Tras una leve demora, matizada por canciones de Bob Marley, Juanes presentó anoche en el Luna Park su último álbum, Loco de amor. Vestido de negro, con melena beatle y barba desprolija, el cantante brindó un contundente show de pop rock caribeño.
Una ajustadísima banda vestida de blanco acompañó a Juanes, quien arrancó la primera media hora del show con un tema pegado al otro. Empezó con Mil pedazos, canción que también abre Loco de amor y acto seguido pegó un volantazo al pasado, cuando tocó Mil pedazos y La paga, ambas del álbum Un día normal, de 2000. En vivo, estos temas ganan muchísima fuerza: la batería es potente; los solos y los riff de guitarra se vuelven lo más filosos posible dentro de la tolerancia de un público que lógicamente no vino a ver un espectáculo de rock. Could you be loved, el segundo homenaje a Bob Marley de la noche, fue una introducción acorde para Yerbatero y Loco de amor, que cerró el primer capítulo de la noche.
“Siempre es un placer venir a Buenos Aires”, fue el saludo de Juanes para el público, compuesto en buena parte por colombianos. Y, como buen paisa, rescató la figura de Carlos Gardel -murió trágicamente en Medellín, tierra tanguera, donde nació Juanes-, sorprendió al evocar a Los Visconti, grupo folclórico argentino, y después al rock nacional de los 80.
Fotografía, otra canción de Un día normal, que originalmente contó con la participación de Nelly Furtado, fue la introducción para un bloque de canciones lentas, que tuvo su pico con Nada valgo sin tu amor, que ganó el Grammy Latino a la Mejor Canción de Rock en 2005.
El último capítulo fue tan intenso como el principio, un tema tras otro sin pausa de por medio. Juanes se guardó los hits más populares, como Volverte a ver, Me enamora y un final que se bailó en todo el estadio porteño: Camisa Negra, La Luz, A Dios le pido y Mala gente.
En todo el concierto, Juanes fue un equilibrista que convivió alegremente entre dos mundos: el del pop de guitarras y el de los ritmos caribeños como la cumbia colombiana, la salsa y el ballenato. La dosis necesaria de calor para una atípica noche lluviosa de octubre.
Fotos: Gigriders