“Nos cuesta mucho trabajo tratar de definir nuestro sonido”, confiesa el guitarrista y tecladista de Glass Animals, Drew MacFarlane. Gracias al éxito de su disco debut, ZABA (2014), y de su sucesor, How to Be a Human Being (2016), el cuarteto oriundo de Oxford, Inglaterra, pisará por primera vez suelo sudamericano en el marco del Lollapalooza 2017. En Argentina, se presentarán por partida doble: el 30 de marzo harán sideshow propio en Niceto Club; y el 31 compartirán cartel con Metallica, The xx, The 1975, entre otros, en el Hipódromo de San Isidro. Para intentar explicar qué música tocan, hay que adentrarse en un universo complejo de géneros e influencias que van desde el trip hop de Bristol hasta el pop más electrónico y la nueva ola de R&B. “Nos gusta el hip hop y el soul. Crecimos escuchando Radiohead y también nos encanta D’Angelo y la banda alemana Can”, enumera Drew. Pero la historia de su formación es mucho más simple.
Glass Animals nació hace poco más de cinco años, cuando cuatro amigos (Drew junto a Dave Bayley en guitarra y voz, Edmund Irwin-Singer en bajo y Joe Seaward en batería) decidieron aprovechar unas vacaciones para encerrarse en un sótano a tocar. Primero lanzaron dos EP: Leaflings (2012) y Glass Animals (2013), pero todo se volvió más vertiginoso cuando, un año más tarde, llegó su primer largo.
La crítica abrazó a ZABA, aplaudió el corte Gooey, y le dio a la banda el mote de “la nueva gran cosa”. Y casi sin darse cuenta, los cuatro amigos comenzaron una gira cuyo único descanso fue la grabación de su segundo disco. “Pasó todo muy rápido, ni siquiera tuvimos tiempo de sentir ninguna presión o de ponernos nerviosos por la expectativa del próximo disco”, explica Drew. “Cuando nos dimos cuenta, ya estábamos de vuelta en Oxford, ensayando para meternos en el estudio”.
El año pasado, How to Be a Human Being logró colarse en varias listas de los mejores lanzamientos. Al trip hop europeo del primer álbum le agregaron algunas dosis extra de pop psicodélico y hasta se animaron a experimentar con elementos latinos. “Me gusta cómo quedó el disco. Creo que es muy divertido y me encanta tocarlo en vivo”, sostiene Drew.
La sucesión de conciertos les dio experiencia y un sentido: el baile. “Nos gusta que la gente venga a nuestros shows a bailar. Aprovechamos el bajo y la percusión para que nuestros espectadores muevan el cuerpo, y metemos guitarras funkie”, describe Drew.
Sus recitales también son conocidos por un ritual particular: “Nos gusta mucho el ananá. Siempre llevamos algunos para compartir con la gente, y a veces llevan ellos [risas]. Es muy gracioso, tratamos de que sea una buena experiencia para todos”, dice Drew. Tanto les gusta el ananá que lo nombran una y otra vez en Pork Soda, el cuarto track de su último disco.
Su primera vez en Sudamérica los tiene expectantes porque nunca llegaron tan lejos. “No conocemos las ciudades, pero sabemos que tienen grandes paisajes y que les gusta el fútbol. Al baterista de la banda, Joe, le encanta el fútbol. Acá en Inglaterra es hincha del Chelsea y sabe que en Sudamérica se juega muy bien”, revela Drew.
Solo entre marzo y abril, Glass Animals tocará en las ciudades más importantes de Reino Unido y luego en Colombia, Brasil, Argentina y Chile, para más tarde embarcarse en una nueva gira por los Estados Unidos que tendrá como principal mojón el festival Coachella, en California. Luego viene el Primavera Sound de Barcelona, el Reading and Leeds de Inglaterra, y en el medio, una innumerable cantidad de presentaciones por todo el mundo. Pero Drew se lo toma relajado: “De esto se trata, ¿sabés? Vivimos de gira para que todo el mundo conozca nuestra música. Aunque no parezca, esto es muy divertido”.