires, de San Telmo, del Parakultural. Ahí de pronto estábamos todos en el tango, éramos de la oscuridad y la noche más reventada y todo lo peor y de ahí, de la gente más punk, surgía el tango. Todavía me lo estoy tratando de explicar. Mucho de lo que se vio en el primer disco de Los Visitantes.