En la escritura, la redundancia no es aconsejable. Pero hablar de un festival llamado “Únicos” y mencionar a Gustavo Santaolalla y el teatro Colón en el mismo párrafo es redundancia pura. A dos años de su inicio, y luego de recorrer numerosos escenarios de Argentina, Uruguay, Costa Rica, Ecuador, Chile y México, la gira Desandando el camino se despedirá de los escenarios porteños el 13 de febrero en el mítico teatro, donde también se registró parte del disco Raconto, ganador de un premio Gardel.
La agenda de Santaolalla no sabe de días libres. Durante la entrevista telefónica está en Kuwait, participando del Electronic Games and Comic Festival por su trabajo en la música del videojuego The Last of Us II; viene de hacer la música de Narcos México, y en unos días visitará el CERN en Suiza (organización europea para la investigación nuclear) con la intención de conocer el acelerador de partículas del centro de investigación. La próxima escala será Los Ángeles, para masterizar y mezclar junto a Juan Campodónico el próximo álbum de Bajofondo. Todo eso, claro, antes del show en el Colón.
Te propusieron hacer la música de otros videojuegos, pero esta es la primera vez que aceptaste. ¿Cuál fue el factor decisivo?
−Este juego tiene grandes diferencias con otros y gran parte de eso pasa por la música. Con el primero nos fue muy bien, entonces para la segunda parte se presentó el desafío de hacer otra cosa que esté a la par o mejor, y que siga manteniendo la interacción con el juego. Creo que tenemos algo muy lindo, y el juego es otra genialidad de Neil Druckmann. Creo que al que le gustó el I, va a flashear con el II.
¿Cómo son las reacciones del público gamer a tu música?
−Ayer justamente en la convención uno de los chicos hizo una descripción de la escena final del juego, y me contó que no lo podía terminar de ver porque se le caían las lágrimas en el teclado de la computadora. Esa es una de las cosas que tiene The Last of Us: la emotividad y la música tienen un papel muy importante y marcan la diferencia. Muchos de esos chicos empiezan a descubrir que yo canto, o inclusive que hago música de películas, porque lo único que conocen es el videojuego. Es muy lindo y gratificante encontrarte con un público de chicos de 12 o 13 años que se relacionan con mi música de esa manera.
Justamente ahora vas a tocar en el Colón, haciendo un racconto.
−Exacto. De hecho este show está totalmente relacionado al álbum Raconto, y el desafío es hacer un racconto de Raconto: voy a repasar lo que fueron estos dos años de haber estado con la banda desde que se estrenó esta nueva faceta, que es de alguna manera la revalorización de mi trabajo. En estos dos años tocamos en muchos lugares, así que en el show del Colón va a haber sorpresas que tienen que ver con cosas que sucedieron en esta gira.
¿Cómo fue tu experiencia previa ahí?
−Fue hermoso y muy fuerte; el Colón es un lugar de mucho recorrido, y para este proyecto significa volver al lugar en donde floreció. Para mí también es importante mostrar parte de mi repertorio y mis canciones que por varios motivos nunca pude tocar. Pensá que yo hice discos que por diversas razones nunca se tocaron en vivo, como Santaolalla (1982), Gas (1995) o Ronroco (1998). No tenía una banda cuando los edité, y hay una gran cantidad de temas que tenía ganas de tocar. Siento que me debía eso a mí y de alguna manera al público que conoce algo de mi carrera.
¿Por qué ahora?
−Hubo varios factores que influyeron en la decisión: estuvo relacionado con la edad, con haber pasado los 60 años y convertirme en abuelo, también por acontecimientos muy personales. Una parte del proceso fue escuchar las canciones, revisar el repertorio y encontrarse que mucha de esa música era realmente atemporal, cosas que sonaban hasta modernas, súper contemporáneas y eso ayudó. También influyó mi crecimiento como cantante, así que la suma de esos factores confluyó para que me animara a hacer esto. Lo que he cosechado es maravilloso.
Antes de del Colón, te reunís con Juan Campodónico en Los Ángeles para terminar el álbum de Bajofondo. ¿En qué etapa está ese proyecto?
−Vamos a estar mezclando el disco, la idea es tenerlo para la primera mitad del año. No tenemos exacta la fecha, pero ese es el plan.
¿A qué se debe el auge de la música latina en el mundo?
−En cierta medida tiene que ver con que nuestra música habla de lo nuestro, y aunque no siempre coincidan con las melodías que a mí más me gustan, es muy importante que ocurra; la hispanidad y lo latino cada vez tienen un lugar más preponderante en el planeta, no solamente en los Estados Unidos sino en todo el mundo. Además, siempre siguen saliendo nuevas propuestas excitantes y maravillosas, como Mateo Kingman que es un músico ecuatoriano genial, o el disco de Maxi Prieto, de Los Espíritus. Salen manifestaciones interesantes, así que cuánto más se difunda nuestra cultura, va a haber más oportunidades para todos.
¿Cuál es tu techo?
−No paro, siempre tengo nuevas ideas y proyectos a concretar y realizar; la imaginación es algo infinito, siempre sigo cambiando y buscando nuevos proyectos. No siento como que ya conseguí todo, siempre estoy mirando hacia adelante. Yo trato de tocar a la gente y afectarla de una manera positiva, así que me encantaría ser una influencia positiva. Que les pueda servir de algo, porque también el trabajo que hago tiene que ver con proporcionar un servicio.
¿Cuál es el balance de esta etapa luego de dos años?
−Lo más importante es haber podido hacerlo, era un gran desafío: todo lo demás es un premio. No estaba imaginado nada de lo que logramos. Además ahora con tantos canales en los que expreso mi música, como las películas, series, televisión, videojuegos, siento que la faceta de Raconto es algo que quiero incorporar a mis actividades, revisitar mi trabajo, y que pueda seguir saliendo material que no se conoce.