El sol desciende dorado sobre las Seven Magic Mountains, una instalación de arte a cielo abierto cerca de Las Vegas. Como si el atardecer y los pilares de piedra color caramelo del artista suizo Ugo Rondinone no fueran suficientes, los flashes fotográficos alumbran el cielo mientras DJ Snake posa y los ritmos afrobeat de “Drogba (Joanna)”, del londinense Afro B, vibran desde un parlante.
“Es el track que más suena en el barrio –dice Snake, el músico de 32 años nacido como William Grigahcine–. Quiero hacer un tema como este con Rihanna”. Es la clase de colaboración soñada que Snake –el DJ productor franco-argelino detrás de “Turn Down for What”, con Lil Jon, “Lean On”, con Major Lazer, y la colaboración con Justin Bieber “Let Me Love You”– podría hacer realidad.
La casual invocación de Rihanna refleja lo lejos que Snake llegó, desde un lugar más desolado en su carrera. Antes de lanzar “Bird Machine” –su primer éxito de 2013, que le ganó el apoyo de Skrillex, Dillon Francis y Diplo–, “estaba en un desierto, caminando solo, peleándola –dice–. Quería abandonar la música, estuve a punto de agarrar un trabajo por fuera de la música y de pronto, bang, Dios me bendijo”. Snake tomó esta idea para la cubierta de su álbum debut Encore, que lo muestra avanzando hacia una estación de subte parisina en medio de un fango arenoso.
De regreso en su habitación de hotel en el Wynn, Snake se recuesta en un sillón vistiendo una campera y un pantalón de atletismo. Se toca las gafas de sol y admite con una sonrisa que cuando se las quita, nadie lo reconoce. Se ríe al recordarse comprando tickets de reventa para el festival Ultra Music de Miami, dirigiéndose a la admisión general a pesar de hablar apenas algo de inglés. “Fuimos al backstage y conocí a RL Grime, Flosstradamus y Baauer –cuenta–. Conseguí todos sus números de teléfono y estaba tan excitado que al día siguiente les envié toda mi música”.
Nacido de padres argelinos en el pobre suburbio parisino de Ermont, Snake abandonó la escuela a los 15 años para trabajar en una disquería. Dice que nunca había fumado, bebido o consumido drogas, pese a que se hizo conocido como un joven artista callejero con toda la habilidad para escapar de la policía. Ermont es “como cualquier gueto en el mundo –dice–. Hay mucha pobreza, drogas, criminalidad. No hay esperanza. Vos sentís que a nadie le importa nada. Lo único que te dan es un campito para jugar al fútbol y todo está cerrado. Así que lo único que hacés es jugar al fútbol. No tenés otra cosa”.
Ahora, sin embargo, no pierde oportunidad para representar a Francia. Formó el colectivo de DJ Pardon My French con sus compatriotas Tchami, Malaa y Mercer en 2015, y así se convirtió en el primer artista en actuar en el Arco de Triunfo parisino, en 2017. Ahora cuenta con algunas superestrellas del fútbol entre sus amigos, como Neymar Jr. y Kylian Mbappé, y planeó su gira de verano en concordancia con algunas fechas del Mundial de Rusia. “No había posibilidad de que fuera a perderme los partidos”. También presenció la final en Moscú. Sentado junto al atleta olímpico Usain Bolt y el DJ holandés Armin van Buuren, rompió a llorar cuando Francia derrotó a Croacia 4 a 2.
“Nuestro país necesitaba esto –afirma–. Tuvimos un montón de problemas los últimos dos años. Les metí presión a los jugadores. Les mandaba textos para que pusieran todo en el campo de juego. Y al final ganamos… Todos se mostraron felices de verme llorar, porque no soy esa clase de tipo. Nunca muestro mis sentimientos”.
En bulliciosas escenas posteadas en Instagram puede verse a Snake cantando “Let Me Love You” junto a fans y jugadores, alzando el trofeo de la Copa Mundial con Mbappé y bailando arriba de una mesa con Paul Pogba, luciendo una medalla dorada. Al día siguiente, cuando despertó, tenía un mail del presidente Emmanuel Macron invitándolo a unirse al desfile por la victoria en París. “Me dijo ‘Los chicos en Francia te miran a vos’ –recordó parafraseando a Macron–. Y fue un gran momento para todos ellos, ver a este equipo campeón del mundo junto a gente de distinto color racial –africanos, árabes, gente de las indias orientales, franceses, italianos–, pero todos ellos franceses y representando a Francia”.
Snake canceló un show y se dirigió al desfile, vistiendo un abrigo color naranja neón junto al presidente. Cuenta que el presidente le agradeció y le dijo: “Necesitamos ver a alguien que empezó de la nada y terminó siendo uno de los artistas franceses más grandes del mundo”.
De adolescente, Snake seguía con avidez a intérpretes norteamericanos de hip hop como 2Pac y Fugees, aunque, admite, “no tenía idea de lo que decían. Yo solo escuchaba el beat, el flow, la vibra”. La inspiración para ser DJ le vino de una escena en el clásico film francés de 1995 La Haine, cuando el pinchadiscos Cut Killer se pone a tocar desde su ventana para el barrio que está debajo de su edificio.
