Se levanta el telón de Joan of Arc: Into the Fire, en el Public Theater de Nueva York, y aparece Jo Lampert, algo punky, vestida de cuero negro ajustado. La Doncella de Orleans como nunca se la vio. Para armar esta visión cruda y resonante, David Byrne se juntó nuevamente con el director Alex Timbers. Volvieron a donde estrenaron su musical de 2010, Here Lies Love, y lo llenaron de himnos de rock cantados por soldados, miembros del clero y, por supuesto, la mártir francesa del siglo XV.
“Nunca fui un gran fanático del teatro musical –dice Byrne, de 64 años–. Pero el poder de las canciones para contar una historia es tentador: pueden meterse en el corazón y en la mente de un personaje de una manera que el texto jamás podrá”.
A pocos días de su estreno, el 15 de marzo, el icono de los Talking Heads y Lampert, corista del grupo indie Tune-Yards, reflexionan sobre cómo la historia de Juana de Arco se conecta con ciertas áreas grises de hoy.
¿Qué les atrajo de la historia de Juana de Arco?
Jo Lampert: Es una heroína real. Cuando ella escucha las voces, encuentra un propósito: el fervor por la libertad. Se hace cargo de esa fuerza y logra inspirar a otros.
David Byrne: Lo que sorprende, porque su historia se mantuvo por siglos, es que la gente todavía está buscando interpretarla. ¡Marine Le Pen, la candidata de la derecha francesa, se hace eco de ella! Se apropió de ella. La gente siempre quiso poner su impronta sobre lo que representa.
¿Cuál fue la de ustedes?
DB: A mí me atrae su enigma, su ambigüedad. La gente se engancha por la música, por la actuación de Jo y por lo que Joan representa. A veces tienen dudas: “¿Estamos apoyando a una fanática religiosa que lidera un ejército? ¿Estamos apoyando eso en esta época?”. Su personaje, entonces, se torna más complejo, menos perfecto, y el público entra en el conflicto.
JL: Al principio, eso me costó. Fue el día después de la elección y estábamos quebrados. Pregunté: “¿Qué es lo que la hace diferente a estas personas?”. Y la diferencia estaba entre vomitar vitriol y odio, y luchar por la unidad y el amor.
Mientras tanto, la música también se mete un poco en su sexualidad.
JL: Salí como queer en forma tardía, por lo cual ser pura y asexual es algo que me identifica desde chica. En Sword and Fire canto que ningún hombre me va a tocar de ahora en adelante y que renuncio a este cuerpo de mujer. Me pone nerviosa hablar de esta sexualidad de esta manera, porque tiene algo bastante binario. Hay una especie de postgénero en Juana de Arco.
DB: Está Dear God, en la que ella se encuentra encerrada en una torre y salta. Tiene un ensimismamiento al hablar con Dios que es bastante sexual.
JL: ¡Antes dijiste que Dios es el novio de Juana! [Risas]. Él es la conexión romántica con ella en muchos sentidos.