Gordon Raphael, productor de los dos primeros discos de The Strokes, Is This It y Room on Fire, y quien también pulió el sonido de la talentosa Regina Spektor en Soviet Kitsch, se siente muy a gusto en Buenos Aires porque, no importa dónde esté, disfruta de haber conseguido lo que siempre soñó: que la música fuera su medio de vida y que lo llevara a conocer el mundo.
En Argentina, repartió su tiempo entre producir el nuevo disco de Rocco Posca y tocar con su banda local The Wild Cards, con la que se presentó en salas del under como el Salón Pueyrredón y La Confitería. Todo lo hace con una sonrisa. Y así, en un estudio de Villa Urquiza, recibió a Billboard este trotamundos musical para charlar sobre su disco Sleep on the Radio, Nueva York y los Ramones.
¿Cómo es trabajar tan lejos de casa?
-Cuando tenía 13 años y me uní a mi primera banda de rock, lo único que quería era viajar y conocer nuevas ciudades. Deseaba conocer el mundo y comunicarme a través de la música. Por eso, cuando trabajo en Argentina, Seattle, California, Bélgica o Sudáfrica los considero otro tipo de hogar y me sigo sintiendo muy cómodo.
¿Cómo te definís mejor? ¿Músico o productor?
-Tengo un perfecto balance entre ambas cosas. Cuando era un joven músico y quería escribir canciones, me di cuenta de que si aprendía a grabar mi propia música nadie iba a poder meterse en mi proceso de creación y que esa condición de libertad me acompañaría toda mi vida.
Naciste en Nueva York, pero pasaste mucho tiempo de tu vida en Seattle, ¿cómo viviste la explosión de la escena grunge?
-Es curioso, porque yo ya era músico antes de que surgiera la escena grunge en Seattle. Y era muy duro ser músico en la ciudad porque no había sellos discográficos ni nada para poder progresar. Por eso, me volví a mudar a Nueva York y luego me fui a Los Ángeles. Pero mientras vivía en Nueva York veía muchas bandas de Seattle girando por NY e inclusive pegándola en Inglaterra. Y pensé ‘¡No había nada en Seattle y ahora están girando por el mundo!’ Y ahí me di cuenta de que algo estaba pasando allá. Por eso es que retorné a Seattle en 1991 y al poco tiempo me uní a la banda Sky Cries Mary, con la que firmamos con un sello de Los Ángeles que nos permitió salir de gira y a mí comprarme nuevos teclados y sintetizadores. Sin dudas que fue una gran época en Seattle.
¿Y era frecuente encontrarse a tipos de la escena como los Nirvana, Pearl Jam o Soundgarden?
-Conocí a muchas de esas personas antes de que explotara el boom del grunge y se volvieran famosos. En 1986 conocí a los Soundgarden, a los Green River, que luego formaron Pearl Jam, y varios más, pero lo curioso es que durante todo el boom grunge, todas esas bandas estaban girando por el mundo y nunca estaban en Seattle. ¡Estaban afuera todo el tiempo!
Y como neoyorquino, ¿podés explicar qué le pasó a la escena rockera de Nueva York y por qué la ciudad ya no es más el centro del mundo en términos de rock?
-¡Es una gran pregunta! Bueno, en 1984 Nueva York era el paraíso en la tierra para los artistas. Y alquilar en el East Village era muy barato, por eso desde California, Seattle y desde hasta pueblos pequeñitos del país se mudaban allí, incluso desde Francia, Alemania y de otras partes del mundo. Todos querían ir y vivir allí porque en ese momento Nueva York era el centro del mundo. Era una fiesta en las calles, todos usaban ropas raras, maquillajes, drogas, alcohol. Había fiestas y conciertos todas las noches y había mucho arte dando vueltas. Era un paraíso cultural, pero a la vez era una ciudad muy peligrosa, había un montón de violencia, las construcciones se caían a pedazos, había gente con hambre y sin dinero, pero era una ciudad brillante, a mí me encantaba. Pero repentinamente empezaron a subir los alquileres, empezaron a limpiar el área y todos esos artistas ya no podían pagar un lugar para vivir allí y muchos se tuvieron que ir, entre ellos, artistas del under y pequeños sellos discográficos, todo se puso muy caro y hoy es muy difícil que los jóvenes artistas puedan vivir allí y crear una comunidad, porque solo los ricos pueden hacerlo. Yo no he estado en Nueva York durante unos 7 años. Amo esa ciudad, pero amo su historia: Lou Reed, Andy Warhol, el CBGB’s, la escena artística del año 84. Amo los restaurantes y los museos de la ciudad, pero no quiero vivir más allí.
