“Hay un lugar, donde siempre volvés, cuando viene la tormenta”. Con esas palabras, con esa verdad, Julián Oroz introduce su cuarto trabajo discográfico. Una obra que nació en momentos de distanciamiento e incertidumbre para retratar el hogar, su alcance y su valor.
Esas primeras líneas emprenden una travesía de siete canciones, “un viaje a todos esos lugares donde fuimos felices”, como describe el cancionista rioplatense. A través de paradas como «Febrero en Montevideo», «El sabor de las peras», y las que completan el trayecto, Oroz profundiza el concepto del lugar: «Hay un lugar en las personas que amamos, en la música, en el arte, en todo».
El trabajo fue producido por el artista junto a Charly Valerio, y grabado en el estudio Fábrica de Música entre finales del 2019 y finales del 2020. Participan, además, Inés Errandonea (colabora en “Febrero en Montevideo”), Nicolás Soares Netto, Victor Borgert, Juani Rashplash, Viviana Ghizzoni. El arte de tapa estuvo a cargo de Herlo Ramone y la masterización fue hecha por Andrés Mayo.
¿Cómo surgió «Hay un Lugar»?
Hay un lugar surgió en la primera cuarentena. Quería un disco que me hiciera compañía. Un disco que fuera un refugio interno. Un techito donde esperar a que pase todo. Ya tenía algunas canciones grabadas previas a la pandemia, pero fue recién en el confinamiento que comencé a darle forma a lo que seria el disco. Fue un proceso largo y de mucha paciencia. Fue clave contar con Charly Valerio, mi productor y amigo. Él fue quien me acompañó en el camino de descubrir de qué hablaba Hay un lugar. Grabaron para el disco Nicolas Soares Netto, Juani Rashplash, Viviana Ghizzoni, Ines Errandonea y el mismo Charly Valerio.
Si el disco fuera un viaje, ¿cómo sería?
Sin dudas sería un viaje a todos esos lugares donde fuimos felices. A esos lugares de las fotos. Cada cual sabe a dónde y con quién. Porque los viajes no son solo los paisajes, sino las personas con las que viajamos. Hay un lugar en las personas que amamos, en la música, en el arte, en todo.
Componés muchísimas canciones, ¿por qué elegiste estas?
La verdad creo que es un misterio. Nunca sé realmente porqué una canción se queda o se va de un disco. Hay canciones que vienen conmigo hace mucho y se instalan en el disco al instante. Algunas que parecían seguras, al final del proceso terminan quedando afuera. Y otras, tal vez las más misteriosas, aparecen sobre el final del proceso y se convierten en piezas claves del álbum. La única certeza que tengo es que busco un equilibrio. A lo mejor ese sea el método que utilizo.
Es tu cuarto trabajo, ¿qué descubriste en este proceso?
Descubrí que ya no tengo interés en hacer música para músicos. Es algo que ya intuía desde hace rato pero lo terminé de entender en el proceso de este disco. Qué implica esto? Que no busco aceptación en la escena. Ya solté eso. No sé si es un logro o no, es algo que necesitaba. Abandoné esa carrera por pertenecer. A fin de cuentas, yo escribo canciones para emocionarme y emocionar a alguien más. Creo que lo más importante que me puede pasar como cancionista es escribir una canción que llegué al corazón de alguien. Que le diga: «Tranqui, no estas solx en esto».
¿Cómo querés que sean escuchadas estas canciones?
Me gustaría sorprenderme. Cada vez que me imagino algo, el camino de la canción me asombra aun más! Desde que el disco salió, supe que se escuchó en La Casa Rosada, en un pueblito en Dinamarca y en un quirófano durante el nacimiento de un bebé. Así de random y maravilloso. Mas allá de los lugares y situaciones donde podrían ser escuchadas las canciones. Me gustaría que sean escuchadas sin hacer fuerza. Como quien escucha la lluvia en la ventana. Sé muy bien que no le hablo a todo el mundo. Por eso no pretendo que Hay un lugar llegue a donde no deba. Solo quiero que llegué a donde sí. No importa cuánto tiempo tarde.
Estás de gira, mostrando las canciones al mundo, ¿qué aporta el vivo al universo de «Hay un Lugar»?
Está siendo algo increíble. Después de tanto encierro es una apertura al mundo muy intensa. Tanto por lo que implica viajar a distintos lugares como por lo que significa volver a cantar en vivo. El vivo es un lugar bastante mágico. Es un lugar al que siempre me gusta volver. Es como si se hubiera detenido el tiempo para mí. Desde muy chico siempre me sentí cómodo estando en escena, por eso extrañaba mucho volver ahí. La gira aun no termina, así que no sé qué depara el destino. Lo cierto es que allá vamos. Con canciones nuevas.
Por Josefina Armendariz