Casi un año después de su última visita, José Osorio, más conocido como J Balvin, se volvió a presentar en el estadio Luna Park con entradas agotadas. “Podríamos haber hecho un Hipódromo”, se escuchó decir a uno de los empresarios responsables de su desarrollo en la región. Es que el presente del artista de Medellín representa el éxito de los latinos en el mundo y un crossover internacional pocas veces visto en la industria de la música. Balvin marca tendencia y eso se evidenció en una audiencia poblada de celebridades y músicos que iban desde Tini a YsY A o Cazzu.
Luego de que el Vibras Tour lo llevara por todo el planeta, desembarcó en nuestro país; primero en Cordoba y Rosario, para llegar finalmente a Buenos Aires el sábado pasado. Ya instalado como ícono de la cultura urbana, el embajador de Tag Heuer, mostró un espectáculo donde no se ven músicos en escena por lo que apela a la creatividad audiovisual y, sobre todo, a la potencia de un audio de altísima definición que combina pistas pregrabadas con aportes instrumentales y vocales en vivo.
“Mi Gente”, “X”, “Ambiente”, “Ginza”, “No es justo” y su más reciente single, “Reggaetón”, fueron algunos de los temas que el cantante desplegó −con su característica sonrisa y esos sencillos pasos de baile aptos para todo público− en el Palacio de los Deportes, durante casi dos horas.
Las figuras invitadas de la noche fueron la brasilera Anitta −con quién además hizo una versión de “Downtown”, con coreografía sensual incluida−, y Duki, quienes abrieron el show con «Machika». “Las manos arriba Buenos Aires para mi reina Anitta”, vitoreó el intérprete de “Ahí vamos”, que tuvo momentos también para una improvisación donde repartió bendiciones para Khea, Cazzu, Duki y Paulo Londra, en una suerte de demostración de su convivencia con la nueva generación local. “Hay que crear nuevas leyendas”, suele decir.
Con la producción de Lauria Dale Play, el espectáculo creció en repertorio y puesta en escena con respecto al 2017, donde se presentó en el mismo venue. “Nos vemos el año que viene, ¿vienen?”, preguntó ante un público que no dejó de cantar ni bailar cada una de los temas de un inventario cargado de colaboraciones y hits. Así se sucedieron las voces de Ozuna, Cardi B, Bad Bunny y tantos otros colegas que llevaron la música latina a los principales charts internacionales.
Dinosaurios gigantes, pelotas, pantallas con animaciones sincronizadas y bailarines formaron parte de un show que corona su año consagratorio: fue el último ganador del Grammy a Mejor Álbum de Música Urbana; alcanzó el puesto número 1 del Billboard Hot 100 con “I Like It”, junto a Cardi B y Bad Bunny; y se presentó en el Coachella al lado de Beyoncé, siempre al grito de “Si necesita reggaetón: ¡dale!”.
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