Que Aretha Franklin cambió cada vértice de la música pop no es novedad. Pero uno también puede escuchar un álbum de Franklin (quizás una sola canción) y encontrar gran parte del hip hop y el R&B. ¿Implausible? Esa es la cualidad recurrente del ADN, que es al mismo tiempo reiterativo y nunca completamente repetido. En 1972, un crítico de Rolling Stone escribió que Young, Gifted and Black era errático, lo cual es cierto en tanto y en cuanto el viento y el mar son erráticos. Pasamos la vida estudiando las fuerzas que nos generan, y parece razonable decir que en 2018 finalmente quedamos absortos con este álbum.
Los intérpretes en Young, Gifted and Black son las estrellas del sampling antes del sampling. ¿El flautista Hubert Laws? Sampleado por Jay-Z. ¿El guitarrista Cornell Dupree? Sampleado por MC Eiht y Buckshot. ¿Dr. John? Sampleado por docenas de músicos, incluyendo a Fatboy Slim, John Legend, Massive Attack y Ice Cube. Y el resto de la banda no fue tanto sampleada como transferida en masa al corpus del hip hop: Donny Hathaway, Billy Preston y los tres grandes bateristas Ray Lucas, Bernard “Pretty” Purdie y Al Jackson Jr., de Booker T. & The MG’s.
Aparte del “quién”, el “qué” del álbum representa una sensibilidad que llevará décadas hasta convertirse en el lenguaje operativo básico del pop. “Day Dreaming”, una composición de Aretha, puede olfatearse en el nuevo álbum de Kali Uchis, una dosis de R&B llevadero, duro en bajo y coros, retorcido en las puntas con toques de producción psicodélica.
La grabación de Aretha de “The Long and Winding Road”, de los Beatles, evoca a covers de hip hop aún no grabados, especialmente a la versión de los Fugees de “Killing Me Softly”, de Roberta Flack. El baterista Lucas es fuerte bajo la superficie, parte del pulso empareja al pop con el hip hop, suficientemente lento como para relajar, pero suficientemente pronunciado como para mover cabezas. Si el hip hop tomó al mundo por asalto, pasó porque el mundo siempre estuvo preparado para el hip hop, una música experimentada en la práctica de la innovación y la excavación. Hacia el final de esta breve performance, Aretha y su banda citan al blues, el góspel y variantes de funk que aún no existen. La voz de Franklin anuncia y da cabida a todo lo que la banda hace. Ella marca la catarsis del coro, flota en un modo vernáculo y aplasta los límites de su rango del mismo modo que Maceo Parker hacer hervir su saxofón. La voz de Aretha hace todo, y eso es lo primero que nos dicen todas sus grabaciones.
Y después está “Rock Steady”, el fuego sobre el agua. La canción es solo un modelo, un acorde para el verso y otro para el quiebre. En la performance, estalla en un caleidoscopio. Las coristas, dos de ellas hermanas de Aretha, brotan de una alegría pasiva, suficiente para sonar como si estuvieran animando a Aretha desde la vereda de enfrente. Los Memphis Horns son fuertes y confiados, quizás un poco sueltos.
Y después está el baterista, Pretty Purdie, la única persona del track que puede desafiar a Franklin. La canción toma la recta final como un espiral, trabajando su salida desde su penúltimo momento, cuando la partitura de Franklin sale volando y Purdie –según Purdie– tuvo que improvisar cuatro compases mientras el resto se relajaba.
Este es un momento que se refracta: el break dance y el hip hop suenan como este momento porque este momento se transformó en la cultura del hip hop. Purdie utiliza los platillos, el bombo y los redoblantes para subdividir el conjunto de un modo que refleja cómo el hip hop irá a deconstruir canciones. No es solo que el corte de batería es un gran loop: es que Purdie corta “Rock Steady” en partes que antes no se veían.
Cuando pasás la canción hasta llegar a la cima, luego del corte, escuchás a Aretha iluminar la pasarela, construyendo intensidad desde los niveles básicos (de por sí más calientes que los del resto) hasta sus gritos y gemidos, que parecen estar llorando por Purdie, pidiéndole a alguien que corte la tierra por la mitad y deje brotar la luz. A los 2:37 minutos, parece que Purdie, consciente o no, airea toda la habitación, echando a todos y volviéndolos a invitar, todo en unos pocos segundos. Las primeras palabras que dice Aretha tras el corte de Purdie (“Es un bajón que se siente funky”) explican lo que pasó y lo que volverá a ocurrir.