Cuando la primera década del milenio moría, Sebastián De Caro, cineasta, abordó a su hermano Pablo, músico, con un guión que le estaba dando vueltas en la cabeza y con la necesidad de que un soundtrack que acompañara las ideas y, claro, las imágenes. Tres horas después del encuentro, estaba lista 20.000 besos, la primera canción, que daba nombre al film.
De los detalles se construye la historia: aquel miniconcilio de hermanos fue en el hogar de Pablo, el “mítico monoambiente” de la calle Bartolomé Mitre, en pleno centro porteño. Entonces, el De Caro músico, en plena disolución de Mataplantas, la banda que lo había tenido ocupado desde 2004, decidió armar una formación de guerrilla condicionada por el espacio reducido. La máxima: que cada músico tocara lo que pudiera cargar con las manos. Por ejemplo, la batería no tenía bombo y se tocaba de parado. El detalle se transformó en protagonista: Cosmo, el disco homónimo editado en 2011 a partir de las canciones compuestas para aquel film, es un manifiesto estético de la banda. El sonido está lleno de aire, pero es a la vez estimulante y, sobre todo, siempre está al servicio del mensaje. Porque ese parto instantáneo que tuvo la banda, hermanada al cine, determinó para siempre su identidad: De Caro no canta palabras, dibuja imágenes.
20.000 besos se estrenó en 2013, pero para entonces, Cosmo ya había sellado su membresía en todos los escenarios porteños que hacen respirar al under. Branas (2014), el segundo trabajo, continuó con la dinámica estética y lírica: el beat del folk como bastión, algunas salpicaduras de la new wave y el pop desprejuiciado como pulso conductor. Y el amor, siempre el amor, como plantilla predeterminada.
A mediados de 2016, editaron su tercer LP, Fundiendo los colores en el ruido, bajo la producción de Mariano Esaín (Valle de Muñecas). Donde antes había aire, ahora hay músculo, una fuerza que empuja al mensaje con un vigor anteriormente desconocido. Entonces, ahora sí, las palabras chocan renovadas contra los oídos. “Cuando alguien te gusta de verdad, un beso es demasiado y 20.000 no son suficientes”. Esa es la frase que da sentido a la película que empezó con todo esto. Cosmo, a su manera, replica el concepto: 20.000 canciones no son suficientes. Por fortuna, les falta componer algunas miles.
Para comprar tus entradas, hacé click acá.