Se está volviendo un escenario familiar: la batalla mayor de los premios Grammy enfrenta a una reverenciada estrella británica con la realeza del hip hop. En 2016, esos puestos los ocuparon Adele y Beyoncé, con un final favorable a la primera, que se llevó el Grammy a Mejor Álbum y dio un discurso lacrimoso y apologético en el que reconoció lo que la mayoría pensaba: que el políticamente recargado Lemonade de Queen Bey –un testimonio “monumental”, “poderoso” y “al desnudo”– merecía el triunfo.
Este año, una contienda similar parece haberse instalado para Mejor Álbum, Mejor Canción y Mejor Artista Nuevo. En una esquina está Ed Sheeran, un firme favorito de los Grammy que en 2017 devino en el primer artista en tener dos singles simultáneamente en el top 10 del Billboard Hot 100. En la otra punta se encuentra Kendrick Lamar, cuyo DAMN. es el álbum más aclamado de 2017 y quien es considerado la voz cantante en el contencioso clima sociopolítico actual.
La batalla Sheeran-Lamar puede dominar la edición número 60 de los Grammy, pero no será la única. Este año, Harry Styles, Miley Cyrus y Kesha dejaron atrás su imagen de ídolos adolescentes con álbumes maduros que fueron bien recibidos por la crítica. Jay-Z y Lady Gaga abordaron temas personales, y una nueva generación de raperos (Migos, Rae Sremmurd y Lil Uzi Vert, entre otros) señaló la siguiente fase en la evolución del hip hop. Una mirada a través de las cuatro grandes categorías en los premios de 2017 revela un año lleno de sorpresas, desilusiones y nuevos comienzos.
ÁLBUM DEL AÑO
Sheeran acumuló nominaciones que rondan los dos dígitos (y en 2016 ganó por Canción del Año con Thinking Out Loud). Lamar tiene más trofeos a su nombre (siete contra dos de Sheeran), pero ninguno en las categorías generales.
Más allá de eso, Divide, de Sheeran, y DAMN., de Lamar, deberían trenzarse en las nominaciones. Uniéndose a esos favoritos, Melodrama, de Lorde, es otra apuesta fuerte: aunque no anduvo bien comercialmente, está considerado un arriesgado y ganador paso adelante respecto de su exitoso debut (Pure Heroine, 2013). 4:44, de Jay-Z (un cuidado álbum confesional de un verdadero ícono), podría darle el tardío reconocimiento en una categoría para la que nunca estuvo nominado (esto mientras el exclusivo lanzamiento en el canal de streaming TIDAL no limite su audiencia).
No se descarta la influencia de dos de los más poderosos artistas narrativos del año. El intimista Joanne, de Gaga, tuvo tibias reseñas, pero posee la impronta de Mark Ronson y cerró un año en que la cantante ganó un montón de corazones con su triunfal performance en el Super Bowl, la revelación de su batalla contra la fibromialgia y el lanzamiento de su aclamado documental de Netflix, Gaga: Five Foot Two. Y con We Got It from Here…Thank You 4 Your Service, A Tribe Called Quest ofreció un regreso inesperado y contundente, grabado con Phife Dawg antes de su muerte en 2016 –regreso que es, como Q-Tip y compañía anunciaron, su proyecto final–.
Por otro lado, Harry Styles, inspirado por el rock clásico de Bowie a Badfinger, tuvo una destacable transformación desde sus años con One Direction. La parafernalia de Bruno Mars pudo roquear con 24K Magic, lo mismo que The Weeknd con Starboy. Miranda Lambert, con su poderoso álbum doble The Weight of These Wings, fue la apuesta más fuerte del año en Nashville. Aunque Metallica nunca fue nominado en una categoría general, Hardwired… to Self-Destruct fue ampliamente considerado como un sólido retorno a las raíces. Entre los contendientes de rap, Everybody, de Logic, y I Decided, de Big Sean, fueron grandes hits con buena recepción crítica. Y en cuanto a quién puede ocupar el puesto alternativo que Sturgill Simpson ocupó en 2017, los favoritos son The Nashville Sound, de Jason Isbell (el raro lanzamiento indie que ocupó el primer puesto en el chart de álbums country), y Pure Comedy, de Father John Misty, ambos con respaldo para ser grandes contendientes.
