Consolidado primero en Argentina y luego en la región a través de sus románticas baladas, muy pronto Axel descubrió que, con el tiempo, establecerse en la zona de confort de una fórmula probada lo condenaría, sin dudas, a un círculo vicioso. Sin abandonar por completo ese perfil que lo define, el cantautor oriundo de Rafael Calzada optó entonces por la experimentación, el correr riesgos e involucrarse de un modo directo en la producción de sus álbumes.
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A partir de «Tus ojos, mis ojos», lanzado en 2014, su propuesta se actualizó, virando hacia un pop por momentos más rockero y en otros más bailable, amén de algunos coqueteos folklóricos. Ya en «Ser», su octavo y más reciente trabajo discográfico, el plan de reinventarse tomó una nueva dimensión, apelando a sonoridades electrónicas y ritmos urbanos que envolvieron a sus canciones con una estela más sofisticada y un tanto minimalista en la senda de cantautores internacionales.
Tras la multitudinaria presentación oficial del disco ocurrida a fines del año pasado en el Hipódromo de Palermo, seguida de una auspiciosa gira nacional, Axel regresó a Buenos Aires al frente del #VolverASer Tour, un espectáculo renovado en el que quedó demostrado que el público aceptó de muy buena manera su refresh musical y que el próximo 28 de octubre tendrá una nueva función. En la previa, su ahijada artística, Camila Ibañez, más conocida como Camilú interpretó covers con simplemente su guitarra acústica y voz en lo que resultó una acertada elección y un acercamiento del cantante a las nuevas generaciones.
Escoltado por una puesta en escena de blanco inmaculado y una ajustada banda que interpretó el repertorio sin pistas pregrabadas, integrada por Mariano Braun (teclados), Guido Cefaly (guitarra), Ezequiel Díaz (batería), Alejandro Conde (bajo) y Laura González (coros), Axel edificó en el teatro Gran Rex un concierto estructurado en tres actos diferenciados por el cariz de los temas y los cambios de vestuario. El primero de ellos, llamado «El amor comienza», se caracterizó por los medios tiempos, de la mano de “Tu amor por siempre”, los aires de baguala pop de “Aguaribay”, “Creencias”, “Verte reír” y las más rítmicas “Soñemos juntos” y “Somos uno”. Las imágenes de diversos paisajes como bosques, lagos y cielos estrellados, plasmados sobre la pantalla de led semicircular que hizo las veces de telón de fondo, y sumadas a calmas melodías como “Quédate”, “Quiéreme” y “La soledad”, le otorgaron al segundo tramo, «El amor trasciende», un clima decididamente intimista, que tendría un vuelco hacia lo festivo con «El amor triunfa», tercera y última parte. Allí, una audiencia mayormente femenina y familiar, coreó a viva voz hits como “Amo” y “Afinidad” y celebró la estrecha complicidad y conexión generadas entre el anfitrión y la invitada especial, la cantante y compositora boricua Kany García, con quién entonó a dúo “Y qué?” y “Soy yo”.
2do #TeatroGranRex #SoldOut
GRACIAS!
Nos volvemos a ver el 28/10 p vivir otra noche q les va a tocar profundamente el alma, q les va a sacudir todos los sentidos.https://t.co/zxwdbFpTZ4#VolverASer#Amor#Emoción#Poesía#Gratitud#Lágrimas#Alegría#LaMúsicaNosUne
📸 @MONORRG pic.twitter.com/JHYZ02Qbnt— Axel (@AxelOficial) 17 de septiembre de 2018
Sin saludos protocolares ni frases de ocasión, y respetando a rajatabla un guión muy marcado, Axel aprovechó el espacio entre una y otra canción para dirigirse a sus fans exclusivamente con diversas reflexiones y mensajes positivos en torno a la vida, la libertad, la solidaridad, el bienestar y el bien común. Sin dudas, un aspecto que tiñó al evento con un aura solemne. La renovada versión en estilo country de “Celebra la vida” y el festejado paso de lo urbano al reggae en “Que nos animemos” establecieron un giro de 360 grados en la noche, invitando al baile y al movimiento también con la contagiosa “Todo vuelve”. “Aire” y el clásico “Te voy a amar” signaron el final de una velada en la que la siempre afinada y agradable voz de Axel le cantó al amor en todas sus formas: de pareja, familiar, a los hijos, el medio ambiente y la naturaleza, desde una postura calma, armoniosa, casi espiritual y alejada de cualquier atisbo de histeria o estridencia.