Nate Mendel, bajista de Foo Fighters, habla del nuevo disco del grupo, su regreso triunfal a Glastonbury, las giras por Sudamérica y la yerba mate.

“Jugamos con la idea de ser experimentales”, dice Nate Mendel por teléfono, en referencia a Concrete and Gold, el noveno disco de estudio de Foo Fighters que saldrá a la venta el 15 de septiembre. Después, transfiere la llamada a su auto, y mientras maneja por las calles de Nueva York, agrega: “Cada vez que vamos a grabar decimos que el álbum va a ser diferente a los anteriores, pero, esta es la primera vez que realmente probamos cosas nuevas”.

Es una tarde de fines de julio, y Mendel está en camino al estudio en donde están el resto de sus compañeros. Se juntan para ensayar las treinta y dos canciones que tocarán en dos semanas en un recital sorpresa para 1100 fans. El show será parte del after party del Lollapalooza Chicago, otro de los festivales de la agenda de Foo Fighters de este año, que el mes pasado incluyó su paso por el escenario principal de Glastonbury. “Todavía recuerdo esa noche increíble −dice Mendel−. Mi momento preferido fue mirar al público y ver las banderas gigantes de tantos países diferentes y las luces de las bengalas”. Después de su primera aparición en Glasto en 1997, Foo Fighters volvió a la grilla del mítico festival en 2015, pero Dave Grohl se quebró la pierna, y la banda cedió su lugar a Florence And The Machine. “Poder volver fue una locura −sostiene Mendel−. Creo que la diferencia con otros festivales está en el público: en Glastonbury es como que la gente se permite estar más relajada que en otros festivales. Ves personas disfrazadas, maquilladas, de más de sesenta años”.

 «Cada vez que vamos a grabar decimos que el álbum va a ser diferente a los anteriores, pero, esta es la primera vez que realmente probamos cosas nuevas»

En mayo, Foo Fighters comenzó a aprovechar sus presentaciones para dar a conocer y testear algunos de los once temas que forman parte de Concrete and Gold, un álbum que –a diferencia de su antecesor Sonic Highways (2014), para el que se usaron ocho estudios diferentes– se intentó grabar de la forma  más simple posible: “Tratamos de hacerlo como cuando empezamos, a la vieja escuela. Fuimos a un estudio comercial que tenía músicos yendo y viniendo todo el tiempo, no estábamos solos”.

Después de trabajar con Butch Vig en sus últimos dos discos, el grupo decidió buscar nuevos horizontes y contrató al productor Greg Kurstin, conocido por ser parte de The Bird & The Bee y por sus trabajos con Adele, Sia y Pink (también está a cargo del próximo álbum de Paul McCartney). “Me encantó lo hicimos con Greg. Estuvimos con muchos talentos, pero él es esa especie de músico que lleva todo a otro nivel”.

«En Argentina hacemos uno de los mejores shows»

Durante las largas horas de grabación y ensayos, cuando Mendel necesitaba energizarse, recurría a un producto made in Argentina, según dice la etiqueta de su envoltorio: la yerba mate. “Hace unos diez  años, estaba en un Whole Foods [una cadena de supermercados de Estados Unidos] buscando algo de té, cuando un chico que trabajaba ahí me dijo que tenía que probar la yerba mate. Y tomo la infusión desde entonces. De hecho, también se venden energizantes con extractos de yerba mate argentina, que duran cinco horas, y antes de tocar me mando un par de esos”.

Con respecto a los crecientes rumores de la visita de Foo Fighters para principios de 2018, Mendel asegura que quiere que se concreten. “Esperamos mucho para ir a Sudamérica y ahora vamos con cada disco. En Argentina hacemos uno de los mejores shows, son increíbles ahí. Nos apoyan tanto, y los conciertos son tan locos… así que nosotros también esperamos ir pronto a visitarlos”.