
“Si van tirar un punch line que sea correcto, hermano”, aclara Duki a los presentes en la mesa antes de comenzar a conversar. El rapero criado entre Paternal y Caballito decide encarar la entrevista rodeado de amigos. “Familiares”, corrige.
A medida que avanza la charla aprovecha para nombrar a la parte de su equipo que está presente, y lo hace histriónicamente. Habla bien de cerca al iPhone como si fuera Osvaldo Principi pero con la cara tatuada. “Ferla ‘6 octavos’ motherfucker en la batería, Tizy ‘Oniria’ dedos rápidos en el piano y Taiwán ‘Yesan’ en el bajo papi”, relata cuando le toca nombrar a su banda. “Nachito ‘El Dorado’ mame en las visuales, bitch”, presenta después a su VJ. No están allí pero completan su equipo de trabajo el DJ e integrante de Coral Casino Roque Ferrari a.k.a. “OroDembow”, su hermano Nahuel, su padre Guillermo, Facu Alama de LAURIA y Tachu Heredia de Neuen. En la mesa también se sientan dos viejos amigos, quienes más tarde contarían alguna “loca aventura del Duketo” y Lucho SJJ −el trapero de 16 años a quien Duki decidió apadrinar−.
Todo transcurre en el viejo estudio de grabación de Víctor Heredia, devenido en las nuevas oficinas de Neuen Arte, productores musicales de temas como “Quavo”, “No me llores” y el recientemente editado “Trap ‘N Export”. El edificio de gloria folklórica y setentista, que acogió artistas como Mercedes Sosa, hoy se renueva con la fresca y arrolladora presencia del trap.
Rodeado de caras con las que ya compartió, al menos, dos giras de verano; se muestra templado y listo para desentrañar su historia y particular visión de la industria musical, a la cual viene golpeando como Cotto desde que dejó el freestyle.
Punta de lanza en la escena que representa, Duki es el faro del trap argentino que ilumina toda Latinoamérica. No solo fue el primer freestyler de El Quinto Escalón en llegar al millón de reproducciones con un tema propio, sino también el primer trapero argentino en tocar (y agotar) un Luna Park y hacer lo mismo unos meses antes en el Gran Rex. No sería sorpresa para nadie que pronto figure en los carteles de festivales estadounidenses o europeos. Todo esto sin siquiera editar un álbum. “Voy a armar uno en los primeros meses del año pero después voy a sacar otro para fines de año”, adelanta.
Los tiempos de Duki no son los de la industria: “hago lo que quiero como quiero y cuando quiero”. La frecuencia con la que edita singles no tiene demasiado sentido. “Los saco de contrabando. Son caprichos que me doy”, comenta con alguna risa. Los ejemplos abundan: “Mi chain de roque”, producido por OroDembow, lo publicó una madrugada cerca de las cinco de la mañana; “Lebrón” y “Ballin” producidos por Rojas se publicaron con la llegada del año nuevo, pero al poco tiempo de lanzar su single más potente, “Sin culpa”; y unos días antes editó en navidad su propio villancico “Mericrisma (MotorJom dirtymix)”, un track que grabó en el motorhome de gira. Y no estamos teniendo en cuenta sus colaboraciones en canciones de otros artistas.
Sin embargo, también reconoce que no está mal ir a medias, dejar los caprichos de lado y escuchar a quienes tienen más experiencia en la industria. “Siendo el jefe siempre voy a tirar para mi lado, pero todo Yan necesita un Yin, hay que lograr el balance. Está bueno tener alguien que te baje a tierra y que te diga ‘Eh guacho, acá no. Confiá en mí, yo ya la hice a esa. Seguime’. No está mal que te digan eso. Hablo mucho con mi equipo de producción y la gente de LAURIA. Estamos en esa, manteniendo distancia, pero escuchándonos”, explica.
Aunque fueron sus caprichos los que lo trajeron hasta acá, entiende que hay decisiones estratégicas donde el consenso es más sabio. “Por ejemplo, la gira de España yo la quería hacer a principio de año, pero me pidieron moverla para después del Rex. Cuando terminó ese show, enseguida entendí por qué me habían cambiado la fecha, lo sentí en el cuerpo. Yo soy muy de exigirme hasta no poder más, cuento todas las fallas de mis shows, cosas que la gente ni se da cuenta, pero yo anoto todo después. En ese momento, si ellos no me hubiesen movido la gira, quizá yo iba a España y hacía una gira regular. Con el Luna Park también movieron la fecha y acertaron”. Pero enseguida reaparece el contrapunto que lo convirtió en lo que es: “Igual, la mayoría de las veces yo soy el que dice ‘Acá seguime, vamos a tirarnos de cabeza, ¿qué puede salir tan mal?’”.
