
Por Florencia Mauro
Una de las cosas que incorporamos desde pequeños, como algo que debemos tener en cuenta para toda la vida, es una premisa que está englobada en una frase que sumamos casi sin darnos cuenta y también es un deber que tenemos que sumar en la práctica diaria para toda la vida: “la imagen es todo”. Crecemos sabiendo que debemos caminar derecho, incluir en nuestra vestimenta ciertos estereotipos, pensar en cómo nos presentamos, como hablamos y un sinfín de cosas que nos definen ante la vista de los demás.
Esta premisa es algo que uno debe tener en cuenta en todos los aspectos de la vida, incluso en el trabajo y sobre todo si se pretende ser una figura pública como es el caso de los artistas. Un cantante necesita una identidad, un álbum o un sencillo también, y es ahí donde se abre un mundo de necesidades que requieren de profesionales que puedan diseñar un logo, una portada o contar una historia audiovisual derivada de una canción en formato de videoclip, entre otras cosas.
Dentro de la industria de la música, existen profesionales que se dedican justamente a construir y dar forma a estas necesidades como es el caso de Carlos Pérez, Director y Diseñador Responsable de Elastic People. Es una empresa de 20 años de trayectoria con base en Miami, especializada en el área de la música, que se dedica al diseño integral desde la fotografía al desarrollo de imagen, además de ser un estudio de filmación.
Carlos Pérez, ganador de dos Latin Grammy®, nació en Puerto Rico, y más allá de labores vinculadas al diseño gráfico, trabajó en la dirección de videos de artistas como Daddy Yankee, Ricky Martin, Luis Fonsi, Marc Anthony, Ricardo Arjona, Demi Lovato, Don Omar y Tego Calderón entre otros. En cuanto a números, las visualizaciones de los videoclips en los que trabajó superan los 30 billones de reproducciones.
Me gustaría ante todo Carlos, que te definas…
Mira, yo me defino como un creativo soñador que realmente trata, dentro de las posibilidades, de reinventarse y reinventar el trabajo día a día, y canción tras canción. Entonces, es una pregunta amplia, pero cuando uno se auto refleja, redefine, reinventa, básicamente es como un camaleón. Me gusta que el trabajo tenga algún tipo de sorpresa, y no tan solo el trabajo, sino con los artistas y los géneros musicales con los que trabajamos. Me gusta mucho explorar cosas nuevas y así mantenernos frescos y atrevidos.
La realidad es que hoy la música lleva a reinventarse permanentemente, todos los artistas están en la misma situación y entiendo que alguien que hace un diseño o videos tiene que estar todo el tiempo buscando más originalidad para captar la atención.
Es adictivo, en el sentido de que esa necesidad de los retos, esa necesidad de escuchar una nueva canción que te permite comunicar algo de otra manera es la parte nítida, la parte bonita del arte de la música.
Entonces, cuando miras el negocio de la música -hoy en día con la analítica y los números- a mí me gusta pensar que el trabajo todavía es libre, todavía es arte y que fundamentalmente tenemos una responsabilidad que va más allá de con nosotros mismos como comunicadores, sino con el artista y con la propuesta musical que para mí es lo más importante. Conlleva una responsabilidad cabrona.

La agencia Elastic People cumplió 20 años desde su inauguración. Previo a esto, Carlos Pérez trabajó en Nike, Apple y Mercedes Benz.
Pasaste de diseñar o ser jefe de diseño de una automotriz a la música, ¿te costó? ¿Cómo encaraste el desafío de ese cambio?
Cuando me gradúo y consigo mi primera oportunidad profesional, caigo en una agencia en Los Ángeles, en Long Beach, California. Se especializaba en la industria automotriz, que es otra cosa, y trabajé con la marca de Mercedes-Benz y Porsche, que son de las más corporativas que existen en el planeta. Esto me sirvió como una escuela académica sobre el desarrollo de imagen en general. Entonces, cuando a los tres años básicamente me canso del mundo corporativo y decido tirarme para la música, implementé muchos de los pensamientos de esa agencia, de cómo se miraba la congruencia entre el mensaje visual al escrito en diferentes medios.
Me sirvió como una plataforma casi para implementar dentro de la música, que para ese momento era muy inesperado porque la tecnología apenas estaba comenzando y el tener esa experiencia era un plus en términos de llevar un mensaje creativo no tan solo a la portada o a un vídeo musical, sino también a un Billboard o una página de Internet. Entonces creo que volvemos a lo que hablamos al principio, el deseo de ser camaleón, de adaptarse y convertirse. Yo siempre digo en mi mente y a los creativos, les digo: “Tenemos que adaptarnos y convertirnos”.
El arte de Barrio Fino de Daddy Yankee es tuyo. ¿Cómo empezaron los vínculos con artistas como él?
En el 2002 empiezo la compañía y tuve la bendición de, en menos de un año, comenzar a trabajar con Ricky Martin para el disco, Almas de Silencio, y trabajé para los videos de “Tal Vez” y “Jaleo”, que fueron las primeras dos piezas que abren a la compañía a artistas internacionales. El género urbano en ese momento se conocía como el underground y un amigo mío me dijo: “Mira, viene el reggaetón por ahí fuerte”, y yo dije jocosamente que yo trabajaba con el reggaetón si trabajaba con el Michael Jordan del reggaetón. El amigo mío me dijo: “Te tengo el tipo”. A las dos semanas me reuní con Yankee, que estaba como a seis meses del lanzamiento de Barrio Fino. Entonces ahí me tocó realmente compartir muchas de las ideas con las que venía del mundo automotriz que era: vamos a lanzar el disco, pero tiene que haber una propuesta visual y conceptual contundente, desde el material impreso, al video, al website, al logotipo, a la fotografía. Entonces compartimos como tres días en donde yo le estaba explicando todos los detalles de lo que nosotros podíamos ofrecerle al disco; desde ese momento pues empezamos a trabajar.
