“Hicimos el cover porque es una canción que hicimos mucho en vivo con mis hijos. Lo último que he estado haciendo antes de estos tiempos de pandemia es tocar en el under sobre todo de mi ciudad, Mar del Plata, y a veces también en Buenos Aires. Afortunadamente tuvimos la oportunidad de grabarla antes de la cuarentena, por eso tiene una sonoridad buena, prudente, de estudio”, señala Flavio Cianciarulo.
Hay artistas que hacen un cover y le dan una vida completamente nueva a la canción…
Tal cual, este es un ejemplo por eso esta canción está tan asociada a The Clash. Sin dudas ellos le dieron una resignificación y refundación.
¿Cómo vivís esta experiencia de tocar con tus hijos?
Es una experiencia profundamente maravillosa, para mi existir no hay nada mejor que eso. Hecho por cierto que lo vengo –dicho con absoluta fortuna del espíritu- haciendo desde hace muchos años. Con Astor vengo tocando desde muy chico, con él teníamos un trío –Misterio- con Nico Valle, contrabajista, ya a los 8 años Astor grabó su primer disco Beat Zombie y a los 10 Los Ojos del mal. Cuidándolo, tocando a horas correspondientes para un niño pero siempre al lado de papá. Es decir, tiene mucho rock and roll en el buen sentido de tocar entonces no es una novedad para mí. Talvez cuando saltaron la gran balcón que es Los Cadillacs. Muchos me decían, ¡Uy ahora a tocar con tus hijos! Bueno, no, por suerte toco hace un montón de años y ahora en Mar del Plata lo sigo haciendo con Sotana… te voy a hacer una confesión: de todos mis proyectos hoy lo que más me motiva es tocar el bajo en Sotana.
Podemos concluir que lo importante más allá del escenario es tocar. Qué me imagino fue lo que te movilizó cuando empezaste…
Sin duda, todo escenario es importante. Por supuesto tener la inmensa fortuna de llegar con tu música a conquistar a miles de personas es algo grandioso que se agradece. Porque el aplauso del público es el premio mayor que un artista puede tener, uno hace para tocar para otros pero al mismo tiempo –algo muy difícil de lograr- todo escenario es igual, el aplauso de miles y el de unos pocos en un bar, que es muy cálido. No solo como músico, yo como espectador siempre tuve una debilidad por el under de ir a ver bandas: mi salida favorita es ir a ver bandas pero nunca fui de ir a recitales grandes, siempre bandas under.
¿Cómo evaluás tantos años después ese giro que dieron con Los Cadillacs a discos como Fabulosos Calabera?
Una cosa nos llevó a la otra, no creo en los saltos enormes. Avances que tienen que ver con el dinamismo de ir creciendo. Nosotros siempre dijimos cuando empezamos, algunos sabíamos tocar un poco y los demás no, entonces íbamos aprendiendo música o a trabajar como banda. Entonces una cosa llevó a la otra.
Contanos tu vínculo con el surf
Hace unos cuantos años ya volví a Mar del Plata, ciudad donde yo me crié e hice toda la primaria, luego mis padres se separaron u por razones familiares mi madre me llevó a vivir a Buenos Aires, que la amo y la tengo tatuada. Entonces volví de grande a Mar del Plata un poco por el llamado del mar. Como dice un gran surfista cuasi filósofo de acá de Mar del Plata. Daniel “Lobo” Gil: “Cuando el mar te cala profundo, tenga la profesión que tengas, harás lo que puedas para volver a vivir cerca del mar”. En mi caso, vivo a dos cuadras y es algo que trasciende lo lúdico del verano. El mar es medicina para mi espíritu y dentro del mar está el surf, que es un deporte que trasciende al deporte por este componente de la naturaleza, de estar en el agua, es como el montañista.