Kendrick Lamar lidera las nominaciones a los Premios Grammy al figurar en 11 categorías, más que cualquier artista excepto Michael Jackson (tuvo 12 en 1984 por Thriller). Pero tiene otra chance de hacer historia en la noche de los Grammy: To Pimp a Butterfly podría convertirse en el tercer álbum de hip hop en ganar el máximo premio del evento: Álbum del Año. “Este sería probablemente el disco de hip hop más sencillo en ganar el premio principal”, dice la veterana ejecutiva de la industria, Livia Tortella, que vota en los Grammys desde hace 10 años.
El álbum y la movida de marketing del equipo de Lamar dominaron los temas de conversación de los medios desde antes de su lanzamiento (el rapero incluso salió en tapa de Billboard incluso antes de la publicación del disco). “El público general a veces no percibe que la música rap tenga niveles altos de producción en el sentido tradicional”, dice el productor (y votante de los Grammy) Harvey Mason Jr. Con To Pimp a Butterfly, sin embargo, “podés darte cuenta de que es un proyecto apasionado”, le dice a Billboard. “Es algo que interesó a muchas personas. Todos pusieron sus corazones y sus almas en esa grabación.”
Tortella agrega que la campaña del disco no tiene que ver con su competencia por el Álbum del Año, que en su mayoría son artistas que recopilan buenos singles. “Desde el momento en que lo largó”, dice ella”, “se trató de su álbum como un todo y de él como artista.”
Los votantes con los que habló Billboard coincidieron en que la insistencia de Lamar por hacer su propio camino fue admirable –y quizás, comercialmente hablando, no aconsejable. “No creo que haya hecho un disco para rotar en radios, eso le da más méritos”, dice Daniel Glass, fundador de Glassnote Records y antiguo votante de los Grammy. “Me gusta toda la campaña que está haciendo ahora”, agrega Tortella. “Está usando su plataforma para hablar de arte en serio, y para redefinir lo que implica ser un ‘artista urbano’ hoy.”
“La irreverencia y complejidad de To Pimp A Butterfly es una espada de doble filo. Mientras los votantes de los Grammy pueden llegar a premiar su sofisticación, también podrían fácilmente quedar alienados por su tono desafiante. “Para mí tiene cosas jazzeras, y por eso lo respeto”, dice Glass. “¿Pero tiene hits en la radio actualmente?”, agrega Tortella, “podría haber mucha gente diciendo que no lo entiende”. Mason también apunta que entre Kendrick Lamar y el ruido que generó la biopic Staight Outta Companion, “un montón de música urbana fue exhibida a gran escala el año pasado, lo que definitivamente ayuda”.
“Es un álbum muy, muy fuerte, pero también hay que escuchar el de Taylor Swift”, dice Glass. “Es un trabajo de cuerpo increíble.” El estatus de Swift como compositora de hits y gigante de la industria la convierte en la principal competencia de Lamar para Álbum del Año. Irónicamente, considerando que su respaldo (y consecuente colaboración) introdujo al rapero a una audiencia completamente nueva. “Ella fue muy buena para nuestro negocio”, dice Mason respecto de la dura posición de Swift frente a los servicios de streaming y su lealtad al sello independiente Big Machine. “Eso la ayudó a ganar más fans.”
El álbum 1989 fue realizado específicamente, según sus palabras, para ganar esa categoría de los Grammy que pudo haber obtenido en 2012 con Red. “Hay un grupo entero que juzga a los Grammy por el éxito y las métricas tradicionales”, agrega Tortella. “Esa es la industria musical.”
Para los votantes con los que habló Billboard, sin embargo, Kendrick Lamar sigue picando en punta, especialmente por su última performance en los Grammy: 7 nominaciones, ninguna victoria, y una particular y dolorosa derrota contra el rapero pop Macklemore. “Pienso que lo ayuda para este año, siendo el tipo que nunca recibió el crédito merecido”, dice Glass.
No importa en qué manos terminen los gramófonos dorados, el consenso fue que ambos álbumes y artistas se destacaron del resto. “Hubo muy buen cuidado en la realización de estos discos”, dice Mason. “Podés darte cuenta de que no son simplemente un par de cintas unidas.” Tortella concluye: “En mi libro, él ya ganó.”