¿Cómo ves a la industria?
Entiendo la industria desde la búsqueda de nuevos talentos y en aprovechar las oportunidades que aparecen para que ellos crezcan. Más allá de los próceres de nuestra música, hay que ir renovándose. La esencia de este negocio fomenta la convivencia de las superestrellas clásicas, como Charly, LFC o David Lebón, con las del momento como Abel, Lali o Axel, y los nuevos artistas como Joystick, Valen [Etchegoyen] o Rocco [Posca]. Hay casos, como Nahuel Pennisi, que ya dejan de ser promesas para convertirse en realidad. A la vez, artistas de tanto prestigio como Santaolalla o Juanse hay que respetarlos y darles toda la importancia que de verdad merecen. Es necesario apoyar a todos simultáneamente.
¿Cuánto margen hay para la toma de decisiones en una compañía multinacional?
Mi jefe, Afo Verde, confía plenamente en mí y me da la libertad para tomar decisiones, pero siempre lo hago con una visión compartida. Nosotros, desde la Argentina, respetamos los lineamientos regionales de la compañía. Con Afo, además, nos une la amistad y lo quiero mucho. Con él hablamos constantemente y tenemos un ida y vuelta con los proyectos que van surgiendo. Yo me interrelaciono con gente, comparto información y tomo decisiones sobre la base de lo que siento y lo que escucho de ellos. No es algo unilateral ni estoy solo. Todo lo que construimos acá está basado en un trabajo en equipo.
¿Qué cosas son fundamentales para tu equipo?
Desde que empecé, lo que me enseñaron y aprendí es que hay que estar siempre cerca del talento. No creo en una compañía donde los ejecutivos estén lejos de los artistas. Tanto yo como Mariela [Croci, directora de Marketing] o Agustín [Sarricchio, Marketing Manager], o cualquier persona del equipo de Sony, establecemos relaciones cercanas que van más allá de lo profesional, no solo con los artistas de Sony Argentina, sino también con muchos de ellos a nivel regional. Nos conocemos como personas, más allá del vínculo ejecutivo-talento. Creemos en este tipo de relación. Por otra parte, no nos da lo mismo trabajar en la música que en otra industria, no es indiferente eso para mí. A nosotros nos gusta escuchar demos, ir a los shows y compartir momentos con los artistas, incluso de otras compañías. Soy una persona proindustria y busco que crezca. Entiendo nuestro crecimiento en función del crecimiento del mercado. Fomentamos relaciones win to win entre managers, promotores, artistas, medios y compañías. Trabajamos mucho para lograr eso. Así pensamos y se dieron las campañas Este Año Rock o Nuestra Música, donde tanto la música y el rock son de todos. Esa es mi visión.
¿Cómo está la Argentina en comparación con el resto del mundo?
Está ranqueada en el puesto número 20 en materia de contenido musical y tamaño de mercado. Pero es un puesto mentiroso, porque no tiene en cuenta ni los shows en vivo que se hacen acá ni el prestigio que generamos. Si no te fue bien en la Argentina, no podés decir que te fue bien en Latinoamérica. Es increíble, pero es así. El peso que tenemos, con lo que significa triunfar acá, es muy importante para los artistas de todo el mundo. No creo que U2 quiera tocar en la Argentina por los artistas que salieron de acá como Spinetta o Cerati. Tiene más que ver con que la audiencia argentina tiene una actitud muy roquera y es uno de los públicos más calientes. Es muy fuerte lo que vive un artista del exterior cuando viene a tocar. Los gritos, la cantidad de gente y la pasión por la música. En la Argentina hay dos pasiones: el fútbol y la música. La rivalidad que se vivía entre los Redondos y Soda explica una pasión muy parecida a un River-Boca. Así se vive esto, es eso mismo.
Con los cambios tecnológicos y la aparición del streaming: ¿estamos viviendo una época de oro de la música a nivel consumo?
Creo que estamos viviendo una época de transición. Aclaremos que la música nunca tuvo una época mala. Tal vez, el modelo de negocios de las compañías estaba en crisis y se tuvo que reinventar a raíz de la piratería. Hay que esperar para ver si el streaming será el modelo definitivo y cómo se irá desarrollando y la cantidad de jugadores que participan. Si bien se empiezan a ver señales de crecimiento, imagino que a futuro puede volverse mucho más grande y exponencial. Gracias a las plataformas de streaming, se anticipa una época más próspera para la música, pero igualmente no hay que dejar de lado el formato físico. Si bien vemos que hay una caída en las ventas, a veces por razones coyunturales de la economía, hay gente que todavía disfruta de tocar y sentir un disco. El vinilo es parte de eso; y el CD también es un producto muy noble que los artistas sienten importante. El arte, el diseño de tapa, las fotos, el booklet, el mensaje y las letras son cosas que mucha gente y los artistas valoran. No me gusta esa necesidad que tienen algunos de querer matar al disco o decir que no va más. Creo que no es real y tampoco le conviene a nadie.
¿Volvieron los singles?
El mundo del single reapareció cuando se legalizó lo digital con Spotify, Apple Music, Deezer, Vevo, Movistar, Claro Música, Personal y todas las plataformas. Este fue siempre un mercado de canciones, como cuando éramos chicos. La canción es la que marca la diferencia. Para la música pop actual, o el reggaetón, o lo urbano, o lo que llega de los Estados Unidos como Future o French Montana, es muy válido, y muestran un mundo de canciones pero que, tarde o temprano, terminan en un álbum. Así pasó con Chainsmokers, Calvin Harris, Maluma, J Balvin, Ed Sheeran o Bruno Mars. Todo termina llevando a una obra conceptual o integral que el artista necesita exponer.
¿Cómo llegaste a comandar tu equipo?
Trabajé siempre ligado a la música, desde el principio de mi carrera. Creo que llegué a liderar esta compañía porque Afo me dio la oportunidad. Yo no estaba en el mejor momento de mi vida personal por aquel entonces. Sí tenía mucha experiencia porque había sido director de Marketing en BMG; después, estuve dos años en Chile con la fusión con Sony y luego de conocer el mercado de allá fui el gerente general durante un año y medio. Cuando volví, me pidieron que fuera el director de Marketing del Cono Sur, pero que siguiera manteniendo esa gerencia. Hasta hoy, es un país que sigue bajo mi órbita. Insisto, creo que tiene que ver con la madurez y la experiencia. Yo aprendí mucho. La vida me golpeó también. Hace siete años me comí una piña de knock out cuando falleció la mamá de mis hijos. Había asumido la presidencia de la compañía hacía solo un año y mucha gente me ayudó, es algo que valoro siempre. Eso me dio una madurez muy importante y empecé a entender las cosas desde otro lugar y a tener más sensibilidad y comprender cuáles son las cosas importantes en la vida. Ese dolor me enseñó a ser mejor persona. No me gusta trabajar con maldad y trato de no hacerle mal a nadie. Sé lo que es pasarla mal y no da. Si nos va bien, creo que, en algún punto, tiene que ver con que somos buenas personas y amamos lo que hacemos.