
Terminó 2022 pero todavía queda tela para cortar. En tiempos donde la proliferación de lanzamientos marca el pulso de la era digital, firmar con una compañía ya no es el fin último del que comienza y tener nombres artísticos casi impronunciables es moneda corriente, Prince es la referencia ineludible si hablamos de un visionario. Es quién sin saberlo y, probablemente sin que muchos de quienes hoy optan por caminos similares lo sepan, el que se adelantó a su época, no solo en materia de sonido sino de distribución y negocio. El disco Symbol o Love Symbol, cumplió tres décadas el año que se fue y es una gran excusa para entender qué de toda su filosofía, sus batallas y su visión del devenir de la industria se refleja en mucho de lo que hoy parece obvio.
Symbol es el decimocuarto álbum de estudio de Prince y salió a la venta durante la primera quincena de octubre de 1992, a un año de su predecesor Diamonds and Pearls. También es el segundo y último álbum bajo el nombre Prince and the New Power Generation y fue compuesto y grabado en Paisley Park Studios, la propiedad de Prince en Minneapolis. El título impronunciable del álbum hace que se lo llame Symbol o Love Symbol.
De alguna forma, Love Symbol marcó el inicio de la transformación que Prince vivió tiempo después. Fue una etapa signada por cambios a todo nivel: artísticos, sentimentales, financieros y éticos. Muchos de ellos riesgosos y atrevidos. La relación con su sello discográfico Warner Brothers (la cual atravesó toda su carrera desde 1978) entró en crisis y, además, Prince daba sus primeros pasos en una relación sentimental.
Ese año, 1992, fue fuerte para la realeza pop: Madonna editó su álbum Erotica y Michael Jackson había sacado Dangerous a fines de 1991. Estaba el desafío de poder adaptarse a las nuevas tendencias musicales y no quedar anclado en el sonido ´80s.
Love Symbol es un álbum sexy, espiritual, lleno de sentimiento y, ante todo, equilibrado. El álbum abarca un amplio abanico de estilos: hay baladas como “Sweet Baby,” “Damn U” y “And God Created Woman”, un coqueteo con el reggae en “Blue Light” y funk de la vieja escuela con “Sexy M.F.”. Hay abordajes al new jack swing, el sonido que por aquel entonces reinaba en el mainstream radial, con “I Wanna Melt with U”, “The Max” y la explícita “My Name is Prince”.
Con el objetivo de promocionar el álbum, Prince salió de gira por Estados Unidos por primera vez en cinco años en lo que se llamó «Act I Tour», y posteriormente el «Act II Tour» lo llevó a girar por toda Europa. Lo curioso de esta gira es que muchos de los conciertos los realizó con la palabra “esclavo” escrita en su cara.
El porqué de esta decisión era una clara alusión a la pelea que lo enfrentaba con WB, su sello discográfico. Esta historia comenzó con la renovación de su contrato. El 31 de agosto de 1992 Prince firmó el acuerdo más ambicioso de la industria musical hasta el momento (por encima de los de Madonna y Michael Jackson) valuado en 100 millones de dólares. El acuerdo era por seis álbumes y contemplaba un adelanto de 10 millones para esos discos que vendrían (para que esa cifra se mantuviera entre álbum y álbum, era necesario que el anterior vendiera, como mínimo, 5 millones de discos, según informó la revista Time en aquel tiempo). Incluía colaboraciones en conjunto con Paisley Park Records, el sello propio de Prince, y además contemplaba un pago adicional al nombrar a Prince vicepresidente de A&R. Muchos tildaron al contrato de absurdo: las cifras solo eran plausibles si el rendimiento en ventas era óptimo. WB planeaba abordar el plan de ventas con varias estrategias: un álbum por año como máximo, singles con potencial y colaboración permanente entre el artista y las áreas de promoción y marketing.
En general, la respuesta por parte del público y de la crítica sobre Love Symbol fue positiva, pero pese a la buena respuesta, Prince no estaba del todo contento con las ventas: 2,8 millones a nivel mundial, una cifra para nada desalentadora, pero mucho menor a las expectativas del Artista, que culpó a WB y su falta de promoción del álbum. Tanto a Mo Ostin como a Lenny Waronker (ejecutivos históricos que estaban por ese entonces al frente del gigante Warner) les preocupaba la frecuencia con la cual Prince editaba nuevo material, la cual era tan frenética que no le daba oportunidad a los consumidores de digerir el material. Algo que hoy no llama la atención de nadie, sino que es lo usual entre los artistas mainstream.
Definitivamente Love Symbol no repitió el éxito de Diamonds and Pearls (que vendió aproximadamente 5 millones de discos en su momento), pero también se tomó licencias artísticas propias de Prince, contra todo manual de la industria musical. De lo contrario, no hay forma de pensar en titular un álbum sucesor de un éxito de ventas con un símbolo impronunciable. Además, el single adelanto “Sexy M.F.” tuvo que lidiar contra la censura: incluir la palabra motherfucker limitó su difusión en los medios. El videoclip era un corto de diez minutos que incluía escenas de juego ilegal y micrófonos con forma de arma, y que MTV casi no emitió. En tanto, la canción se instaló en los clubs y en determinadas radios, saltando por completo los canales tradicionales de difusión. Otro punto a favor si miramos los canales de distribución de hoy en día.
Además, si hablamos de lanzamientos 360 – por supuesto esa no era la denominación de entonces- hubo una ambiciosa idea audiovisual detrás de Love Symbol que no llegó a plasmarse del todo.
Fue efectivamente un periodo de transición personal y profesional, en el cual Prince sentía que Warner, a través de sus esfuerzos por dictar la frecuencia y la duración de sus álbumes, estaba conteniendo y limitando su potencial.
De alguna forma, el álbum puede ser concebido como la banda de sonido de un film que Prince planeaba realizar, en el cual el músico rescataba a una princesa egipcia (interpretada por su futura esposa Mayte). Se hicieron video clips para todas las canciones, que terminaron publicándose directo a video en 1994 bajo el título 3 Chains o’ Gold.
Dentro de la vasta discografía de Prince, Symbol guarda un lugar especial entre sus seguidores. Es lo que se dice “un álbum bisagra”. Tiene una cualidad autobiográfica pero también suena vigente y contemporáneo a 30 años de su lanzamiento. En aquella época, el rap, el llamado “new country” y el grunge eran las tendencias dominantes del mercado norteamericano. Prince, sin embargo, siguió su propio camino.
En abril de 1993, Prince emitió un comunicado de prensa anunciando que “se retiraba de la música, con el objetivo de abordar otras formas de arte” y que iba a cumplir su contrato con Warner a través de las más de 500 canciones grabadas y terminadas que poseía en su archivo. El anuncio vaticinaba que “el futuro del negocio del entretenimiento no solo debe abrazar la innovación, sino que debe exigirla”.
A ocho meses de la salida de Love Symbol, el 7 de junio de 1993, día del cumpleaños número 35 de Prince, Symbol pasaría a ser su nombre bajo el cual editó seis álbumes. Años después, en la década del 2000, Prince explicó esta decisión en una entrevista concedida a Larry King: “Quería moverme a un nuevo plano en mi vida, y una forma de hacerlo fue cambiando mi nombre. De alguna manera sirvió para divorciarme de mi pasado”. Pero eso es otro capítulo.