Sus compañeros de banda prefieren no dar notas. “A los pibes no les gusta”, aclara Rolo Sartorio. Entre anécdotas, recuerda cuando participaron en 2005 del “Bombardeo del demo”, sección del programa Day Tripper en Rock & Pop, que conducía Juan Di Natale y donde los grupos volcaban sus esperanzas para ser difundidos por el Pelado Torabe. Meses antes, la tragedia de Cromañón marcaría un quiebre en la escena local, cortando una racha de esplendor para el rock argentino. “Fue la última época donde la radio arengaba tan bien el rock nacional. Ellos te hacían ir al show que querían por cómo lo presentaban. Te generaban ganas de ir, siempre me acuerdo. Tendría que aparecer alguien nuevo en la radio que sea fan del rock nacional”, sugiere.
Lo cierto es que Rolo, al mando de La Beriso, encabeza el resurgimiento de las bandas que describen los sentimientos y las vivencias de los barrios. Esos grupos cuyo sonido está encuadrado por el ADN del rocanrol de guitarras y que en su mayoría se inspiraron en los Rolling Stones o en los Ramones. La disolución de los Redondos, la situación judicial de Callejeros, el fallecimiento de Korneta, de Gardelitos, la inconsistencia de Pity Álvarez o la dispersión de La 25, Heroicos o Blues Motel crearon un vacío difícil de llenar. Para algunos, esa es la razón por la cual en la última década vivimos un avance significativo del pop que permitió el crecimiento masivo de artistas como Miranda!, Abel Pintos o Tan Biónica. Mientras tanto, silenciosamente y a la par del fenómeno uruguayo de No Te Va Gustar o La Vela Puerca, y codeándose con grupos como Ciro y los Persas, Las Pastillas del Abuelo o Las Pelotas, la banda de Avellaneda fue incrementando su público al punto de convertirse, solo por debajo de La Renga y del Indio Solari, en la de mayor convocatoria del país.
La tragedia de Cromañón marcó un quiebre en la escena local, cortando una racha de esplendor para el rock argentino. “Fue la última época donde la radio arengaba tan bien el rock nacional. Ellos te hacían ir al show que querían por cómo lo presentaban», dice Rolo.
¿Alguna vez previste semejante crecimiento?
– Nunca programamos nada de lo que nos está pasando; ni siquiera lo soñamos. He ido a ver bandas al Luna Park, pero jamás pensé en estar ahí. Ni hablar lo del Estadio Único, los dos Ferro, el DirecTV o estar charlando con los Stones. Aunque no sé hablar en inglés, solo estar ahí sin decir nada y sacarme esa foto fue genial. Esos minutos mirándome a los ojos con Jagger, Richards o Ron Wood no me los voy a olvidar jamás.
¿Qué disfrutaron más, la fecha de ustedes del Estadio Único o abrirles a los Stones?
– Nuestro show, porque fue propio. En los Stones no me interesaba tocar, me daba lo mismo. Yo quería conocerlos [risas]. De hecho, en la última fecha los llamé a Juanse, a Gaby Carámbula y al Zorrito para hacerla completa. A ellos los llevamos nosotros.
¿Cómo sigue la historia?
– Decidimos ir a México para ver qué onda, pensando que nuestras canciones podían funcionar bien en los países de habla hispana, y nos fue muy bien. Así que ahora nos gustaría ir a España. Es un proyecto lindo. Estuvimos con Leiva, que nos invitó a sumarnos a su gira. El proyecto ahora es el disco nuevo, que sale en agosto. Cada dos años sacamos uno nuevo. Cuando agarrás la guitarra, hay una línea que baja. Vamos a estar dentro del rock y las canciones. Sé que lo están esperando a full. No me gusta que lo esperen tanto porque a veces te decepciona [risas]. Pero está bueno. Uno lo percibe.
«Nunca programamos nada de lo que nos está pasando; ni siquiera lo soñamos. He ido a ver bandas al Luna Park, pero jamás pensé en estar ahí. Ni hablar lo del Estadio Único, los dos Ferro, el DirecTV o estar charlando con los Stones».
Su relación con la radio fue bastante conflictiva. Ahora suenan, pero antes no. ¿Por qué?
– Antes, el director de la Mega me bardeaba cuando nos cruzábamos. No sé qué buscaba. Entonces, yo lo puteaba en los shows porque me generaba impotencia. Después no me enganché más. Años más tarde se comunicaron de esa radio para hacer cosas y dijimos que no. Hasta que nos explicaron que este tipo se había ido. Yo no tengo problema con la antena, pero sí con esa persona. También tuvimos problemas con otra radio, pero fuimos igual [se ríe irónicamente]. Igual, a todas las bandas les gusta salir y sonar en la radio. Sería muy careta decir que no. Después te volvés popular y te empiezan a pasar porque la gente te pide. Ahí empieza el boludeo de que te vendiste. Eso lo dice el que no sabe nada. La radio no te tiene que pedir permiso para pasarte. Yo escucho todo el tiempo en el auto. Hago mucho zapping. Cuando no me gusta un tema o el que está hablando no me divierte, lo cambio. Estaría bueno que les den oportunidad a las bandas nuevas que meten sacrificio. Pasar los Redondos o La Renga es fácil. Ahora nos pasan a nosotros.
¿Cambiaron mucho las formas de manejarse en la industria?
– Siempre hay que tratar de romper paradigmas. Antes me desesperaba. Salía corriendo para ver el suplemento “Sí!” de Clarín. Quería estar ahí. Después me enteré de que era todo pago. Entendí que tenés que estar, aunque ahora las redes sociales se comieron todas esas cosas. Por un lado está bueno, porque las bandas se pueden manejar solas. Nosotros llenamos un Luna Park sin salir en ningún lado.
¿Sentís que tenés que defenderte de algo?
– Todo el tiempo parece que hay que defenderse de algo. Al principio lo sufría. Siento que somos como jugadores, tipo Bochini o Riquelme, donde los hinchas de tu club te adoran, pero los de los otros equipos te odian. Así es el público argentino.
«Nosotros llenamos un Luna Park sin salir en ningún lado».
¿Te considerás un líder?
– De mi banda, sí. Si no, no funcionaría. De la gente, lo dirán ellos. Yo cuando iba a ver a Los Ratones, la banda me encantaba, pero Juanse era el líder y estaba buenísimo cómo lo acompañaban el resto de los músicos. Hay todo un mensaje detrás de sus letras.
¿Sos un ícono del dolor?
– Es lo más distinto que tiene La Beriso con respecto a otras. La gente se identifica. De hecho, ya hay bandas nuevas que incluso le cantan a eso. Ahora hago demasiado fácil y rápido la música, y me lleva mucho más tiempo la letra. Me están costando más, porque no me quiero repetir. Quiero que sean sinceras y que dejen un mensaje. Muchas veces, la gente hace que te gusten tus propios temas. Es un ida y vuelta. Ves que los pibes lloran en los recitales. Para eso están las canciones tristes que le cantan a alguien. Hay rocanroles donde se arman pogos y canciones divertidas donde se cagan de risa. Los pibes pasan por todos esos momentos. Al principio se cagaban a trompadas y nosotros parábamos el show. Trabajamos mucho para que los recitales sean como queremos. Trajimos a la familia a los shows de rock. Antes, los padres llevaban a los hijos y ahora los hijos traen a los padres al recital para compartir la misma pasión. Y eso te lo agradecen. Está bueno compartir con los hijos lo que sea.
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