New York es la ciudad de Lou Reed, de los New York Dolls y de los Ramones. Desde tu rol de productor ¿cuál es la razón por la cual los Ramones no se convirtieron en la banda más grande del planeta?
-Cuando los Ramones surgieron, no lo hicieron bajo un formato pop como Whitney Houston y esas cosas. Su música era la más rara e inusual que se haya conocido y es por ello que los amantes del rock underground de todos los rincones del planeta comenzaron a amarlos, pero en Estados Unidos no llamaron la atención porque no pegaron un hit en la radio y tampoco vivían en grandes mansiones llenos de plata. Los Ramones la tuvieron que luchar durante toda su vida, pero fueron la mejor banda que surgió del underground y la que inspiró a todos, desde los Sex Pistols hasta la banda que te imagines, porque todo el mundo se dio cuenta de que no hacía falta tocar como Jimmy Page para tocar en una banda. Y ellos fueron revolucionarios en el sentido de darle libertad a la gente para crear. Lamentablemente, nunca pudieron ser una banda que lidere los charts. Pero sé que en Argentina se los ama como en ningún otro lado en el mundo.
Ellos no consiguieron el éxito comercial ni siquiera trabajando con el gran Phil Spector, pero si todavía vivieran, ¿te gustaría producirlos?
-Amo a los Ramones. Los vi en las primeras giras y también a fines de los noventa cuando vivía en Nueva York. Joey Ramone solía venir a practicar en mi estudio y era un honor para mí compartir tiempo con ellos. ¿Y si me gustaría producirlos si viviesen? ¡Por supuesto que sí! Es más, le metería mis sintetizadores a su música (risas).
Pudiste convertir en exitosos mundialmente a los Strokes y a Regina Spektor, ¿cómo fue trabajar con ellos?
-Tanto los Strokes como Regina son muy inteligentes, gente increíblemente bendecida de talento artístico y de lo mejor que he tenido el gusto de conocer en mi vida. Julian Casablancas tiene un talento increíble para escribir canciones y la banda siempre suena muy ajustada, porque son muy demandantes y perfeccionistas. En el estudio nadie paraba y estaban todo el tiempo trabajando incansablemente. Regina Spektor también es extremadamente inteligente y perfeccionista, pero era muy divertido y llevadero trabajar con ella porque se sentaba en el piano y tocaba y cantaba a la vez, con lo cual yo solo tenía que buscarle el mejor sonido y relajarme, porque ella hacia casi todo bien. Pero no es la clásica chica con un piano, ella tiene algo de punk rock en su personalidad y eso me gusta mucho.
Hace poco sacaste tu disco Sleep on the Radio, ¿hay algo de nostalgia del pasado en ese título?
-En realidad esa canción la escribí en 1981. Y es la mejor canción que he escrito, de hecho pensé que me iba a hacer millonario cuando la escribí. Sleep on the Radio es porque cuando era chico me regalaron una radio con forma de cohete y yo la ponía debajo de mi almohada cuando mi madre me mandaba a dormir y me pedía que parara de escuchar música de una vez. Esa era mi manera de seguir escuchando la radio.
En el disco se escuchan sonidos de todas partes del mundo, tanto de Seattle como del Mánchester de los Stone Roses; pero por sobre todo, se percibe tu gran amor por la historia del rock…
-Sí, claro, y para mí es un ‘Grandes éxitos’, porque en el disco logré meter las mejores canciones que hice en toda mi vida, de diferentes períodos de mi vida y de diferentes lugares donde estuve. Pero claro, tengo influencias de los Rolling Stones, Jimi Hendrix, Gary Newman, Devo, Sex Pistols. A todas las cosas que amo las puse en un mismo lugar. Mucha gente podría decir que no es una gran idea, pero Sgt. Pepper’s tiene canciones muy distintas entre sí y aun así es un gran disco. Entonces, ¡hola! ¡Aquí estoy!