El reconocimiento del público, la participación en festivales, las colaboraciones mutuas y la eliminación de prejuicios, marcan a una generación lista para llevar sus canciones a toda la región. El coqueteo con el mainstream, el paralelismo contemporáneo con el movimiento urbano y la internacionalización como objetivo. Por Juan Manuel Pairone.
Pensemos en los últimos cinco años. Desde la primera edición de Lollapalooza Argentina, en marzo de 2014, hasta la reciente cuarta entrega del festival La Nueva Generación (a esta altura LNG). Sólo en ese lapso de tiempo han pasado más cosas en la escena ya-no-tan-emergente que en los otros catorce años que pasaron desde la llegada del nuevo milenio. Para verlo con claridad sólo hace falta enumerar una serie consecutiva de sucesos que ya no sólo afectan a un puñado de artistas y público de nicho, sino a una corriente con cada vez más peso en la historia de la canción argentina.
Juan Ingaramo y Bandalos Chinos estuvieron nominados en los últimos Latin Grammys y fueron los representantes de la escena argentina junto a Paulo Londra, el artista argentino con mejores estadísticas en 2019. Junto a ellos también estuvo Marilina Bertoldi, que además ganó el Gardel al mejor álbum del año (el primero para una artista lesbiana y emergente) y ya es un ícono generacional. Ca7riel y Paco Amoroso irrumpieron en la escena apenas hacia la segunda mitad de 2018 y cerrarán este 2019 en el estadio Obras. LOUTA cambió la forma de encarar los espectáculos en vivo y ya tuvo su primer periplo europeo a sólo 30 meses de lanzar su primer álbum. Con menos de dos años de carrera, Conociendo Rusia anunció un teatro Gran Rex para 2020. Usted Señalemelo es una referencia tan grande para el rock actual que muchos se animaron a comparar al trío mendocino con lo que en su momento generó la progresiva llegada de Soda Stereo a toda Latinoamérica. Luego de un crecimiento vertiginoso, Salvapantallas se acaba de separar para dejar servidas en bandeja las futuras carreras solistas de Santiago Celli y Zoe Gotusso, dos que saben lo que significa pasar de tocar versiones en bares a llenar teatros con canciones propias (ni hablar de lo que implica bautizar a un grupo con el nombre de una canción de su ídolo personal como Jorge Drexler, para luego terminar compartiendo estudio y escenario junto a él).
La lista podría seguir, bucear aún más en el tiempo e incluir a referentes como Él Mató a un Policía Motorizado –que hoy es tan local en España como en México, La Plata o CABA, con un Tecnópolis y un Malvinas Argentinas como hitos masivos-, Los Espíritus –que hasta las denuncias por acoso a Maxi Prietto parecían destinados a llenar con comodidad el vacío de íconos rockeros contemporáneos-, o El Kuelgue –los primeros de esta generación en recuperar al estadio Obras como templo de celebración popular-. A la par, Sara Hebe, Miss Bolivia, Lo’ Pibitos, Los Caligaris, Perras On The Beach, Indios, Chita, Las Ligas Menores, 1915, Barco, Las Ex, Telescopios, Fémina y varios nombres más amplían, cada uno a su escala y en su especificidad, los horizontes estéticos de un rock/pop argentino más heterogéneo que nunca.
RECORRIDO
La genealogía de mucho de lo que hoy explota frente a los ojos del gran público es difusa. Dependerá de la mirada y la posición en el mapa musical argentino para adjudicar tal o cual factor como más preponderante o definitorio. Sin embargo, y más allá de las precisiones estadísticas, es probable que muchos analistas coincidan en ver a la escena platense de principios de los 2000 como el germen de lo que hoy puede verse en cualquier festival que programe a tono con este pulso del presente: nuevas canciones cantadas por nuevos públicos, nuevos himnos para un tiempo efectivamente propio, ya alejado para siempre de mandatos de generaciones pasadas (esas que aún pregonan “la muerte del rock”).
El sello Laptra fue clave a la hora de instalar un concepto que hoy suena oxidado pero que durante un buen tiempo marcó ese instinto de renovación, el indie. Ese constructo tan heterogéneo como atractivo, tomó forma primero como sonido de guitarras de herencia alternativa pero se disgregó al calor de Internet, los crecientes home studios y la posibilidad de compartir música a través de plataformas como MySpace o Bandcamp. Cuando en agosto Santiago Motorizado compartió junto a Fito Páez una preciosa versión de «El Tesoro», un círculo pareció cerrarse. Después de años de trabajo desde la independencia total, vaya si suponía un reconocimiento en materia de cultura –y cancionero- popular.
La otra gran corriente que aparece en el frente es la que tuvo lugar en Córdoba, con diálogo permanente entre la capital provincial y Villa María, ciudad que vio nacer el proyecto Discos del Bosque entre finales de 2011 y 2012. Aquel sello fundacional en esta nueva corriente de canción pop hecha en Argentina dio lugar al surgimiento de proyectos como Rayos Láser, De la Rivera, Hipnótica, Juan Ingaramo, Francisca y los Exploradores, Candelaria Zamar o Valdes. Todos ellos aportaron en la construcción de una nueva tradición, moderna y desprejuiciada, pero absolutamente comprometida con el valor de la canción como paquete artístico y discursivo.