Snake escaló hasta convertirse en el DJ de los clubes top de París, con una residencia en uno de los lugares icónicos de la escena hip hop parisina. Cuando se cansó de pasar siempre los mismos discos de rap, empezó a introducir sets de música house en sus performances. No fueron bien recibidos: “Recuerdo la primera vez que pasé discos de house; alguien me tiró un Air Force One en la cara. Entonces decidí parar –relata–. Yo quería pasar la música que me viniera en gana. Pero la gente tenía la actitud de ‘Estás loco, vas a perder toda la credibilidad y los fans’. Pero yo quería probar nuevas cosas y hacer mi propia música. Así me volví productor”.
Snake también tomó valor después de ver que su amigo (el DJ francés) David Guetta conseguía el éxito global gracias a su crossover con el pop. “Pensaba que podía hacerlo –recuerda–. No tenemos por qué estar al fondo del club, al lado del baño”.
Una noche, después de un show en París, Snake le dio un CD con sus beats al DJ norteamericano Clinton Sparks, con lo cual empezó una amistad entre ambos que lo llevó a los Estados Unidos. Ayudado por un amigo que oficiaba de traductor, Snake pronto se encontró produciendo a grandes artistas pop como Lady Gaga (“Government Hooker”) y Pitbull (“Shut It Down” y “Shake Señora”). Su trabajo en el álbum de Gaga Born This Way, de 2011, le generó una nominación al Grammy.
“Lo bueno de no hablar el idioma es que escuchás. Escuchás a todo el mundo, a cada productor, a cada compositor. Después un día decís ‘Ahora va a ser mi visión, no voy a escuchar a nadie más. Ya vi esto, lo conozco. Es brillante, pero ahora voy a entregarle al mundo mi brillantez, mi sonidoʼ”. Así llegó Snake a su primer gran hit, “Turn Down for What”, de 2013. Con una batería 808, la clásica voz sintetizada de Snake y una muy hypeada Lil Jon, el híbrido de trap y EDM encabezó los charts de música dance y alcanzó el N° 4 del Billboard Hot 100. Parodiada por gente diversa como Jimmy Fallon, Ellen DeGeneres y hasta Michelle Obama, la canción se convirtió en un hit viral. “Dios bendiga a Internet”, dice Snake.
Aun así, siente una enorme presión por evitar ser una estrella fugaz. “Fue muy duro para mí hacer música, pero nunca perdí la fe”, recuerda. Al final se convirtió en uno de los más prolíficos crossovers del dance, apuntalando cuatro top 20 en el transcurso de tres años: “You Know You Like It”, de 2014, con AlunaGeorge (N° 13 en el Hot 100); “Lean On”, de 2015, con Major Lazer (N° 4); “Middle”, con Bipolar Sunshine (N° 20); y “Let Me Love You”, de 2016, con Justin Bieber (N° 4). “Snake hace los beats más duros que existen –afirma Neil Jacobson, presidente de Geffen Records, el sello de Snake–. Si escuchás ‘Middle’ o ‘Lean On’, escuchás el sonido que solidificó Snake y que luego se volvió un lugar común de la producción actual”. Snake dice que “Let Me Love You” emergió cuando Bieber escuchó el demo y dijo que lo quería para él. Al principio el productor era escéptico, pero quedó deleitado cuando la estrella pop lo grabó en una sola sesión. “Justin me bendijo con un disco enorme –dice–. Es el nivel más alto de grandeza. Liquidó el disco en una noche, ¡bam!”.
Snake hace una reservada sonrisa al hablar de su segundo álbum, que está finalizando, aunque cuenta que incluye colaboraciones con estrellas como Cardi B (“Ella es auténtica, la más auténtica de este juego… Es la reina de este momento”) y una mezcla de electrónica y world music que puede apreciarse en sus recientes singles “Magenta Riddim” y “Maradona Riddim”, este último con la vocalización del nigeriano Niniola. Inspirado por una competencia de freestyle que escuchó en una estación radial hindú, Snake construyó “Magenta Riddim” alrededor de su caleidoscopio vocal y vio cómo se volvía un número fijo en los festival de la India este año. “Antes me influía mucho París, pero ahora mi mayor influencia es el mundo –dice–. No hay manera de que vaya a dejar pasar las cosas que se están haciendo en Brasil y la India”.
Snake disfruta de su rol como modelo para las nuevas generaciones. Con el objetivo de apoyar a jóvenes talentos, en marzo lanzó su sello Premiere Classe con dos grabaciones de Jersey Club DJs 4B y Teez. Pese a ser un fan del hip hop clásico, el francés aplaude a la actual movida de raperos que aparecen en SoundCloud (“Me gusta su realismo… no les importa nada”) y habla sobre “las calles” como una entidad viviente, que respira.
“No necesitás dinero para ser creativo –asevera–. Del gueto salen campeones todos los días. Quiero demostrarles a los chicos de cada gueto que podemos hacer cosas realmente buenas. Que podemos cambiar el mundo”.