En este encuentro con Billboard Argentina, Roberto Musso (voz y guitarra) y Santiago Marrero (teclados) revelan los pormenores de este flamante material que será presentado en vivo el 19 de agosto en el Luna Park.
¿Cómo fue el proceso creativo de Apocalipsis zombi después de un álbum más introspectivo y melódico como Habla tu espejo (2014)?
Roberto Musso: En Habla tu espejo me encontré con que había llegado a un límite en ese tipo de canción más introspectiva que, ya de por sí, era algo novedoso para el Cuarteto. Se trataba de situaciones personales que estaba viviendo en ese momento y me pareció interesante poder volcarlas en mi veta artística. De todos modos, sabía que si seguía por ese camino compositivo más emocional, corría el riesgo de repetirme. Entonces, para estas nuevas composiciones decidí dejar el yo de lado y ver desde dónde escribir algunas críticas sobre la sociedad actual, la deshumanización globalizada y las miserias nuestras de cada día. Ahí surgieron varios personajes, como la bestia, el innombrable, Invisible, Gaucho power y el zombi, que les dieron título a algunos temas y al disco. A partir de ellos, el concepto del álbum fue tomando forma y dándole una frescura y una impronta muy distintas al disco anterior.
Conservando la ironía y la acidez típicas de tus letras, varias canciones de este disco giran en torno a la alienación, la masificación, los miedos, las reacciones violentas y a esos demonios que todos llevamos dentro y son tan difíciles de exorcizar. ¿Esa línea argumental fue buscada o surgió espontáneamente?
RM: Se fue dando, y me gustó seguir ese camino nuevo. Me puse a investigar por qué la gente está tan fascinada con las series de zombis y el cine clase B. Y leyendo entrevistas a George Romero, el director especialista en ese tipo de películas, él decía que los zombis son una metáfora de la sociedad en distintas etapas históricas, desde la militarización, el macartismo, las luchas raciales y el furor por el consumo hasta la decadencia de la familia como institución. Se trata de una comunidad de seres iguales, pero separados, sin objetivos, solo caminando por instinto y no por deseo, y carentes de futuro e ideología. Y, de alguna manera, eso es lo que vivimos hoy, por ejemplo, con la gente corriendo desesperada a comprar algo cuando anuncian liquidaciones.
Musicalmente es evidente la inquietud de ampliar aún más la paleta de colores y estilos ya variada que maneja la banda…
RM: Sí. Pero en esta oportunidad la búsqueda fue más por el lado de que la estructura de las canciones no siguiera un único patrón, sino que dentro de cada una haya cambios bruscos, como Invisible, que tiene una estrofa, un estribillo, un rap y luego vuelve a cambiar. Lo mismo sucede con Calma Vladimir, que empieza siendo una chacarera, pero termina siendo otra cosa. Intentamos que las canciones no fueran simétricas.
¿Por qué decidieron trabajar con Cachorro López en la producción, tras una década muy fructífera junto a Juan Campodónico?
RM: Juan tenía la agenda muy cargada: estaba grabando el nuevo disco de Campo y después seguía con el de Bajofondo. Y esa situación nos hizo pensar por qué no buscar otro productor y tener una nueva visión de nuestra música. Y fue el propio Juan quien nos recomendó a Cachorro, que estuvo muy complacido de trabajar con nosotros.
Santiago Marrero: Con Cachorro nos adaptamos a una forma diferente de trabajar. Estuvimos un mes y medio internados en su estudio, grabando primero las voces y después los instrumentos, y fue muy obsesivo a nivel general, lo cual estuvo buenísimo, ya que generó, quizás, la mejor grabación de todas a nivel vocal. Fue también muy práctico para aprovechar el tiempo al máximo y a la vez muy abierto a la hora de incorporar nuestras ideas y sugerencias si mejoraban el resultado final.
¿Es verdad que Gaucho power surgió después de ver el video de la selección alemana de fútbol festejando la obtención del Mundial Brasil 2014 tras vencer en la final a la Argentina?
RM: La pura verdad. Yo me recalenté cuando los vi cantando esa canción del alemán erguido y el gaucho caminando agachado. Así que me juramenté componer una canción que en alguna parte de su letra dijera “Este gaucho no se agacha”. Por otro lado, me interesó reivindicar la imagen del gaucho, que no la tenía como muy presente en el rock como sí lo está en el folklore. Además, aprovechando que ahora la banda es más conocida en lugares como México y Colombia, me gustó esa idea de hablar de algo de acá, del Río de la Plata, pero sin caer en la obviedad de componer un pericón o una zamba, sino de hacerlo con un ritmo dance. ¡Es el gaucho en tiempos de globalización!