Durante este mes, el centro cultural Konex ofrece un ciclo dedicado a músicos uruguayos, que comenzó el viernes 6 con la presentación de Ana Prada y cerrará el sábado 14 con Jaime Roos. En el medio estará Fernando Cabrera, que va a tocar este viernes a las 21 para presentar Viva la Patria, su último disco. No va a estar sólo, porque habrá invitados como Liliana Herrero, Javier Malosetti y Perota Chingó. Pocas horas antes de su presentación, el cantautor uruguayo habló con Billboard Argentina de su actualidad como referente musical en la región, de cómo maneja sus procesos creativos y de su relación con la literatura.
¿Te sigue sorprendiendo que haya cada vez más músicos que tocan tus canciones?
Me da una emoción y una alegría inmensas. Para un compositor no hay nada más lindo que un colega elija sus canciones. Es algo que en mis comienzos me sucedía muy poco.
Hace unos diez años que tu música empezó a ser valorada…
A partir de esa época se empezaron a multiplicar los artistas que hacían mis temas. Ahora todos los días me entero de algún músico conocido o no tanto que hace algún tema mío. Más feliz, imposible.
¿Cuál pensás que fue la razón por la cual empezaste a ser más escuchado?
Francamente, no tengo la respuesta. O la gente se demoró un poco en conocerlas, o mis canciones no reunían las condiciones para gustar de inmediato. Eso sucedió durante más de veinte años. Había como una franja que yo no lograba atravesar. Pero en algún momento, empezaron a gustar a más público y a más músicos.
A medida que pasan los años, después de haber escrito más de 300 canciones, ¿el proceso creativo sigue siendo el mismo?
Mi proceso no es una técnica. Es esperar que un buen día aparezca una idea o una emoción que me provoque las ganas de agarrar un papel y un lápiz y escribir algo. Yo no busco, espero. No me pongo cada mañana con la guitarra, con un bloc grande y un grabadorcito. Nunca hice eso. A pesar de que a veces paso mucho tiempo sin hacer nada, algo que puede ser angustiante, prefiero esperar. Hasta ahora siempre fui así y lo que me da garantías de que sea algo verdadero. Es algo que sale de adentro, que explota por alguna emoción.
A la hora de componer, ¿te fijás primero en la poesía o en la música?
Trabajo de las dos maneras, pero en un porcentaje diferente. Un ochenta por ciento de las veces me fijo primero en la letra. La trabajo mucho: voy sacando y poniendo cosas, la guardo en un sobre, la dejo un tiempo guardada… De tanto leer la letra y de tener las palabras en la cabeza, se me empieza a ocurrir la melodía, sin buscarla.
Hay muchas historias en las canciones que escribís. ¿Cuál es el porcentaje de vivencias y cuál de ficción?
En todas mis canciones hay algo mío. Algo que viví o que experimenté. Pero también hay invención. No todos los personajes de una novela son el propio autor. Bajando a la pequeñez de la canción, pasa lo mismo. Yo también invento. De eso se trata crear.
¿Nunca tuviste el deseo de escribir algo de narrativa?
Lo intenté. Dediqué veinte años de mi vida a leer mucho para aprender de los grandes autores, para saber cómo construir una historia, un personaje. Paralelamente, escribía cuentos o fragmentos de novelas. Un buen día me di cuenta, por suerte, que lo que escribía era tan malo y tan poco original, que estaba copiando a otros autores. No era mi camino. Después me lamenté por el tiempo que perdí tratando de hacer algo que no era lo mío. Lo mío es hacer canciones. Un día agarré todas esas carpetas y cuadernos y quemé todo. La prosa no era para mí.
O por lo menos no es para vos en el mismo nivel que la música, pero podría haber sido enriquecedor desde otro lado. ¿O no?
Sería una vergüenza. Poesía me animo más. No quiere decir que yo sea un buen poeta, pero me animo. Narrativa, no.