“¡Mirá!”, dice George Ezra. El cantante inglés detrás del hit de blues-pop Budapest sonríe mientras sostiene el meñique de su mano derecha para inspeccionarlo. Quedó doblado para siempre –el resultado de un percance mientras hacía paddle-boarding a los 13– y complementa la cicatriz de 2,5 centímetros de su frente, que la obtuvo al chocarse contra una pared mientras caminaba borracho en el Instituto BIMM de Bristol, una escuela de música. Horas después de ese segundo incidente, asistió a una charla abierta del baterista de los Ramones, Marky Ramone, de la cual se tuvo que retirar porque sus compañeros de clase no soportaban verle la herida con sangre que corría sin parar.
“Fui hecho para estar en la movida”, dice Ezra riéndose, refugiándose del sol en un corredor de la Belly Up Tavern en Solana Beach, California, donde tocó su primer show después de salir de una faringitis. El infortunio lo obligó a cancelar su lugar en el primer fin de semana de Coachella; un pequeño obstáculo en la firme marcha de Ezra hacia el éxito.
Ya es reconocido en su país natal: su LP debut, Wantedon Voyage (Columbia), ascendió al puesto Nº 19 el 14 de febrero en Billboard 200, pero fue el tercer bestseller del Reino Unido en 2014, detrás de los álbumes de Ed Sheeran y Sam Smith, según BPI, y ganó cuatro reconocimientos para los Brit Awards.
Con Budapest en el puesto Nº 45 el 2 de mayo en el Billboard Hot 100, su onceava semana en el ranking, y habiendo vendido 488.000 copias durante la semana que finalizó el 19 de abril (según Nielsen Music), Ezra parece haber estado siguiendo los pasos de Smith y Sheeran de manera acertada.
Fue grupo soporte de los tours de Smith y Hozier en sus respectivas giras por los Estados Unidos, y en marzo tocó en Saturday Night Live. ¿Qué significó el haber aparecido en ese show sagrado? “Para ser honesto –dice Ezra–, yo no me había dado cuenta de lo que representaba estar ahí. Cuando el elenco estaba ensayando, le dije a nuestra asistente del show: ‘¡Estos sketchs son geniales! ¡Deberían hacerlos todas las semanas!’. Ella me respondió algo así como ‘Esa es la premisa del show’”.
No es que Ezra ignore la cultura norteamericana, sus intereses simplemente radican en una era diferente. Él fue criado por dos maestros en una pequeña ciudad que queda a una hora de Londres, Hertford (“Es preciosa: tiene ríos, lindos pubs, es segura como ninguna”, cuenta), pero su visión del mundo cambió cuando escuchó a Bob Dylan. A los 14, se puso a trabajar en un café para alimentar su nuevo hábito por los vinilos y comenzó a investigar a los pioneros del blues y el folk. “Es ridículo imaginarme a mí a esa edad escuchando Lead Belly –dice–, pero me encantaba su sonido. A mis amigos no les gustaba, entonces me lo guardaba para mí solo. Me pasaba horas en mi habitación escuchándolo”. Así es como el joven encontró su incongruente voz de barítono bajo: imitando a un legendario hombre del blues. Nada más lejos de su primer show en vivo, un año antes, con una banda de la escuela: “Canté las partes femeninas de Teenage Dirtbag de [la banda de pop alternativo] Wheatus y usé mucho delineador”.
La voz
James Corden, anfitrión de The Late Late Show, donde Ezra tocó el 13 de abril, recuerda cuando oyó su voz en la radio por primera vez. “Uno siente que está escuchando a alguien mayor –comenta–, pero él es tan joven y buenmozo. Creo que nadie que lo oye dice ‘Esto no me interesa’. La diferencia está en si te gusta o te encanta”.
Ezra dice que armoniza su obsesión por el blues con la composición de música pop como un desafío para sí mismo. (Realmente se propone desafíos personales, que fueron desde no lavarse el cabello por seis meses cuando tenía 16 hasta mantenerse sobrio en su actual tour). Es apropiado decir que él es un talentoso automotivador. Trabajó en dos empleos, en una fábrica de golosinas y en un pub, para poder pagar sus estudios en BIMM. Y cuando firmó con Columbia en 2011, se tomó un mes libre para recorrer Europa como músico solista callejero. Wanted fue escrita durante ese viaje, extrayendo pasajes de sus diarios personales, y se llamó así por uno de los stickers de la valija de Ezra donde aparece su héroe, Paddington Bear. Irónicamente, Ezra nunca llegó a Budapest durante ese viaje –dice que fue debido a una terrible resaca–, aunque la canción que lleva ese nombre trata de un amor real. Ahora, sin embargo, afirma que tener una novia sería para él una “distracción”.
“¡La cantidad de gente que estoy conociendo a los 21! Dios, ya tendré tiempo suficiente de preocuparme por tener una relación más adelante”, explica. De todas maneras, todo es material potencial para más canciones. Ezra ha continuado viajando diariamente en las giras, y comenta que eso ha sido muy productivo. “¿Será para el próximo álbum? ¿Quién sabe? –dice con una sonrisa–. Si termina siendo basura, la puedo quemar”.