El año pasado, Emmanuel Horvilleur editó Xavier, su quinto disco solista. Decidió presentarlo en Niceto, donde dio un show sold out a fines de agosto. Dentro de la escena musical argentina, su trayectoria es protagonista: su vínculo con los músicos, canciones como “19” junto a Gustavo Cerati o «Como un pez» con Usted Señálemelo; y un proyecto de trilogía desatado con Xavier.
Emmanuel, compañero de Dante Spinetta en Illya Kuryaki and the Valderramas, reflexiona acerca de la creciente tolerancia en la gente: «En Kuryaki nos tiraron botellas de cerveza, piedras, o nos escupían. Solo por hacer música diferente. No era por temas políticos ni nada, era por música.
Por suerte con el tiempo se fue y la gente está mucho más abierta a disfrutar en un festival.», comenta.
Empezaste a cranear «Raros» antes de la cuarentena. Les fuiste pasando alguna idea a los músicos o ellos fueron por donde lo imaginaban?
Bueno, tal vez algunas cosas estaban más delimitadas que otras. La batería tenía obviamente un tempo y un ritmo, pero igual me encanta el trabajo que hizo Guille Salort. Es un tipo muy de buscar qué es lo que necesita la canción. Un ritmo simple, pero muy ajustado a lo que es la canción. Después sí, cada uno fue interpretando un poco a la distancia las cosas. Había un sonido que tenía ganas de meterlo, entonces se lo dije a Eddy. La parte de la intro, que tiene unas flautitas bastante místicas y que siempre me han gustado cuando las escuchaba en música de otros. Tenía ganas de que esta canción tenga este sonido. El bajo lo grabó Juli Sileone, con quien vengo tocando hace un tiempo. Las guitarras las grabó Andrés Cortés, con quien también vengo tocando. Cada uno interpretó desde su lugar y todos volvieron con cosas re lindas.
Tanto en Kuryaki como solista, siempre tuviste y tuvieron la habilidad de rodearse de musicos muy jovenes y muy talentosos. ¿Como hacés ese scout? Habla muy bien de vos eso en el sentido de decir “Yo quiero gente que brille y se luzca, quiero que me retroalimenten”.
Yo siempre he sido muy fan de los músicos y me interesa mucho la forma de interpretar la personalidad de un músico. Así como me interesa un tipo que escribe canciones y letras, también me interesa mucho uno que toca un instrumento y le imprime su realidad. Digamos, yo me retroalimento de toda esa gente. Aprendo y también creo que la música que yo hago es una música que les permite destacarse. Kuryaki fue cuna de músicos que después explotaron. He tenido esa suerte y también las ganas de tocar con toda esa gente. Me interesa compartir porque a la música la veo como algo participativo. Yo puedo tocar una canción con la acústica y va a estar ahí, pero después hasta dónde se la puede llevar es infinito. Me gusta tener esa confianza con la gente que estoy tocando porque vamos a ir a un buen lugar, o por lo menos nos vamos a copar con el viaje.
Esto lo tuviste claro siempre o lo fuiste descubriendo en el camino?
Yo creo que lo tuve claro siempre, pero lo fui perfeccionando. Uno va mejorando en muchos aspectos, incluso como persona. No porque uno sea malo sino por las inseguridades. Quizás no sabes como decirle algo a alguien y si no te agarra lo que tenés en la cabeza puede ser frustrante. Con el tiempo siento que el músico evolucionó. Son todos pibes que escuchan música. Eso es muy importante para ser músico, ¿se entiende? Podés aprender con un profesor y meterle horas de estudio, pero escuchar música es lo que te abre la cabeza. Toda esta nueva camada de pibas y pibes han escuchado mucha música.
Eso te iba a decir. Sin ser cerrada, nuestra generación estaba formada por los discos que escuchaban nuestros viejos. Era el rock clásico. Te traían un Beatles, Pink Floyd, Rolling Stones, Prince. Hoy los pibes salen a buscar ellos. Obviamente tienen muchas más herramientas, pero hay menos prejuicio.
Mirá, cuando yo era más pendejo, me daba cuenta que el músico que tenía una actitud muy buena para el escenario y un look tal vez no tocaba tan bien el instrumento. Entonces yo tenía que recurrir a gente que venía de una escuela de jazz y todo eso. Entonces te armabas una re buena banda, pero que estaba más adapatada a lo que uno hacia. Es decir, los tenías que llevar y explicarles. Un flaco que había aprendido a tocar un monton de notas, tocar algo más simple quizás le aburria. Ahora la gente ya cambió la cabeza y tocar lo que hay que tocar, por más que sea bien simple, les provoca un placer que es natural. Eso hace que la música suene también natural y no forzada. Esta generación fluye más, pero igual siempre he tocado con músicos increíbles en toda mi vida. Qué se yo. Si fuese un magnate millonario, me haría una big band con tres violeros, dos percusionistas, cuatro tecla distas, pero no se puede.
Es increíble todo lo que está ocurriendo con la música y pensaba en
Kuryaki cuando empezó. Ustedes sí la tuvieron que remar.
