La compañía argentina de percusión coreográfica Estacatto tiene buenas noticias: todos aquellos que no pudieron ser parte de sus shows en el 2020 podrán disfrutarlo todos los fines de semana de mayo en formato on demand. Podés comprar tu entrada a través de Passline.
Estacatto utiliza la plataforma instrumental de los blocos afro de Salvador de Bahìa con una estética melódica propia. Así, potencia la funcionalidad de los tambores con una dedicada puesta en escena: “Tocamos y bailamos a la vez, generando una puesta a la que se suma la luz y el tratamiento del audio. Somos muy puntillosos y exigentes con ese tipo de cosas para generar un show completo”, comenta Rocío Jimenez, directora de Estacatto.
El espectáculo que ofrecen es producto del entrenamiento musical, coreográfico y teatral. Percusión, movimiento, composiciones originales e interacción con el público: todo eso integra la experiencia de Estacatto, disponible desde el primer fin de semana de mayo.
Por Josefina Armendariz
Estacatto también abre las puertas de su proyecto a todos los interesados en aprender. Presentan una oferta de talleres de forma presencial y virtual con diversas modalidades y en diferentes niveles con el objetivo de compartir los contenidos de la teoría y práctica rítmica, sistema de improvisación por señas y movimientos coreográficos con el tambor.
¿Cómo describís a Estacatto?
Rocío Jimenez: nosotros tocamos y bailamos a la vez, generando una puesta a la que se suma la luz y el tratamiento del audio. Creo que somos muy puntillosos y exigentes con ese tipo de cosas para generar un show completo. El público es importante en el show y antes y después también. Siempre intentamos generar contenido a partir de las propuestas del público.
¿Qué expectativa tienen con esta iniciativa?
RJ: principalmente, generar movimiento entre nosotros. Como grupo, encontrarnos y volver al escenario de esta forma particular de hoy en día. Por otro lado, generar un contenido audiovisual que nos sirva para ampliar las redes de contactos y visibilizar el grupo en Argentina y el mundo. Teníamos muchas ganas de aprovechar la oportunidad para generar lazos y que nos conozcan en lugares donde quizás nos conocen, pero no han visto algo concreto de Estacatto.
¿Ven al show on demand como una salida ante el contexto o como una modalidad que puede quedar?
RJ: lo vimos como una posibilidad de concretar una producción audiovisual en un material de un show completo, cosa que no habíamos hecho hasta el momento y quizá no hubiésemos hecho sin este contexto. Siempre estaba la idea de generar alguna producción más larga, una obra completa y no fragmentos. Fue una salida bastante positiva en el balance del año.
Nos genera confusión si esto vino para quedarse o si sirvió en este momento puntual, porque la cantidad de oferta on demand es agotadora. Sí creemos que es una oportunidad de visibilizarnos y generar contenido, pero es difícil de sostener por una cuestión de financiación: es caro hacer una producción de este nivel. Invertimos mucho y estamos contentos con los resultados, pero esto requiere apoyo, y tenerlo tan seguido es complejo. Además, es un proyecto que requiere la presencialidad de los otros: tanto de nosotros para ensamblar, como el público por su feedback. Siempre tratamos de involucrarlo, hacerlo parte. Ese feedback es muy difícil de compensar en esta modalidad. Tenemos nuestras estrategias de comunicación y formas de hacerlos parte, pero nada como el vivo y la presencialidad. Ojalá vuelva pronto.
¿Qué es lo que los motiva a seguir con el proyecto en tiempos como estos?
RJ: primero que nada, nos motiva saber con certeza y esperanza que esta situación es compleja, pero que tiene fecha de vencimiento. Con esa meta, hay una necesidad de sostener el contacto, la comunicación, el trabajo, el crecimiento, siempre con nuevas herramientas. Estacatto se caracteriza por optimizar las limitaciones. En nuestro primer show, se cortó la luz y a partir de ese corte surgieron ideas con el trabajo lumínico de otra manera. En la puesta en escena. Eso es algo que sostenemos al día de hoy, la luz y la oscuridad en la puesta. Siempre vemos cuál es la situación y el límite y pensamos qué generamos con eso. Eso es un motor creativo y lo fue en esta pandemia. La idea es mantenernos en movimiento, pese a las circunstancias actuales. Queremos mantenernos en contacto y sentirnos cerca de la manera que se pueda en esta situación.
¿Recuerdan las últimas presentaciones presenciales?
RJ: hemos hecho varias presentaciones, hace unos años hicimos un show llamado “Fusión Latinoamérica”, donde mezclamos esta instrumentación y nuestra esencia con distintos ritmos y géneros tradicionales del folklore latinoamericano. Con esa fusión, recibimos invitados de diferentes disciplinas, bailarines, músicos. Fue un hermoso objetivo integrar todo. Hace dos años, hicimos un show que aún tiene mucha tela para cortar, “Proyecto Interfaz: Fase 1”. Ahí pensamos el instrumento como un elemento de comunicación entre el escenario y la gente que lo presenció. Trabajamos con muchos sistemas interactivos y con un desarrollador y programador, Tolch. Generamos un contenido de fusión entre lo analógico y lo tecnológico, una mezcla del instrumento físico y recursos auditivos y visuales de los sistemas interactivos. Un proyecto hermoso, esperamos seguir desarrollándolo cuando el contexto lo permita.
¿En qué consiste la escuela?
RJ: en la escuela desarrollamos los contenidos que presentamos en los shows. Por supuesto, se enseña percusión en sí, pero también la fusión del movimiento y pensar al tambor con sus otras acepciones: como objeto de comunicación y como instrumento en potencia para distintas utilidades. En este momento, damos talleres virtuales, pero tenemos diferentes modalidades y cursos donde se trabajan distintos aspectos percusivos y escénicos.