El tercer álbum es un punto de inflexión en la carrera de una banda. Suelen haber cambios de sonido, de estética y hasta de formaciones. Humbug de los Arctic Monkeys, Currents de Tame Impala o First Impressions of Earth de The Strokes califican como ejemplos. Por eso, Foster the People decidió tomarse tres años para darle vida a Sacred Hearts Club. “Llevé el estudio a la casa de mis padres en Ohio, donde crecí. Yo no vivía allí desde los 18 años”, contó el frontman Mark Foster, que cuando terminó la secundaria se erradicó en Los Ángeles para dedicarse a la música.
Mark llevó su piano, guitarra y Jupiter-8 a los de sus padres, y como un adolescente caprichoso se encerró en su cuarto a componer. Allí aparecieron Pay the Man y Loyal to Sid & Nancy. Tanto el primer track del álbum como la oda electro bass a la pareja punk sentaron el rumbo del nuevo proyecto. Con la creatividad recargada por los aires de su infancia y varias maquetas, reunió a la banda en Los Ángeles para empezar a grabar el producto final.
Mientras planea una gira internacional, que incluye su paso por Argentina -quizás en el Lollapalooza-, el material tuvo su bautismo de fuego en el Lollapalooza Chicago. Sus elementos del hip hop, dubstep y electrónicos se funden en melodías pop que hacen bailar a la gente. «Este álbum está pensado para ser tocado en vivo, a diferencia de nuestros dos anteriores», aseguró.
Tardaron tres años en hacer un nuevo álbum, ¿qué hicieron en ese tiempo?
Espero poder grabar 10 álbumes más y no volver a tardar tres años en sacar el próximo. Creo que es tiempo de empezar a trabajar más rápido [risas]. Estuvimos mucho de gira y creativamente me gusta tomarme mi tiempo. Un tercer álbum es un paso importante para una banda… teníamos que decidir qué dirección tomar. Escribimos mucho pero sin juzgar, cambiando mucho, siendo eclécticos… queríamos que el disco se revelara ante nosotros. Después de un año, empezamos a encontrar una guía. Queríamos tomarnos un tiempo y ser valientes, especialmente cuando los elementos más hiphoperos empezaron a aparecer. Con Pay the Man y Loyal to Sid & Nancy se marcó un rumbo. Para mí como escritor fue como entrar en un nuevo territorio. Me llevó un tiempo, hubo mucha exploración. Creo que hay como cuarenta versiones de esas dos canciones.
Mirando hacia atrás, ¿por qué pensás que Pumped Up Kicks fue tan exitosa?
Uh dios, no tengo ni idea. Cada canción para mí es como un hijo, y lo que la hace ser así no tiene nada que ver conmigo, sino con la gente que la escuchó. Hice lo que siempre hago: tratar de decir algo auténtico sobre la realidad. No tuvo nada que ver conmigo el hecho de que se haga popular.
¿En este álbum tenés alguna que sea tu hija favorita?
[risas] No, no lo creo. Trato de no pensar en esos términos porque para mí la presión de lo que hace a una canción un hit o no puede destruir a un artista. El arte es puro, creo que no hay que pensarlo como un negocio. Se tiene que ser sincero, auténtico. Una vez que muestro lo que hago, no tengo más el control.