Unos días antes del show que dará Cultura Profética para festejar sus 20 años hoy en GEBA, Willy Rodríguez atiende el teléfono desde su casa en Puerto Rico. Dice que el huracán Irma pasó por su ciudad, tiró unos árboles y que la sacaron barata. Habla con voz dulce y caribeña; está por ir a ensayar después un largo tiempo en el que Cultura Profética estuvo quieta: es que el baterista Boris Bilbraut se había quebrado la mano, y obligó a que toda la banda haga reposo. “Estamos viendo si para celebrar a nuestro público versionamos una canción argentina”, dice antes de definir la lista de temas del show.
La gira comenzó el año pasado: tocaron en casi todos los países del continente, pero sin poder concretar un show en Buenos Aires. Hoy, 22 de septiembre, al fin llegará la celebración con una unión a la que antecede una amistad: por primera vez, Cultura Profética tocará con Dread Mar I.
¿Cómo fueron los festejos por sus 20 años en Puerto Rico?
− Venimos de hacer un show muy grande, muy largo, donde tocamos un par de canciones de cada disco. Vimos que mucha gente joven estaba esperando que lleguen los temas nuevos, así que en Argentina no haremos un show por orden cronológico, pero sí haremos algunos temas históricos. Tal vez hagamos un cover de un cantante argentino y tal vez tengamos un invitado, todavía no podemos afirmarlo.
Festejaron los 15 con dos Luna Park, ¿qué se siente volver?
− Argentina es el país que más fuerte nos abrazó ni bien pudimos ir al sur. Tenemos muchas ganas de volver y ver a nuestra gente. Fue casi una depresión en la banda disipar el encuentro con nuestro público, pero el año pasado no pudimos ir por causas que nos superaban. Después de este show vamos a ir a Colombia, a Bolivia por primera vez, tocaremos en seis ciudades mexicanas y luego intentaremos terminar nuestro próximo disco.
¿Qué es lo que los hermana con Argentina?
− Creo que es por la necesidad que existe en Latinoamérica y en el mundo de que existan bandas con personalidad única. Sobre todo en Argentina, que tiene una historia de muy buena música, no sólo por lo bien ejecutada sino por la personalidad. También, estar en esa historia latinoamericana, tener tantas cosas por decir, cómo nos entendemos y que eso pueda ponerse en música. Eso crea la diferencia, porque la música que se escucha ahora tiene una personalidad genérica: es de masas, no dice nada, no tiene información.
Cultura Profética abrió el paso a un reggae con un ingrediente más romántico. ¿Lo ven así?
− Somos melosos, tenemos ese lado de la sensualidad bien marcada y a la vez somos aguerridos porque tenemos una historia que contar y batallas por librar. Nos interesa y nos importa lo que pasa. Estamos bien pendientes por el caso de Santiago Maldonado, estamos pendiente de lo que pasa en Latinoamérica.
El reggae tiene como base fundacional la voz social que expresa una lucha. ¿Qué pasó en estos 20 años de Cultura Profética en relación a los temas de sus primeras canciones y ahora?
− Creemos que por medio de la música podemos decir ciertas cosas. Antes lo hacíamos de una manera tan “en la cara” que muchos nos escucharon y otros no estaban preparados para tanta verdad. Gente que siente que la música es para entretenerse, para no pensar en los problemas, sino para relajarse. Haciendo un balance entre las dos ideas, en La Dulzura (2010) intentamos hacer un disco que sintetice un punto medio. Creo que logré poner los conceptos que manejábamos en una canción de amor, como La Complicidad, que es una canción que la gente se dedica, pero si vas al fondo de la letra están los ideales, la historia, la misma guerra.
Tocar temas universales para generar empatía.
− Exacto. Debemos atacar más la sensibilidad, buscar que las personas vuelvan a sentir. Que no les importe tanto ser los protagonistas, ser el foco de la red social, que los vean, lograr que les importe más lo que le pasa a los demás. Estamos viviendo épocas súper egocéntricas.
Hay una exposición de la intimidad, pero también hay otros movimientos impersonales como el de las mujeres. Ustedes tienen el reggaetón tan cerca…
− Sí, el otro ejemplo es hacer canciones más inclusivas. Demostramos en En la oscuridad o Ilegal que la sexualidad puede escucharse en una canción de una manera poética y bonita. Venimos de la misma isla donde un reggaetonero dice ir “pa’ bajo” o “rozarse”… nosotros también demostramos que existen otras maneras de abordar esos temas, y sentirlos de otra manera, con un valor poético y de vida.
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