En un extenso viaje desde la trova hasta el jazz y de la canción campestre, Juan Demarco se acaba de despachar con un disco de exploración crooner que se suma con audacia y excelencia musical a su aventura cancionística.
Los cuatro temas del breve Hotel, el más reciente de los muchos discos que componen la obra de Juan Demarco, muestran, a la luz de los anteriores, la generosidad de la canción cuando es trabajada con paciencia, apertura y espíritu lúdico. Se trata, sonora y compositivamente, del mejor trabajo del cantautor. Entre el intimismo de Todo se va, la frescura ahumada de Souvenir y la languidez nocturna de Todos saben, los aires de jazz –incluso de free jazz–, boogie, rock y blues son una muestra cabal de que la música de Demarco revela disco a disco una nueva sorpresa.
En cada nueva entrega, Juan Demarco demuestra en el arte de tapa que este puede ser una buena puesta en vacío de la música que presenta. En el caso de Hotel se trata de una fotografía de estética noir que acompaña exactamente, incluso con las cuotas de ironía y localía justas. En Antes de este río –el anterior trabajo de Demarco– la instrumentación incluye percusión vernácula y los tópicos son mayoritariamente pastoriles e introspectivos, y en el bueno e interesante demo Medianoche ataca serena el despojo y el lo-fi del formato guitarra y batería proponen y hablan de una cierta exploración y un cierto antojo.
En cambio, en Hotel, las líricas y el intenso viaje musical que proponen Demarco en voz y guitarra, Alejandro Moffardin en bajo, Fabián Araya en saxo, Nacho Díaz en batería y Tomás Hepner en teclado, nos llevan a otro ánimo, definitivamente dentro de la búsqueda crooner, con el agregado de un notable acabado compositivo e instrumental.
Juan Demarco es un músico capaz de sorprender, divertir en vivo y en sus discos sin dejar de remitir a la excelencia y a los muchos pasados musicales que lo apasionan.