Internet. La herramienta de herramientas que ha venido a modificar la vida humana de los últimos 20 años también ha cambiado para siempre la percepción que tenemos sobre la música, convertida hoy en un contenido al que se accede prácticamente sin limitaciones de tiempo y espacio. La historia es conocida y una de sus consecuencias más románticas ya ha sido multiplicada en artículos y casos testigo: algún alma entregada al arte crea, desde su habitación, una música capaz de conectar con miles y miles a partir de una ingeniosa interpretación de toda esa metadata disponible para ser devorada desde YouTube o Spotify. Fonso es, ni más ni menos, otro de estos pequeños genios digitales con sensibilidad atemporal.
Su segundo álbum se llama Some Plays y fue editado por Yolanda Discos en octubre. Aunque el formato álbum no sea, quizás, el más ajustado para describir a esta atrapante amalgama de samplers, mezclas e intervenciones en forma de playlist. En el medio, canciones que tienen funk, soul, electrónica garage, pop, espíritu vaporwave y mucha pero mucha inventiva puesta en cada esquina. Influencias: Primal Scream, INXS, Red Hot Chili Peppers, Marvin Gaye, Michael Jackson y más, ¡quién sabe cuánto más! Fonso es un adicto a cortar y pegar músicas de aquí y de allá, técnica que aparece en cada una de las 27 canciones del disco.
Con una hora y media de duración, Some Plays se asemeja a un recorrido aleatorio por buena parte de las corrientes que dan forma a la idea de rock y pop, y su portada es una confirmación de esa idea. Con referencias musicales sampleadas gráficamente para generar un diseño inspirado en Sgt. Pepper’s, de The Beatles, y también en Anderson Paak, Fonso exhibe ahí mismo su banco de sonidos y su universo creativo. La imagen sostiene lo que la música sugiere. Haciendo foco en los pequeños detalles para sostener la fluidez, Fonso utiliza la línea de piano de Los dinosaurios, de Charly García, pasa a una intervención sobre la hinchada de Boca y luego remata con un anuncio tipo Sprayette marcando la llegada a la mitad del disco. Pese a la variedad de fuentes, nada parece fuera de lugar. El flujo musical resulta ser ese famoso “todo superior a la suma de las partes”.