Tanto la canción como el videoclip, se grabaron en el estudio de George Clinton en Tallahassee, donde los dos artistas pasaron horas hablando del movimiento global del funk, la importancia de la música cubana en la ciudad de Nueva York en los años 50 y 60, y de la próxima generación de artistas funk.
«Años después, por fin tuve acceso a Internet para ver sus actuaciones. Rápidamente se convirtió en un ídolo.» «¡Maaaaaaaaaaaan, me encanta este funk afrocubano! ¡90 millas no es demasiado lejos para ponerse funky!», dice Clinton, que añade estar impresionado con la capacidad de Cimafunk para fusionar el pasado y el presente.
«Hacía tiempo que soñaba conocer a George Clinton. Trabajar con él fue más que un sueño hecho realidad. Hablar de música y de la vida con él, fue aún más especial», señala Cimafunk. «Pasar tiempo con el maestro del groove fue una experiencia Funkadelic en sí misma. Tiene mucha sabiduría y sabor.»