¿Sentís que eso es, justamente, lo que trae tu generación a la industria?
− Este último año dejé de sentir un poco ese hambre para que las cosas pasen. Ya no me levanto más en la mala, cuando siempre pensaba: “Guacho, ¿de verdad lo estamos intentando?”. Eso es lo que tenés que preguntarte todos los días. La clave para todo es arrancar conociéndose a uno mismo y jamás, pero jamás, mentirse. Por eso nunca voy a dejar de hacerme esa pregunta, ¿de verdad lo estoy intentando?
¿Y que sería intentarlo de verdad? ¿Un Grammy? ¿Tocar en el Madison Square Garden?
− Eso son trofeos… que ojo, los quiero. Sé que voy a tocar en el Madison Square Garden o Coachella algún día, quiero que la gente vea que estuve ahí y que flipen. Pero hablo más de energía que de logros. Hay algo que estoy arrastrando y, por eso, las cosas van pasando solas. Por eso es que unos terminamos de headliner y otros no. Existe una competitividad y está re bueno, pero ahora estamos jugando en una liga que nadie más lo hace.
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Son varios los tramos de la entrevista en los que Duki habla en plural. No es una generosidad vanidosa la que lo lleva a hacerlo, sino su conciencia de artista que lo hace comprender que él − aunque sea un referente − es parte de un todo del cual también forman parte otros, algunos de ellos, amigos. Quizá en “Lebron” lo explica mejor que nadie con frases como: “Cuando lo puse de moda no lo entendieron / Ahora que tamo’ en la joda dicen ta bueno” y “Que me tilden de agrandado y engreído / Pero lo’ mejore’ de acá son todo’ mis amigos”. (Entiéndase por amigos a Ysy A, Neo Pistea (#ModoDiablo), a C.R.O, Khea y Lucho, entre otros).
Muchos de estos artistas fueron parte de su show en el Luna Park, donde disparó frases como: “Hace mucho que Argentina no figuraba en el mapa, y ahora, volvimos a figurar”. Para el trapero, después del año 2000 el talento argentino −el cual igualmente abundó y abunda− perdió protagonismo en la región. Pero, hoy, países que llevan la delantera musicalmente como Puerto Rico, Colombia y España están mirando −y hasta migrando− hacia el sur del sur. “Esto es porque nosotros no hacemos trap, lo vivimos. Tanta hambre tenemos que llegamos a transmitirlo más allá de una pantalla. En los 80´ o 90`, el rock era el estilo de vida de los músicos argentinos. Charly, Spinetta, Cerati, Calamaro, todos esos locos vivieron fucking rock, ¿entendés? Y por eso lo llevaron a los más alto”.
Al igual que los íconos del rock nacional, Duki empieza a llevar su música mucho más allá de la Argentina. Artistas de la talla de J Balvin y Bad Bunny, entre otros, siguen sus pasos de cerca e incluso han manifestado su admiración por él. Ya tuvo importantes pasos por Chile, donde abrió y cantó junto a Bad Bunny en el Movistar Arena, y por España, país en el que dio ni más ni menos que 15 shows en su primera gira y lo vieron un total de 20 mil personas. “Siempre la flashé para bien fuera del país”, asegura.
Durante su paso por Chile, Duki pudo vivir las dos caras de la moneda en un mismo día. “Pase de estar con Bad Bunny en un estadio lleno de fans que querían la foto en el Meet&Greet y pudieron acceder a una entrada paga, a estar con los artistas del mismo género, pero del under y los barrios bajo en unas pocas horas”.
Después de su participación en el show de Conejo Malo, Pablito Chill-E pasó a buscar a Duki por el hotel y lo paseó por sus pagos, el barrio de Puente Alto. “Yo ni sabía dónde era, pero me subí igual, y cuando llegamos me enteré que era un lugar muy picante y los pibes eran los más ‘G’ (gangsters) de ahí. Nos bajamos en el punto, “colta”. Me di cuenta que la movida la manejaban ellos, unos menores con acceso a drogas, armas y autos. Pero lo usaban más conscientemente que chabones más grandes. Yo me quedé ahí ranchando y rapeando con los pibes. La gente del barrio fue muy cálida, me recibió con la mejor. Me comí alto fla’ mal. Lo vi al Pablito y dije este chabón tiene una energía, un Ki… guau…”, concluyó con una referencia al anime Dragon Ball.
¿En ningún momento tuviste miedo?
