Scott Mescudi sonríe como alguien que no promete una segunda sonrisa. Sus cejas arqueadas se disuelven levemente, y las comisuras de los labios extienden su cara como esperando descubrir una nueva libertad. En ese punto, Kid Cudi, tal como se lo conoce, es puro dientes. Cuando la sonrisa está a pleno, se tensa. La sonrisa de Cudi lucha por existir, y también por permanecer.
El artista, de 34 años, oscila entre estar disfrutando y el punto de la excitación cuando nos encontramos en el hotel Chateau Marmont, de Los Ángeles. Es una tarde de miércoles, en medio de una viciosa ola de calor que cae pesadamente sobre la ciudad. Cudi está sentado en una silla; viste shorts de un amarillo brillante y una remera de Beavis and Butt-Head, y se endereza con los ojos abiertos cuando responde a una pregunta. El Chateau Marmont se construyó en 1929 como un edificio a prueba de terremotos y sobrevivió a varios y masivos: en 1933, 1953, 1971, 1987 y 1994. Tiene sentido encontrar a Cudi en este sitio, no porque haya muchas entrevistas a celebridades en el edificio, sino porque, pese a los movimientos de tierra, este permaneció en su lugar.
No pasó demasiado tiempo desde el otoño de 2016, cuando Cudi se logueó a Facebook, tipeó un largo mensaje dirigido a sus fans y luego cerró la sesión. En el mensaje, detallaba su lucha contra la depresión, la ansiedad y sus “deseos suicidas”, y cómo esas luchas lo movilizaron para entrar a rehabilitación. Él insistía en que no encontraba la paz, y no la encontraba desde que había comenzado a hacer música. Estaba viviendo una mentira y quería acercarse a la verdad.
La culminación de ese acercamiento es Kids See Ghosts, su nueva alianza con su mentor y amigo Kanye West, con quien tuvo una turbulenta pero fructífera relación. El dúo había intercambiado acusaciones en septiembre de 2016: Cudi en Twitter sobre la manipulación de compositores que hace West, y West durante un concierto de su tour Saint Pablo. Pero la riña fue rápidamente acallada en el mismo mes cuando West declaró que Cudi era “el artista más influyente de los último diez años” (pensando, sin duda, en la pionera introspección de Cudi y su uso de la melodía). Cudi, recién salido de rehabilitación, se unió a Kanye West en un escenario en noviembre de 2016.
La esencia de su relación, parece, ha sido siempre el deseo de empujarse uno a otro creativamente. En la marea de lanzamientos de G.O.O.D. Music de junio (álbumes de siete canciones de Pusha T, Nas, Teyana Taylor y el propio West), Kids See Ghosts, el primer disco de Cudi desde Passion, Pain & Demon Slayin’ (2016), es el que tiene más resonancia emocional (también superó a los demás lanzamientos de G.O.O.D. Music, excepto al de West, en su primera semana, debutando en el N° 2 del Billboard 200 y vendiendo 142.000 unidades, según Nielsen Music). Dentro del debate sobre lo que West tiene para ofrecer en su discusión musical y cultural, no debe pasarse por alto que Kids See Ghosts es un renacimiento para Cudi, una contribución que hace a cada sonido más rico, más elaborado. West ofrece una paleta de colores primarios, y Cudi lo prolonga en el espectro. Su honestidad brota desde los bordes de la canción, como cuando abre el álbum gritando “Todavía puedo sentir el amor”, y el grito rebota como un mantra en los parlantes y en el oyente.
Más allá de los proyectos, la excitación que tenés trabajando con Kanye siempre brilló en tus colaboraciones, si bien también hubo tensión entre ustedes dos. ¿Cómo te alimentó esa unión durante tu carrera? ¿Sentís que estás progresando?
Creo que Kanye y yo siempre vamos a hacer buenas cosas juntos. Tenemos una química innegable, especialmente cuando nos peleamos. Nos resulta fácil. Nos llevó un año y medio hacer Kids See Ghosts, pero el proceso de componer y darles forma a las canciones no fue realmente difícil. Con Ye hacemos ese clic musicalmente. Pero justo hablaba de esto con Jaden [Smith], todavía está la presión de ir codo a codo, línea tras línea, y a veces me resulta pesado. Al principio, cuando dijo que quería un álbum, no sabía cuán serio iba. Pero yo sí estaba convencido. Los meses pasaron y nosotros seguíamos trabajando el disco, modelándolo. Nos causaba gracia escuchar los comentarios de que el disco salió a último minuto, que fue hecho a las apuradas. Yo sé lo que demandó. Estuve ahí todo el tiempo.
Tu intención es tener un enfoque distinto en cada proyecto. Estoy interesado en los modos con que cultivás tal audacia.
No tengo miedo, porque me dieron un don. Estoy bendecido. Cada álbum es como una beca que recibí de una escuela de arte. Hago lo que quiero, ese es mi sueño. Encaro cada álbum como un proyecto de arte, como si estuviera haciéndolo para la escuela, para obtener una calificación. Pero es realmente para mis fans, porque sé que los excitan estas cosas. Les gusta cuando hago cosas nuevas. De eso siempre se trató. Todos mis discos exploraron diferentes sonidos desde el primer día. Sónicamente, siempre hemos estado, o traté de estar, un paso delante de todo lo que se escucha.