Sí, era un poco más hostil todo. Eso es una realidad. No soy historiador y no sé si es que fuimos nosotros una generación de pibes hijos de personas que vivieron el proceso, los militares. Eso lo seguía teniendo la sociedad, y ver a unos pibes distintos… Generaba violencia. Nosotros nos olvidamos, pero el público del rock cantaba “Que se muera Cerati”. A nosotros nos tiraron botellas de cerveza, piedras, o nos escupían. Solo por hacer música diferente. No era por temas políticos ni nada, era por música. Por suerte con el tiempo se fue y la gente está mucho más abierta a disfrutar en un festival. Pueden disfrutar a la Mona Gimenez, a Lenny Kravitz y a Caetano Veloso por igual. Disfrutar la música y las cosas lindas.
Totalmente. Hay un lugar para todos: público para todos, música para todos. Entonces está buenísimo que desde ese lado se haya ampliado. El público no es algo finito.
Por suerte eso ya se abrió. Hay mucho resultado con eso. Hay toda una movida nueva con la queKuryaki ha tenido que ver. Con clamar libertad musical y que se pueda mezclar todo. Que un pibe pueda rapear, tocar. Que las chicas tengan lugar en el escenario. Que sea más “one love”. Que haya colores diferentes. Porque en esa época hay cosas que podemos recalcar también. Había mucha garra, pero a veces el público se confundía.
Contame un poco de Xavier. Lo presentaste el año pasado. Un disco que te tomaste tu tiempo en hacerlo, tranquilo. No sé cual fue la intención pero inocentemente, el primer tema que tiraste, «El Hit», rompió todo.
Sí, yo creo que más que cerrar, abrió. De hecho, Xavier existe todavía. Esta cancion que acabo de sacar, Raros, va a zarpar de un «Xavier dos». Creo que lo que hizo fue abrir una segunda etapa solista después de lo que fueron estos años conKuryaki. Yo estoy contento con el resultado del disco y con esto que fue una etapa marcada por el mismo. Mi idea, quizás un poco ambiciosa, es hacer una trilogía de Xavieres. Obviamente van a tener sus diferencias y colores propios. Estoy recién arrancando el dos y no me puedo imaginar qué dirá el tres. Terminé el primero y me dije “esto no puede ser un solo Xavier, un solo color. Tienen que ser más con otros colores, musicos, musicas.” Eso me tiene re entusiasmado.
Es un buen plan armar una trilogía e ir contando la historia. Decime vos, pero es uno de tus discos más íntimos. Esto de ir a buscar adentro tuyo. El árbol genealógico.
Totalmente. Eso es una búsqueda y una mirada en el espejo de uno que me venía hablando. Me venía diciendo “te vas a tener que hacer un poco cargo de tu historia”. Esto lo digo inclusive más allá de lo musical. Si todo eso que fui viendo, se empieza a transformar en música, bien. Es una cosa que tuvo diferentes ribetes. También estoy en una edad que lo siento natural y necesario. Lo que vos decís de intimista es un poco lo que siento que va a ser mi música. Hasta que yo diga “bueno quiero hacer un disco re jodón, pura diversión”, que también puede estar re bueno. Es un momento real y natural con mi música que aparte me llena a mí. Me gusta hacerlo.
Es increíble que siendo tan joven estemos hablando de aniversarios de treinta, veinte años…
Es que el primer disco lo empecé a hacer en la panza de mi vieja. Yo mismo era un demo hasta que salí y bueno. No, obviamente es re loco. A veces cuando hago notas con gente bien joven me da risa decirles que nuestro primer disco salió en vinilo. Que después de que salió Fabrico cuero en el 91′ se dejaron de hacer los vinilos durante muchos años. Es muy loco. Me flasheó mucho todo este tema cuando cumplí cuarenta. Una vez estábamos por hacer una nota en CNN en NY con Kuryaki, un estudio donde solamente había una cámara y una pantalla donde el entrevistador te hacía las preguntas desde Atlanta, ponele. Estabamos con Dante y de pronto el que nos hacía las preguntas dijo “En una entrevista de hace veinte años…” Y de pronto, como de ciencia ficción, me cayó un rayo que me atravesó y vi veinte años de mi vida en unos segundos. No me podía mover porque veinte años…como dice el tango. Veinte años no es nada, pero es todo. Ahora estoy más relajado, ya pasaron otros años y estoy en esta cosa de entender que hay que disfrutar lo que uno hace. La música, a la gente. Tratar de ser mejor persona y ayudar. Ser solidario. No desde una cosa panfletaria sino desde la realidad. Ayudar a la gente que te rodea y dejar que a uno lo ayuden.
Me imagino que es un aprendizaje difícil empezar a darse cuenta por dónde va la vida. Que no va por todas esas cosas alucinantes y destellos, sino lo que te rodea, el dar y fijarse un poco.
La vida es todo eso a la vez. A ver, yo he vivido momentos muy mágicos. Los guardo, los atesoro y colecciono. En definitiva, todo eso que uno vivió en esos momentos para algo tiene que servir.