Un homenaje a la obra de Gustavo Cerati tenía que sonar actual. Música del aquí y ahora. Porque el ex líder de Soda Stereo nunca se durmió en la nostalgia; siempre estaba buscando la innovación sonora, expandir los límites de la canción. Su amigo y compañero de ruta, Richard Coleman, lo tuvo claro desde el primer momento en que decidió comandar el show que se celebró el 21 de junio en el Planetario, como cierre de la octava edición del Festival Emergente.
Coleman, Leandro Fresco, Fernando Nalé, Martín Carrizo y Gonzalo Córdoba ensayaron meticulosamente durante semanas bajo las instrucciones que Cerati hubiera dado. “La sensación era que en cualquier momento Gustavo entraba a la sala”, comentó Fresco a Billboard. Y así se sintió en Fuerza Natural, el primer tema que abrió el concierto. La banda tocó a la perfección toda la canción sin una voz principal. Como si el cantante se hubiera retrasado en el camarín y estuviera por entrar a escena de un momento a otro.
El primer invitado fue Leo García, a quien Cerati descubrió cuando cantaba en Avant Press. Tal fue el impacto que esa banda causó en Cerati, que Soda Stereo hizo una versión de Cibersirena en el Festival Alternativo de 1996. Leo cantó formidablemente Magia y La excepción y dio paso a su compañero de aventuras de la gira de Soda de 2007, Leandro Fresco, quien le puso voz a una versión contundente de Av. Alcorta, canción del primer álbum solista de Cerati, Amor Amarillo.
Era reconocida la actitud de Cerati de apoyar a los artistas emergentes, más justificada entonces la inclusión de Alejandro Álvarez [Karaoke], cantante de la banda Barco y colaborador frecuente de Poncho, y la de Bruno Albano y Tomás Putruele de Banda de Turistas [Rapto].
Ale Sergi y Juliana Gattas de Miranda! cantaron Uno entre 1000 y Paseo Inmoral, que incluyó un final demoledor, sin dudas uno de los mejores momentos de una banda que sonó impecable.
Cuando Benito Cerati ocupó el centro de la escena, la ovación fue unánime. La presentación del hijo de Gustavo y Cecilia Amenábar estuvo cargada de simbolismo: no solo era el Día de Padre y el cumpleaños de su abuela Lilian Clark, sino que cantó las partes de su madre en Te llevo para que me lleves. Seguramente a todos los del público se les pasó por la memoria el video de ese tema, que mostraba a Cecilia embarazada de Benito.
La noche iba ganando en emoción y cada invitado fue dejando su marca: pasaron Fernando Ruiz Díaz de Catupecu Machu [Deja Vu]; y Alejandro Lerner [Crimen] y Pedro Aznar [Cactus]. Estas dos últimas fueron versiones muy sentidas, sobre todo la de Lerner acompañado solo por su piano.
Y llegó una concesión a la consigna de tocar solo el material solista de Cerati. Sin invitados, al mando de Coleman, la banda tocó una exquisita versión de Toma la ruta, canción de Dynamo [1992], el álbum que marcó un quiebre sonoro en la discografía de Soda Stereo. Si bien el público hasta ese momento no había cantado por Soda, fue bienvenido la inclusión de material del trío, que en definitiva es parte esencial del legado del homenajeado.
Siguiendo en esa etapa colorida y moderna, acorde a lo que sonaba en Londres por aquellos años, un sonido que atravesó la obra de Cerati a principios de los 90, Walas de Massacre le puso el cuerpo a Marea de Venus, canción de Colores Santos, el proyecto de Cerati y Daniel Melero. Y después cantó Cosas imposibles, el hit de Siempre es hoy, quizás el álbum menos valorado en su momento de Cerati.
Ya estaban cubiertas casi todas las etapas de Cerati (faltó su faceta más experimental y electrónica, la de sus proyectos Plan V, Roken y Ocio). Los invitados cantaron temas de todos sus discos solistas, hubo una inesperada inclusión de Soda y se recordó a Colores Santos. Faltaba un guiño al rock nacional de los setentas, al que Gustavo frecuentó en Comfort y música para volar, cuando Soda interpretó Génesis de Vox Dei e incluyó el punteo de Cementerio Club de Pescado Rabioso en el medio de Té para tres. Fue muy acertada, entonces, la inclusión de David Lebón para Adiós, el tema que trae una frase que tomó un fuerte resignificado luego de la muerte de Cerati: “poder decir adiós es crecer”.
Lago en el cielo, cantada por Coleman, fue el preludio del gran final: Puente, la del “gracias por venir”, que junto al #GraciasGustavo fueron las consignas de la noche. Todos los artistas invitados cantaron la última parte, mientras en un rincón del escenario Benito tomaba de la mano a su abuela Lilian y en la pantalla gigante se proyectaban imágenes del icónico video, en cuyo final Cerati abandona su nave porteña para volar al encuentro de un sol que se multiplica. Una imagen que vista hoy toma un significado totalmente diferente y emotivo.
“Así terminó una gira que quedó inconclusa”, fue la despedida de Coleman. Y el objetivo de dejar a la música de Cerati en lo más alto, quedó cumplido con creces. Queda ahora un enorme vacío en la música argentina que difícilmente otro artista pueda llenar. Pero como dice Gustavo, “del mismo dolor vendrá un nuevo amanecer”.
Fotos: Gigriders