A mi dulce Christopher,
Eras el mejor padre, marido y yerno. Tu paciencia, empatía y amor siempre se destacaron.
Siempre dijiste que yo te salvé, que no estarías vivo si no fuera por mí. Mi corazón brillaba al verte feliz, vivo y motivado… entusiasmado por la vida, haciendo todo lo que podías para devolver. Pasamos los mejores años juntos la década pasada y lamento, mi dulce amor, que no pude ver lo que te pasó esa noche. Lamento que hayas estado solo y sé que no eras vos, querido Christopher. Tus hijos lo saben también, así que descansá en paz.
Estoy quebrada, pero me voy a poner firme por vos y me voy a ocupar de nuestros bebés. Voy a pensar en vos cada minuto del día y voy a pelear por vos. Tenías razón cuando dijiste que éramos almas gemelas. Se dice que los caminos que se cruzan se van a cruzar de vuelta y yo sé que me vas a venir a buscar, y yo voy a estar acá esperándote.
Te amo más de lo que nadie amó a alguien en la historia del amor y más de lo que alguien va a llegar a amar.
Hatsa siempre,
tu Vicky