Cabello también probó que es un torbellino dinámico en el escenario, una ágil vocalista en vivo (no tuvo problemas con esas notas altas de Bad Things), una bailarina nata y una sorprendentemente buena guitarrista.
Vestida de negro –pantalones holgados y una chaqueta corta que dejaba descubierta su panza−, contrastaba con sus músicos y bailarines, que estaban de blanco. Abrió con la subestimada OMG, irradió alegría y disfrute en sus 35 minutos de performance, y se mostró agradecida y emocionada por la respuesta de los fans de primera fila –se mantuvo atenta a sus reacciones, y se aseguró de que una chica que estaba llorando estuviese bien−.
Sus hits más conocidos, Crying in the Club y Bad Things(cuya version de estudio es junto con Machine Gun Kelly), fueron las más ovacionadas, pero la mayoría de esos que estaban cerca del escenario sabían todas las letras de sus canciones, incluso esas que nunca entraron al Billboard Hot 100: la autenticidad de Cabello está cosechando fans a largo plazo.
“Esta es mi primera vez que tengo una presentación de esta dimensión. Tengo mucha presión”, dijo antes de la balada I Have Questions. “El tema trata sobre una persona que pensé que iba a estar en mi vida para siempre… pero después me desperté de ese sueño”.
Pero no podía dejar a la multitud con un gusto amargo. Para su última canción, I’ll Never Be the Same, se calzó una guitarra eléctrica, para dejar en claro no solo su potencial como estrella pop, sino también como rockstar.
Además, jugó con Diplo al juego “Cuánto conocés a tu amigo”, en el que se les hicieron preguntas a ambos para ver si coincidían. Junto con Travis Scott y Quavo, Diplo (con Major Lazer) y Cabello grabaron Know No Better.