Un lustro después, Mendoza tomó el toro por las astas. Condensando el trabajo de una década, y refractando la influencia de Mi Amigo Invencible o Pasado Verde, Usted Señalemelo publicó II (2017) y nada volvió a ser lo mismo. En paralelo, Perras On The Beach y Simón Saieg –más un esporádico aluvión cancionero generado por Luca Bocci– lograron tocar una fibra generacional que descolocó a varios e inspiró a muchos más. El “manso indie” copó Niceto Club (y Buenos Aires) de la noche a la mañana y poco a poco obligó a repensar la escala de la escena toda. De repente, lo que se había deseado durante mucho tiempo se hacía realidad.
El impacto de muchos artistas en plataformas digitales dio lugar a una inesperada pero entendible proyección continental. Quizás el caso paradigmático sea el de Bandalos Chinos, que con una estructura 100% autogestiva marcó el rumbo al poner a México en el centro de su mapa particular. Allí, a sólo dos años de haber consolidado una base de convocatoria propia –que este diciembre ya logró agotar Konex en sus propios términos-, el sexteto pudo replicar se seguidilla de funciones agotadas en Buenos Aires con un Lunario del Auditorio Nacional a sala llena, el equivalente a la escala Niceto en el DF mexicano. BACH (2018), otro de los discos fundamentales de los últimos años, fue el producto creativo que impulsó al grupo de Beccar a dar ese salto.
Detrás de ellos, proyectos como El Zar, Ainda, Guli, Delfina Campos, Axel Fiks o Panchito Villa muestran que la canción pop también se encuentra en plena renovación en la zona urbana más grande de la Argentina. No es menor que para esta generación muchos de sus referentes provengan del llamado interior del país y que la retroalimentación con circuitos provinciales haya llegado a un punto de inflexión a nivel histórico. Que haya eventos de peso en regiones antes ignoradas –como el circuito de festivales emergentes de la Patagonia- o que el propio INAMU haya incentivado la circulación interna a partir de estímulos para artistas y productores son síntomas de esta nueva escena nacional que excede y por mucho lo que sucede antes de cruzar la General Paz.
CONSOLIDACIÓN
En esa expansión federal y en la consolidación de un universo con peso propio en materia periodística fueron claves festivales como Buena Vibra, La Nueva Generación o GRL PWR. Entre varios otros, estos tres se destacaron como focos de acción donde público, artistas, productores, medios y trabajadores de la industria toda entendieron poco a poco que un nuevo estadio en la línea del tiempo de la música nacional ya era un hecho. Sólo en 2019, Buena Vibra realizó su primera edición anual con 14 mil personas, GRL PWR se expandió nacionalmente y convocó a 4 mil asistentes en Córdoba, donde LNG reunió a 30 mil en su primera edición de dos días de shows.
En un contexto en el que el corte de tickets no deja de crecer, con varios artistas que venden entre 5 mil y 10 mil entradas por año con comodidad, la música en vivo ha vuelto a recuperar su lugar de espectáculo trascendental para la cultura joven. No es casual tampoco que los números de reproducciones y visualizaciones de esta camada de bandas y solistas se hayan disparado casi en paralelo. No se trata, claro, de los números astronómicos que pueden tener referentes del trap como Duki o Nicki Nicole, pero los casi 500 mil oyentes mensuales de Bandalos Chinos o Usted Señalemelo en Spotify, o que los tres últimos videoclips de Marilina Bertoldi superen el millón de vistas en YouTube, representan datos inobjetables de un crecimiento que no sólo es concreto, sino que es apenas un hasta ahora.
Hacia el final de la segunda década de este milenio, las certezas parecen cada vez más claras. Un ecosistema integrado florece y se multiplica cada semana, con la llegada de nuevos lanzamientos y con anuncios de shows cada vez más grandes y ambiciosos. La creciente respuesta popular, postergada durante años, confirma cada vez más ese diagnóstico que circula a través de Internet, las plataformas digitales y las redes sociales a una velocidad sorprendente. Esa es la muestra cabal de que hay algo específico de este tiempo que merece ser contado en sus propios términos. Una nueva escuela de pensamiento y acción creativa. Finalmente, un salto de página hacia otra etapa gloriosa en la historia de la canción argentina.
Manuel Pizarro – Abogado, Productor artístico
Considero muy importante que se reconozca a esta camada de artistas en una tapa. Tuve la suerte de acompañar algunos de estos artistas en algún momento de su carrera, o programarlos en ciclos en La Viola, Roxy o en el festival del Polo Saldias, y pude ver de cerca su crecimiento y desarrollo. A diferencia de otras generaciones anteriores, veo mucha más hermandad, apoyo y colaboración entre todos. Esta camada volvió a poner las canciones argentinas en el mapa regional y son, en la actualidad, grandes representantes de nuestra música. Otra característica es que se trata de una camada federal, compuesta por músicos de todas las regiones del país, especialmente de Córdoba, Mendoza y Santa Fe.
Agustina Ruiz Teira – Comunicación y PR
Esta edición de Billboard refleja un momento clave en la industria musical nacional, todas estas bandas que forman parte de esta foto son piezas fundamentales para describir lo que está pasando en Argentina y que ya está pisando fuerte en países como México, Chile y Uruguay. Son, en su mayoría, bandas sub 30 que llenan teatros, salas y muchas son independientes, sin sellos discográficos o grandes productoras que acompañen. Cabe destacar que la escena dejó de ser federal y aparecieron muchas bandas de Córdoba, Mendoza, La Plata y Santa Fe. Es muy hermoso poder ver la camaradería que hay entre ellos, ya sea arriba o abajo del escenario. Salas como Niceto Club, La Tangente y festivales como Buena Vibra o GRWL PWR hacen que esta nueva escena continúe creciendo y se posicione fuerte al lado de bandas y artistas con un recorrido más grande.