A catorce años del famoso episodio de Janet Jackson en el show de medio tiempo del Super Bowl de 2004, conocido como el “nipplegate”, Justin Timberlake volvió a presentarse en el espectáculo. Dos cosas estaban claras desde antes que subiera al escenario: primero, que a la mayoría de Estados Unidos le encantaría; y segundo, la mayor parte de internet lo odiaría.
Después de que Jimmy Fallon diera el pie desde un cartel gigante de Pepsi, Timberlake comenzó la presentación. El primer disparo llegó Filthy, single de su nuevo álbum de estudio Man of the Woods, que salió dos días antes. Desde ahí en adelante fue un sin parar de clásicos: un total de 10 canciones con las que repasó toda su carrera musical.
Rock Your Body, Sexy Back y Cry me a River fueron sus tiros más contundentes, antes del homenaje sorpresa a Prince en su ciudad natal. Mientras Justin tocaba un piano, se alzó una tela gigante en la que se proyectó la imagen del músico de Mineápolis cantando I Would Die 4 U. Desde una toma aérea, se pudo ver como se formó sobre el estadio y sus alrededores el famoso símbolo de Purple Rain. En 2007, Prince tuvo su propio show de medio tiempo y hasta llovió mientras tocaba su canción más icónica.
Sobre el final, el cantante fue a lo seguro y cerró sus trece minutos de espectáculo con Can’t Stop The Feeling!, la canción de la película Trolls por la cual fue nominado al Oscar. Subió a la tribuna, saludó a la gente y hasta un afortunado niño obtuvo una selfie en vivo. «Super Bowls selfies», dijo luego irónicamente. Sin desvarios, ni demasiadas pretenciones, Timberlake tuvo su merecida revancha en el espectaculo televisivo con mayor audiencia a nivel mundial.