¿Cómo te manejás con las cosas que te dan miedo?
-No vivo con miedos, no soy esa clase de individuo. Me fui de casa a una edad temprana. Un montón de hijos de puta nunca se van de la casa, no tienen la fuerza para tomar sus cosas y lanzarse a lo desconocido. Por eso me gusta decir que soy un elegido. Es algo divertido de pensar, pero siento que soy un elegido. Cuando miro hacia atrás, es como que todo ocurrió por una razón. Todo, desde trabajar en Abercrombie & Fitch hasta encontrar amigos que me presentaron a Dot [Da Genius, su habitual productor], y después crear con Dot [el primer éxito de Cudi] “Day’N’ Nite”, luego encontrar a Plain Pat y pedirle que sea mi mánager, para que finalmente diga OK y realizar el mixtape (A Kid Named Cudi, de 2008), y hacer todo esto juntos. Ese fue mi destino.
¿Los momentos más oscuros también fueron parte de tu destino?
-Sí. Fui elegido para soportar eso también. Y tendré que explicarle mis momentos más oscuros a mi hija algún día. Querrá saberlo, se lo explicaré, sé que lo entenderá. No va a juzgarme por eso. Sería distinto si ella estuviera viviendo situaciones locas, con una vida jodida, pero no es ese el caso. Ella es sana. Es una chica pequeña y feliz, y quiero que algún día sepa todo sobre mí.
¿Cómo fue terminar de grabar Kids See Ghosts en Wyoming? ¿Cuál fue tu parte favorita del proceso?
-Fue como un campamento, un supercampamento adonde todos los creativos iban a crear. Comíamos juntos, nos reíamos juntos. Era muy cool andar alrededor de Nas. Era el más loco. Estábamos tirados en la habitación y de pronto Nas se iba y decíamos: “Ese es el gran Nas”. Le preguntábamos cómo era estar en Queens, si había conocido a Biggie, todas esas cosas. Kanye estaba con su familia. Tenía a su padre ahí. Y sabíamos qué canciones íbamos a usar. Teníamos “Reborn”, “4th Dimension”. Nos tomamos un tiempo para afinar el proceso.
¿La intención era usar siete canciones?
-Siempre fueron siete. Hay canciones que no se utilizaron, pero espero aprovecharlas más adelante. El plan es hacer más álbumes como Kids See Ghosts.
Estabas hablando sobre cómo escribir sobre tu nueva situación, y “Reborn” (renacido) parece específicamente ese tipo de canción. Suena como la respuesta a mucho de lo que te preguntabas en el pasado.
-Sí, se supone que es una continuación. ¿Dónde estamos ahora? ¿Adónde vamos desde aquí? Porque no sé si la gente comprendió eso en mi disco. No se dice que estoy bien, que estoy OK. En Passion, Pain, nunca le dejé saber al mundo que me encontraba bien, porque aún no lo estaba. Estaba pensando “¿cómo le hago saber al mundo?”. Estuvo bien cuando Kanye quiso usar la canción, porque era perfecta para ambos; ambos habíamos renacido después de todo lo que habíamos atravesado. Recién ahora pude escribir un tema como “Reborn”, porque hasta entonces no me sentía renacido.
Cuando posteaste en Facebook tus luchas, ¿eras consciente de las respuestas que tendrías, o simplemente diste vuelta de página tras escribir?
-Lo escribí y me olvidé del tema. Un par de horas después, estaba en todas las noticias. Luego me asusté. Al principio no quise leer nada. No sabía qué había respondido la gente. Le preguntaba a Dennis [Cummings, su actual mánager] cuál era la respuesta; después la chequeé yo mismo y vi que era todo amor y apoyo, y eso realmente me emocionó. La estaba pasando realmente mal y sentía que estaba abandonando a un montón de gente. Fue duro incluso redactar esa carta, pero quería ser honesto con el público. Lo necesitaba, no podía vivir una mentira. No podía pretender que era feliz.
¿La pelea se hizo más fácil, o encontraste más alegría para eclipsar la idea de que estabas peleando?
-Tengo tanta alegría que ya no siento estar peleando.
¿Cuándo y cómo te diste cuenta de que eras bueno, o lo que “bueno” signifique para vos?
-Fue este año, alrededor de mi cumpleaños (a fines de enero). Me siento mejor que nunca en mi vida. Me di cuenta de que era genuinamente feliz y no había nada de qué preocuparme. Tengo 34 y hago lo que me gusta, me hago cargo de mis responsabilidades; mi hija y mi familia están bien. Crear es lo que volvió a hacerme feliz. He estado trabajando secretamente en este show de televisión por cuatro años. Estoy en las etapas iniciales de un piloto, y haciéndolo bien. Parece que va a producirlo Monkeypaw Productions, la compañía de Jordan Peele. Estoy haciendo esta pequeña colaboración con [la marca de ropa francesa] APC, que saldrá pronto. Definitivamente me conozco más ahora que antes. Ahora siento que tengo 34 años. Cuando tenía 30, no los sentía. Aun me siento más joven. Creía que iba a recibir cierta sabiduría, que algo iba a pasarme al cumplir 30. Y no me pasó. Me llegó algo más tarde, pero está aquí, y se siente bien.