A veces, es difícil entender qué fuerza empuja a Jean-Michel Jarre. Desde que fue introducido a los teclados Moog bajo la tutela de Stockhausen, el francés experimentó con la música electrónica, en resultados seminales para el género. El primero de ellos, Oxygene (1976), no solo vendió doce millones de unidades, sino que le dio el contexto necesario para convertir sus bombásticos shows (pantallas gigantes, teclados inmensos, fuegos artificiales, láseres) en una empresa aparte.
Mucho antes de que los Rolling Stones llenaran la playa de Copacabana en 2006, Jarre entraba en los récords Guiness en 1979 con un millón de espectadores en París; luego, 1,5 millones en Houston en 1986; unos 2,5 nuevamente en París para 1990; y 3,5 en Moscú, en 1997. Y eso que los números no lo son todo: también llevó su espectáculo a las pirámides de Egipto y hasta se dio el lujo de tocar en la acrópolis de Atenas.
Regrabaste Oxygene en 2007, que continuó con su secuela, Oxygene 3, en 2016, ¿cuál fue la necesidad detrás de la reanudación de ese proyecto?
Siempre me gustó que las secuencias musicales sean como los programas de TV o las películas, por ejemplo, Star Wars y ese tipo de sagas. Toda mi vida intenté traducir lo que me pasaba a través de la música en forma de distintos capítulos y pinturas de ella. En ese aspecto, Oxygene 3 es como los otros dos, donde usé gran parte del mismo equipamiento, pero todos ellos terminan componiendo un escenario distinto, porque a mí ahora me pasan cosas distintas.
Cuando estás planeando un proyecto con músicos modernos como Armin Van Buuren, Fuck Buttons, Air, Moby o M83, ¿qué sentís que te aportan ese tipo de colaboraciones?
Artistas o personas, todos son una fuente de inspiración para mí, sin importar a qué generación pertenecen. Yo creo que el sentido de la electrónica está fuertemente ligado a la idea de reunir a la gente. Muchas veces sos más como un escritor o un pintor, y trabajás bajo comisión y en soledad. Entonces quise crear una experiencia donde todos estuviésemos componiendo y grabando juntos.
Hay una en particular que llama la atención. ¿Qué podés contar sobre lo que hiciste con Edward Snowden [el exagente de la CIA y la NSA que ventiló varios documentos secretos en 2013]?
Cuando escuché por primera vez quién era él, me afectó de una manera un tanto extraña. Me hizo pensar en mi madre. Ella fue secretaria de Jean-Pierre Lévy durante la Resistencia Francesa y fue encarcelada y enviada a un campo de concentración, por divulgar ideas y hechos que supuestamente dañaban a la sociedad de aquel entonces. Quienes nos vimos perjudicados por eso sentimos un profundo rechazo contra esas acciones, y creo que en cierta forma en la Argentina pueden entenderlo porque atravesaron cosas similares. Snowden no reveló cosas para herir a su país, sino para mejorarlo, a partir de eso decidí colaborar con él. Fui a Moscú y descubrí que era un hombre muy honesto e interesante. Entonces armamos ese track juntos, que, obviamente al no ser él músico ni artista, decidimos que lo mejor era que hablara; usar su voz procesada por encima de la música y que eso le sirviera para confesar por qué hizo lo que hizo.
Hablemos de tus shows. En años anteriores rompiste unas cuantas barreras a partir del despliegue escénico y la convocatoria.
Sabés, no siento que haya habido un objetivo puntual. Muchos surgieron a partir de propuestas de los gobiernos. Pero para mí, cada uno de mis proyectos es algo nuevo, único, y la audiencia me plantea un desafío, más siendo esta mi primera vez en la Argentina, por eso estoy tan excitado por ir allí. Además, entiendo que son muy receptivos con la música electrónica, y, desde otro enfoque, estoy llevando un espectáculo visual de láseres y luces muy espectacular que creo que les va a dar una inmersión única con la música.
No sé si estás muy al corriente de los comentarios en YouTube, pero hay muchas personas asombradas por tu estado físico. ¿Cuál creés que puede ser el secreto?
Mi familia tiene buena genética, sobre todo mis padres. ¡Siempre estaban en forma! [risas]. Pero hablando en serio, creo que dar tantos conciertos y estar en constante contacto con la música es lo que me da vitalidad.