“Nosotros comprábamos un aerosol y pintábamos las paredes”, recuerda con nostalgia Toti Iglesias. “Me acuerdo que era muy largo nuestro nombre y el aerosol se acababa al toque”, continua entre risas. El lider de Jovenes Pordioseros no deja de liberar recuerdos desde que llegó a la casa de Billboard AR. Como si recién pudiera bajar, por un rato, de su odisea musical que ya lleva 20 años de forma oficial. “El nombre del grupo lo tengo desde los ocho”, bromea luego. Finalmente, pudieron usar el aerosol para más de tres pintadas cuando Toti diseñó el logo. “No era lo mismo que publicar un flyer en internet. Son un poco más lentas las cosas a las que uno le pone el corazón”.
La travesía de Iglesias comenzó en Villa Lugano, el barrio que lo vio nacer y donde vivió junto a su madre en un monoblock. “Me acuerdo tener 16 años y cantarle en la cocina a mi vieja una canción de amor para la primera novia que tuve. Yo sentado en la bacha cantando: ‘Si algún día te vuelvo a encontrar…’. Mi vieja siempre estuvo conmigo”, relata. Toti ya no sigue viviendo en el barrio, sin embargo, regresa siempre que puede. “Yo me tuve que ir porque estaba complicada la cosa. Tampoco quiero hablar al pedo pero se que no es fácil. La mayoría es buena gente pero con ese uno que no respeta se le jode la vida a todos”, explica.
Desde su infancia y adolescencia su pasión por el rock fue innata, y poco le importaron los obstáculos. Para salir a tocar -y hasta ensayar- con la primera formación de Jóvenes Pordioseros tenían que pedir prestados parte de los instrumentos. Y aunque es un confeso fan de Sandro, a quien fue a ver en más de una ocasión, su referente musical más cercano fue (por una cuestión geográfica) Pity Álvarez de Viejas Locas. “Somos del mismo barrio y él es cinco años mayor que yo. Íbamos a verlo tocar gratis en Centenario y me acuerdo de pensar: ‘Yo quiero hacer lo mismo’”. Dicho y hecho, Iglesias repitió aquel camino que proponía el rock de barrio para poder llegar a otros venues. “Tocábamos mucho gratis porque nos teníamos que hacer conocer”.
Pero tocar gratis no es el único recuerdo que invade a Toti en este momento. Casi con el mismo histrionismo con el que canta sus canciones relata sus giras por la Costa Atlántica. “Tocábamos mucho en Villa Gesell y cuando nos compraban los cassettes a tres pesos yo aprovechaba para hablar con la gente”. Iglesias preguntaba al público por el barrio y hasta el número de teléfono. “Ponele que me decían ‘Carlitos de San Miguel’. Ahí yo les comentaba ‘Mirá que capaz en marzo tocabamos allá, fijate que sale en el Clarín en el suplemento del fondo’. Después cuando se armaba la fecha yo los llamaba: ‘Hola señora, ¿está Carlitos? Soy Toti de una banda que él vio en Gesell…’”, describe entre risas la secuencia de marketing pordiosera. “Había que hacer eso para llevar gente y, encima, mucha moneditas no tenía para llamar pero tenía un truquito para llamar gratis”, remata.
El 5 de abril se presentarán en El Teatrito, un venue porteño que pertenece a la misma gente que los contrató por primera vez para hacer un show en una discoteca. La noche será inmortalizada en un CD/DVD grabado en vivo. “Es un show para disfrutar, una celebración”, adelanta. Además de algunos invitados especiales, Jovenes Pordioseros formará con Lucas Fiorentino en la batería, Germán Drago en la guitarra, Gustavo Zorry en el teclado y Leo Raffa en el bajo. También estarán Gaby Delgado en la guitarra acústica y el Indio Márquez en otra guitarra eléctrica. “Yo lo único que tengo que hacer es cantar y bailar”, concluye Iglesias
A lo largo de su discografía, su rock & roll se fue entregando más a la canción.
− A la hora de componer yo no solo escuché a los Rolling Stones. Yo crecí escuchando a Sandro, es mi ídolo máximo, lo fui a ver varias veces. Lo escucho y me agarra congoja. Yo soy muy asmático y en el escenario, a veces, necesito aire. Y un poco yo me siento identificado porque a él al final le pasaba lo mismo. Yo también escucho mucho tango o a Leonardo Favio. Entonces cuando hago una canción para Jóvenes todo eso de alguna forma se traslada. Yo quiero que mis canciones sean cantadas por siempre.
Entonces te gusta la música popular.
− Cuando una canción la cantan por cuarenta años a mi me da mucha curiosidad saber por qué sucede. Una de las últimas que analice es la de “Bobby, mi buen amigo…”. La canción era de un perrito que se perdía en una publicidad y hace años que se canta en la cancha.
Las hinchadas avalan y popularizan muchas canciones. A vos te pasó, ¿por qué?
− Nunca se sabe el por qué, si es por el ritmo, la letra o la melodía… y yo nunca lo pude comprender, creo que tiene que ser así. No se cuantas canciones mías se metieron en la cancha. Creo que “Descontrolado”, “Lobo” y “Adicto”. Pero no estoy buscando eso, si ocurre me enorgullece.
Tus canciones también cruzaron socioeconómicamente a la sociedad, ¿cómo te llevás con eso?
− Yo sigo escribiendo lo que me pasa, o a veces asimilo alguna historia de amor que me cuentan. Pero cuando escribo sobre el barrio no me importa que se escuche en otra clase social. La música acaricia el alma, no juzga. Incluso yo, cuando hablo de los chetos, hablo del que se hace “el otro” pero después pasaron los años y parece que le hablo al de la clase social alta. Yo tengo amigos que son de clase recontra alta y otros de recontra baja, viste. Pero en esa época el cheto era el que se hacía “el otro”, el que se compraba un auto nuevo y ya no saludaba. Pero por mí, que canten todos mis canciones.
¿Cómo ves que está el rock hoy en día, entre tanta máquina y computadora?
− Hay muchas bandas pero pocas que hacen lo que realmente hay que hacer para progresar. Creen que es subir un flyer a internet y nada más. O creen que porque tocaron en tal lugar en Palermo ya están. Muchachos, vos querés vivir de esto tenés que salir por todos lados. Hay que hacerse ver, no solo tocar para los amigos. Vos tenés que tocar gratis primero para que te vean. En internet hay tanto que se pierden las cosas, hay que salir a la calle. A veces hay grandes músicos que no se mueven de la casa.
¿Sos de escuchar lo nuevo, lo que esta pegando?
− Trato de no quedarme en el tiempo, el otro día estaba escuchando trap, todavía no lo entiendo pero presto atención igualmente. Me acuerdo que cuando aparecieron los floggers fui a un programa de ellos y me criticaban pero yo respeto a las nuevas camadas. A mi me hubiera gustado que me respetaran los grandes cuando arrancaba.