
A menudo se lee que hay ciertos artistas que tienen pasta de frontman, que es innegable, que se entiende por qué están a cargo de una banda. Son personas que se ponen el show vivo en el hombro. No, en el hombro no: el show les sale de adentro.
Sam Herring es el vocalista y letrista de Future Islands, banda de synth-pop que nació hace doce años en Carolina del Norte, Estados Unidos, y dio razones suficientes para catalogarlo como un líder comprometido con su banda, su sonido y, sobre todo, con su show. El trío se presentó el pasado 9 de mayo, en Niceto Club, en el marco de la primera edición del Walkman Festival.
Cerca de las 23:30 sonaron los primeros acordes de “Ran”, de The Far Field. Le siguieron “Beauty of the Road”, “A Dream of You and Me” y “Time on Her Side”, que marcaron el tono del concierto. La lista de veinte canciones se armó alrededor de The Far Field (2017) y Singles (2014), sus últimos dos álbumes, y la premisa fue clara: bailar al ritmo de las letras más tristes. Esta dualidad, tejida especialmente porque es Herring quien escribe sobre la música que Gerrit Welmers (teclado) y William Cashion (bajo y guitarras) previamente componen, no importó. Una vez que Sam Herring se paró sobre el escenario, se apoderó de él lo que pareciera un alter ego que, en lugar de cantar, gritaba de forma desgarradora mientras bailaba y se pegaba en el pecho. La imagen pudo resultar algo incómoda: se parecía más a un padre intentando descifrar cómo moverse al ritmo de música dance que a un rockero cool; pero fue hipnotizante.
De a ratos parecía que el show se volvería monótono, aunque el sonido retro sintetizado-bailable de la banda no superó la hora de vivo (porque la línea que separa lo justo de lo innecesario es, muchas veces, muy delgada para distinguirla). Pero entonces Herring aparecía para recordar por qué se ganó el respeto de David Letterman en 2014, cuando tocaron en vivo el hit “Seasons (Waiting on You)”. Entre gritos, despliegues por el escenario, corazones rotos y bailes siguieron hasta llegar al drama propuesto por “Cave” para gritar “I don’t believe anymore” una y otra vez. Y continúaron con “Light House”, momento en el cual Sam Herring volvió a la realidad, dejó su traje de alter ego, y se dio cuenta de que se volcó algo líquido sobre los pantalones: “No me hice pis, no sé qué pasó. Estoy avergonzado”.
Dejaron para el bis lo mejor de sus discos más viejos: “Inch of Dust” (In Evening Air, 2010), “Doves” (Singles, 2014), “Vireo’s Eye” (In Evening Air). Aunque ya habían pasado unos minutos desde la 1 de la mañana, Herring parecía no quedar satisfecho: “Bailemos una canción más”. Fue una pregunta extraña porque para “Little Dreamer” hay que prestar atención; es un lento que cierra su primer disco (Wave Like Home, 2008), y es otra canción triste, de otro final (pero de cuando todo empezó).
.@FutureIslands también renovó mi vida. Escuchar «Long Flight» en vivo le dio un nuevo sentido a todo. Los amo