CANCIÓN DEL AÑO
Con casi cinco mil millones de escuchas en streaming y cuatro millones de visitas en video, Despacito, de Luis Fonsi (con Daddy Yankee y, en el remix, Justin Bieber), fue la sensación del año. Honrar a la primera canción en español que alcanzó el Hot 100 desde Macarena (y que empató por más semanas a One Sweet Day de Mariah Carey y Boyz II Men en el N° 1) sería la oportunidad para que la Academia de Música reconozca el impacto cada vez mayor de la música latina en el mainstream. Otros que picaron en punta a lo largo del año fueron Shape of You, de Sheeran, y Humble, de Lamar. Al menos uno de los dos hits de Mars, That’s What I Like y 24K Magic, merece la corona. La avasallante Sign of the Times, de Styles, podría ser reconocida como un fuerte single debut. Y entre los votos para Nashville, Body Like a Back Road, de Sam Hunt –que alcanzó la cima del Hot Country por ni más ni menos que 34 semanas (y cruzó al top 10 del Hot 100)–, tendría el mayor empujón en esta categoría.
Desde ahí, los mayores singles del año cubrieron un amplio rango de estilos. El suceso masivo de Rae Sremmurd con Black Beatles y Migos con Bad and Boujee hacen imposible de ignorar el nuevo gen del rap hecho en Atlanta. Malibu, de Miley Cyrus, epitomizó el renacimiento del rock setentoso del sur californiano, y The Weeknd entregó dos grandes tracks, Starboy y I Feel It Coming. La improbable (pero altamente exitosa) combinación de The Chainsmokers y Coldplay en Something Just Like This alienta a un montón de votantes; mientras Believer, de Imagine Dragons, podría ser la representante del rock moderno. Y aunque Look What You Made Me Do polarizó opiniones, no hay que subestimar el poder de Taylor Swift (¿alguna otra canción generó más debate este año?).
COMPOSICIÓN DEL AÑO
Sheeran con Shape of You (escrita con un equipo que incluyó al productor Steve Mac) y Lamar con Humble (acreditada a Lamar y Mike WiLL Made-It) pueden también enfrentarse por el honor en composición, y muchos otros competidores a Canción del Año pueden unírseles: Styles y un equipo liderado por el productor Jeff Bhasker por Sign of the Times, Mars y su combo (incluyendo a los equipos de producción Shampoo Press & Curl y The Stereotypes) por That’s What I Like o 24K Magic, Cyrus y su colaborador Oren Yoel por Malibu, y Hunt junto a Zach Crowell, Shane McAnally y Josh Osborne por Body Like a Back Road.
La competencia más dura puede provenir de canciones con mensajes oportunos (o atemporales). La vulnerabilidad de Gaga en Million Reasons (coescrita por Hillary Lindsey y Ronson, y considerada la apuesta más fuerte en Joanne) es su mayor chance a una nominación importante. 1-800-273-8255, de Logic, escrita por Arjun Ivatury y con las vocalistas Alessia Cara y Khalid, fue un ambicioso comentario sobre la prevención del suicido que alcanzó el N° 3 del Hot 100.
Otros nuevos artistas con chances: James Arthur, cuyo Say You Won’t Let Go (de Arthur, Neil Ormandy y Steve Solomon) fue la balada suave del año; y Julia Michaels, cuyo Issues, escrito por Justin Tranter y los productores Benny Blanco y Stargate, la posicionó como una nueva gran voz. Y nuevamente, no descuidemos a Swift, esta vez por Better Man, una canción que escribió para sus amigos de Little Big Town.
MEJOR NUEVO ARTISTA
Sin un indiscutible artista renovador (como Chance the Rapper el año pasado), esta es la categoría más difícil, pero varios casos interesantes merecen nominación. Michaels parece una apuesta segura: su historial como escritora de hits para Bieber, Selena Gomez y Gwen Stefani, antes de su propio lanzamiento, solidifica su reputación como “verdadera” artista. Khalid, que ganó como Mejor Artista Nuevo en los Video Music Awards de MTV, puede ser un favorito también: su American Teen sobresalió entre los álbumes de R&B del año junto a Ctrl, de SZA, otra posible nominación. El género que concentró a más artistas jóvenes fue el hip hop, desde estrellas del “mumble rap” como Lil Yachty y Lil Uzi Vert hasta fuertes contendientes del chart como Logic y MC Post Malone. El guiño hacia alguno de ellos señalaría el reconocimiento de la academia a lo que verdaderamente fue “nuevo” en el año que pasó.