En uno de los tracks de Polcas de mi tierra, un inmigrante ucraniano narra la historia de un alemán que durante la Segunda Guerra Mundial importaba armas a la Argentina. Apostaba a la expansión del nazismo, y traía esas armas encerradas en cajas de madera hechas con pino europeo; cajas que el padre del inmigrante reconvirtió en una cuna para sus hijos y luego, en un violín artesanal. A 20 años del lanzamiento de aquel álbum fundamental del Chango Spasiuk, la anécdota todavía resuena en la mente de su creador. “El tiempo pasa y todo se resignifica, como esa madera…”, dice él, sentado en el sillón de una sala de su casa de Villa Urquiza, acompañado por Pedro Canale, el cerebro detrás de Chancha Vía Circuito.
Aconsejado por Naku Berneri –ingeniero del estudio Camarón Brujo– el misionero decidió convocar al bonaerense para usar las nuevas tecnologías a favor de su música. “Siempre fantaseé con probar algo así, y en especial con este disco. Como es tan de antihéroes, de personas tan marginales y de inmigrantes y agricultores del interior de Misiones, vi un mundo al cual nadie le prestaría atención para hacer un proyecto de música electrónica. Encontrarme con esto derriba mis prejuicios”, reconoce Spasiuk. Quizás, la decisión de enviar Polcas de mi tierra al laboratorio ilustra mejor que nunca su deseo de buscar nuevos horizontes partiendo desde la tradición, esa inclinación que comenzó a mostrar en discos como Chamamé crudo (2004) o Pynandí (2009). “La sintonía la agarramos instantáneamente –cuenta Pedro Canale–, porque ni bien Chango me contó la propuesta de revisitar ese disco usando fragmentos de grabaciones de campo, me pareció un lindo desafío. Al toque me dieron ganas de subirme al barco… al barco de los inmigrantes [risas]”.
Aunque la voluntad de Spasiuk es homenajear a Polcas de mi tierra, Pino Europeo es un proyecto envuelto por la idea de experimentar, que se impone frente a todos los estereotipos. Por ejemplo, la invitación a Miss Bolivia a colaborar en uno de los tracks (“Es muy bello lo que ella ha escrito sobre los inmigrantes”, adelanta Spasiuk). Además, el álbum no tiene fecha estimada de salida, porque los músicos priorizan el convencimiento antes que la velocidad. De hecho, a pesar de los meses que llevan trabajando, hasta hoy solo lanzaron el single “Distancia”. El resto pudo verse en la soberbia presentación que dieron en diciembre pasado en Niceto Club, a sala llena, donde mostraron algunas versiones embrionarias: Chango Spasiuk en el acordeón, Pedro Canale sampleando, un percusionista, tres coristas ucranianas, un violinista y una chelista conformaron el ensamble que unió la polca con el dub y la electrónica. El próximo 27 de abril, van a repetir en el mismo espacio, pero esta vez podrán mostrar el avance que hicieron sobre las canciones durante todos estos meses.
¿La polca, ante todo, es una música festiva?
– Chango Spasiuk: Hay canciones tristes o melancólicas. Hay mucha añoranza también, pero la celebración está ahí, porque es música de campesinos que escaparon de la guerra, del hambre, y encontraron un lugar en el cual trabajar en paz. Detrás de todo ese dolor, hay celebración.
– Pedro Canale: Por más de que cambien las latitudes, la música tradicional tiene un poder muy especial. Son personas del campo; quizás, lo que se expresa con la música tiene melodías distintas, pero la esencia humana es la misma: la soledad, el desamor, el amor, el trabajo, el dolor humano. De eso parece que habla la música de todo el mundo.
–CS: Y de la esperanza…
Ignacio Arnedo
La intersección entre las carreras de ambos músicos tuvo razón de ser gracias a su inquietud por explorar nuevos formatos. “[La música del Chango] era un mundo completamente desconocido para mí. Quizás uno tiene escuchado algún vals o esos ritmos, pero así como vinieron, se fueron –reconoce Pedro Canale–. El Chango se ocupó de mostrarme la diferencia entre la polca y el chotis, y a prestar atención a los acentos. Era como una abuela renga que costaba entender cómo caminaba. Los golpes a tierra desafían a cualquier percusionista. A mí me apasionan los ritmos y acá encontré algo muy lindo. Tiene un groove muy especial”. Spasiuk agrega: “Para mí, lo nuevo es tocar sobre loops y máquinas, y aprender que las canciones no pueden ser interpretadas de la misma manera. Es algo que también estuvimos comprobando cuando empezamos: de golpe tocábamos una canción igual que como la tocaba yo acústica, pero sumándole máquinas, y realmente no funcionaba”.
Esta tendencia a buscar respuestas laterales les permitió incorporar formas distintas de composición. Canale se ocupa de dejarle las bases en Camarón Brujo, y sobre esas bases, Spasiuk graba el acordeón y produce las partes del violín, el chelo y la percusión acústica, para que después Canale vuelva a inyectarle lo suyo. Este método, además, les da mayor libertad de trabajo, ya que ambos continúan avanzando en sus proyectos personales. “Es como si la polca estuviera mezclada por un montón de texturas, y en el medio, la canción apareciera en su estado natural. Es una electrónica más orgánica. No la típica de puros graves, sino desde otra perspectiva. Después se empieza a fundir y a mezclar en las texturas de Pino Europeo. Están montadas sobre loops rarísimos y diferentes. Me parece mucho más original eso que simplemente decirle a Pedro que toque cuadrado, con sus herramientas técnicas”, explica Spasiuk.
Hay algo en la comunión entre ustedes que genera un interés inmediato, sin necesidad de haber escuchado algo antes…
– Pedro Canale: El Chango está tan asociado al chamamé y yo a la música andina que genera más intriga aún. ¿Qué va a pasar ahí?
– Chango Spasiuk: Y con Pedro todavía no hemos abierto la puerta del chamamé.
– PC: Porque vos no querés…
¿Qué están pensando para después de Polcas…?
PC: Yo propuse cumbia, pero el Chango todavía no quiere entrar ahí.
CS: Le dije: ‘Pedro, es muy fuerte todo esto para mí. Vamos de a poco’.