− No, guacho nunca. Me bajé del auto con todas las cadenas, todo el oro y uno podría decir que estaba regalado. Me podían zarpar si querían, pero en todo momento me hicieron sentir muy cómodo. Ellos tienen calle, trap posta.
¿En España también pudiste ver la movida?
− Estuve viajando mucho, me hubiese gustado frenar un poco más. Pero lo conocí a Yung Beef, hace mil años que escucho su música. Nos vimos en un local de zapatillas y lo vi muy templado al loco. Yo justo estaba con mi viejo y después de hablar un rato, mi viejo me tira “che, me cayó muy bien este pibe”. “Sí, a mí también” le digo. Es un tipo que está en la suya, casi bohemio, muy relajado. Se lo ve realizado en muchos aspectos, sabe lo que hizo. Ya tachó varias cosas de la lista.
¿Y vos?
− Sí, yo taché unos pares también.
¿Estás camino a ese estado con el que describís a Yung Beef?
− Sí, estoy camino a eso. Me siento realizado en muchas cosas, pero todavía sigo en carrera. Miro para atrás y veo que pasaron tantas cosas en este tiempo que no se bien que es lo que tache y que no.
PH: Mikeila Borgia
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En su primera entrevista con Billboard AR en febrero de 2018, Duki profetizaba: “Quiero llevar mis shows en vivo a otro nivel”. El Gran Rex con la apuesta de una banda en vivo para versionar algunos de sus tracks más aclamados como “Rockstar”, o en el Luna Park colocando una torre de tres pisos cubierta de pantallas leds en el medio del escenario, elevó su vara. A fines de enero fue más allá con su presentación ante más de 7 mil personas en Mute Mar del Plata, donde las visuales entre diabólicas y psicodélicas invitaban a un show más denso y oscuro. “Quiero generar un filtro con mi puesta en vivo”, explica. “Cuando hago un tema pienso en cómo decir las cosas para que la gente las entienda, sea directa o tácitamente. Me conecto mucho con el público. Nos damos cuenta que cada vez más se genera una energía y euforia más pesada, que es la que queremos lograr. Por eso, tratamos de generar una estética que acompañe y amplifique eso”.
Su show en vivo puede partirse, a grandes rasgos, en tres bloques. Comienza con temas como “Rockstar” con banda en vivo que roza el metal alternativo, “Xanax”, “Otro level” o “Vampiros”. Luego, llega un momento más bailable con “Loca”, “Sin culpa” y “Si te sentís sola”. Para finalmente, tras algo más electrónico cerrar con tracks de #ModoDiablo y “She Don’t Give a Fuck”. “Con el orden de las canciones manejo la energía y ansiedad del show”.
¿Cómo es la conexión que sentís entre tus canciones y tu público?
− Yo escribo sobre lo que vivo, es así. Nunca se agota ese lenguaje y hasta se profundiza. Nosotros vamos generando un público fiel que empieza a entender cómo evolucionamos. Soy más versátil que muchos del género en mis letras. Pero en muchos casos digo y cuento cosas que sólo las tiene una cabeza ya mayor. Algunas personas menores también, pero son casos especiales, como puede ser Lucho, que es un pibe que le tocó vivir otra y desarrolló otra mentalidad. Pero Luchito ve cuando nosotros nos equivocamos, ve lo bueno y lo malo. Nos ve bardear, sabe qué hacemos mal. Entonces aprende con que joder y con que no. Nosotros también le marcamos la cancha a él porque todavía es chico. Lucho es pillo y entiende.
También sos versátil con tus canciones.
− Sí y eso me da un espectro gigante. Yo no tengo un estereotipo de seguidor. Yo dejo un pie en el under y otro en el mainstream. Equilibrio, siempre.
¿Tenés tiempo para vacaciones?
− Vivo de vacaciones, es así. Vivo el fucking sueño americano, laburo con mi familia, me encanta tocar y me pagan por eso. Hago música como quiero cuando quiero y con gente que me quiere y yo quiero.
¿Cuánto te molestan los que se acercan por interés?
− Ya después de estos años manejo un nivel de filtro muy sutil. Soy pillo, si te saco la ficha no es que está todo mal de movida. Juego con eso. Son muchos más los que caen y piensan que no. Yo me doy cuenta del interés al vuelo.
Siempre hablas de la energía como el Ki de Dragon Ball, ¿qué tan elevado está tu Ki ahora?
− Del 1 al 10 mi Ki ahora está en 9. Voy a estar en 10 cuando sea 23 de febrero. Super Saiyan 4, gorila.
El 23 de febrero se presetará en el Buenos Aires Trap Festival. Las entradas se pueden adquirir por sistema Dale Play Ticket.