Mientras Los Espíritus cerraba un festival en el Konex a finales de 2014, Sebastián Chaves hablaba con Roque Casciero sobre la posibilidad de armar algo juntos. “La primera idea fue hacer un programa de radio, pero no prosperó. Casi un año después, Roque me dice ‘Nosotros somos todos periodistas de gráfica, ¿por qué no hacemos un medio propio?’”, relata Chaves. En el equipo de lo que sería Silencio ya estaban incluidos los periodistas Ignacio Guebara y Joaquín Vismara. Cuando la idea de montar un medio digital tomó forma, fueron en busca de la quinta socia, la fotógrafa Cecilia Salas. “Somos cinco miembros fundadores, es un proyecto cooperativo y las cinco partes somos iguales”, continúa. Todos los integrantes colaboran al mismo tiempo para otros medios: La Nación, Página 12, Rolling Stone y Billboard, entre otros.
Con tan solo tres años de vida, Silencio es un medio digital ya instalado en la industria musical. Su contenido hace énfasis en el rock, sin escapar al hip hop, el pop o el jazz. “Tratamos de aportar una mirada fresca sobre la música y la cultura, que sea divertida cuando tiene que serlo”. Pitchfork funciona como referente para el medio argentino que tiene de slogan “Lo que vas a escuchar mañana conocelo hoy”. Al igual que el sitio estadounidense, Silencio todavía confía en el valor de las críticas, algo que muchos otros dieron por muerto. Pero no es desde el lugar de la tiranía de la calificación o las estrellas, sino más desde la descripción y la posibilidad de contar una historia. No tratan de determinar verdades en el mundo de la música, sino de buscar una explicación a los fenómenos, sea el boom de “Despacito” o la capacidad de Adrián Dárgelos de inventar palabras. “Nosotros queremos que si un fanático de Hermética se mete en el sitio, lea también la nota de Justin Bieber, porque sabe que nosotros tenemos algo interesante para contarle”, explica Chaves.
Su público objetivo es cualquier persona: Silencio quiere sumar lectores y no discrimina. “Fuimos a cubrir a Bad Bunny e hicimos una crítica del show hablando ese lenguaje. Hoy, la experiencia del periodista de rock que se para a mirar desde arriba el trap nos parece una pelotudez”.
¿Cuál fue el hit periodístico de Silencio?
– Si tenemos que hablar en cuanto a la nota más leída, quizá el pedido de disculpas de Wallace tras todo lo sucedido con La Ola Que Quería Ser Chau. Él había dicho una barbaridad arriba del escenario, algo así como “Si la violó dos veces, por qué no se quedó fumando un pucho en el medio”. Salieron todos los medios a publicar eso y nosotros llamamos a Wallace para que explicara lo que había dicho, y salió a disculparse por la barbaridad.
¿Cuál fue el obstáculo más difícil de sortear?
– El obstáculo, básicamente, es ser un medio independiente construido por periodistas que trabajamos en otros medios al mismo tiempo. Tenemos que estar dividiéndonos constantemente, y eso lleva mucho esfuerzo. Nosotros no tenemos colaboradores, excepto ocasiones muy puntuales. Tuvimos programas de pasantías, pero defendemos el periodismo como fuente de trabajo, es decir, pagando y no precarizado. Eso obviamente te afecta el contenido, porque no llegamos a publicar la misma cantidad de notas que otros medios.
Hoy, ante tanto contenido audiovisual, ¿cómo ven el futuro de la gráfica?
– Todavía creo que son dos lenguajes distintos: una crítica de un disco no la imagino como un audiolibro. Una entrevista puede ser muy provechosa de las dos maneras, hay cosas que un formato te permite y el otro no, y viceversa. Actualmente tenemos una sección audiovisual que se llama “Silencio Live”, donde transmitimos en vivo por Facebook desde la redacción. Tenemos un canal de YouTube, también. El primer año hacíamos “La discoteca de Silencio”: íbamos a la casa de un artista y le preguntábamos por la música que escuchaba. Allí, el artista te podía mostrar ediciones raras de discos y audiovisualmente tenía más peso. Hay que saber jugar sobre cada plataforma, porque son complementarias.
¿Qué es lo que aportan al abanico de medios musicales?
– Nosotros empezamos con el concepto de “menos, pero mejor”, y vamos hacia “más y mejor”. Queremos tener la mayor cantidad de contenido posible, pero en Silencio no se publica si no hay edición, a menos que sea una breaking new. Hoy, en la era de los prosumidores, la mirada periodística tiene peso, es un valor agregado. Si ante un mismo hecho hay dos personas y una tiene una formación periodística, te va a contar cosas que el otro quizá no puede. Lo mismo con un fotógrafo: su foto va a ser mejor que la de alguien que no se formó. Todavía creemos que una crónica, una crítica o un informe de investigación tiene otro valor cuando lo hace alguien que cuenta con el oficio. Queremos defender eso y hacer productos de calidad.