Aunque uno le veía el potencial y claramente cuando conocías a Yankee te dabas cuenta de que era un tipo con mucha hambre y con mucha visión, jamás yo me hubiera imaginado a qué nivel o qué tipo de impacto iba a tener su propuesta musical y él como artista dentro de la música latina en general. Entonces por ahí fue que empezamos con el género urbano.

Imagino que como creativo tienes claro cuáles son tus highlights, me gustaría que nos compartas algunos de ellos, sobre todo en el mundo urbano.
Primero cuando Yankee me pone a mí “Gasolina”, como sencillo para el vídeo musical, que no era ni sencillo porque en ese momento MTV te permitía cuatro minutos y medio de contenido visual. Raymond en su mente dice: “OK, tengo cuatro y medio, pues lo voy a dividir en tres canciones. Voy a hacer un minuto y medio de “King Daddy”, un minuto y medio de “No me Dejes Solo” y Gasolina’’. Y claro, tienes un minuto y medio para crear el mundo de esa canción, entonces cuando escucho las tres canciones, recuerdo que él me decía que “Gasolina” era el éxito y yo le decía: “Cabrón, tú tienes muchas mejores canciones que Gasolina en ese disco”. A mí ni me gustaba honestamente y él me dijo: “Carlos, comprobado por el pueblo, los niños y los ancianos, todos la cantan por igual, va a ser el éxito”. Y por ahí comenzó una colaboración totalmente abierta y transparente entre creativos y músicos, que a veces es como un matrimonio. Entonces de ahí arrancó Barrio Fino y el género como tal. Entonces nunca se me olvida que después de que sale “Gasolina” hicimos un video de una canción que se llamaba “Corazones”. Después de dos semanas que sale ese video me llaman de Puerto Rico, de las oficinas de VI Music, que había un personaje, un artista nuevo que se llamaba Don Omar, que se quería reunir conmigo para un video. Vuelo a Puerto Rico sin saber quién es Don Omar y cuando nos vemos de frente, da la casualidad de que era amigo mío de infancia. Nosotros pintábamos casas por creo que 20 dólares el día. Cuando nos vemos, él me dice: “Tú eres Carlos Pérez”, y yo le digo: “Y tú eres Don Omar”.
Ahí estaban Yankee y Don en una guerra, en una tiradera salvaje, entonces yo estoy con el artista que acabamos de lanzar una de las producciones más importantes de esa década y tengo el archi competidor que era amigo mío de infancia, que yo no sabía de él hacía 20 años. Ahí es que me entrega para hacer el video de “Bandolero” con Tego Calderón. Así es que estuve en el medio de esos años intensos del género urbano, era un género bien competitivo, bien agresivo. Por eso creo que una de las contribuciones más grandes de Yankee y del género en general era con la agresividad que mercadeaban, que hoy todavía está muy presente, pero en aquel entonces era serio. Si yo gastaba 10 dólares, el otro quería gastar 20; si el otro gastaba 20, yo quería 30, porque se convirtió en una competencia de innovación, así empezó mi viaje dentro de la música urbana.
No puedo dejar pasar el fenómeno “Despacito”, ¿cómo lo viviste?
Cuando Fonsi me envió por primera vez “Despacito”, estaba la voz de él y Nicky Jam. El reto de ese video era crear un video que fuera lo suficientemente pop para que Fonsi estuviera en su mundo y lo suficientemente urbano para que Nicky Jam se sintiera bien. Entonces ya de por sí el reto es Luis cantando algo que suena bastante parecido al reggaetón después de cantar baladas y pop toda su vida; cuando entra Yankee en el tema, hubo una explosión musical en el sentido que, lo que Yankee trae a la canción es que logra romper la canción. Antes era una canción un poquito más lineal y cuando Daddy entra y mete lo de “pasito a pasito” ya el tema explota y eso es lo que nos pone en una fiesta. De alguna manera, antes era una canción fresca, con sandunga, pero cuando Yankee mete su verso, la rompe, y el mismo Fonsi lo cuenta. Es cómo se transforma la canción en una fiesta.
A mí me dio writer ‘s block por primera vez en mi vida, y el primer tratamiento que le envió a Fonsi, era como bien narrativo y me dice: “No lo sobre pienses, es una canción de cultura, playa, sensualidad, color”. Él está definiendo todas las cosas que para mí eran lo obvio de la canción y yo quería irme por otro lado. Yankee me dice: “Cabrón, color, color, color, baile, cultura, sensualidad”. Entonces, ya estaban las claves, y yo lo que hice por primera vez fue convertirme en lo que ellos querían, porque si te fijas, en ese video hay muchas cosas que yo nunca había hecho, como poner bailarines detrás de un cantante.
Definitivamente no es el video más artístico que yo he hecho en mi vida, definitivamente que no, pero si es uno donde el visual interactúa de la forma más honesta con la canción que estábamos compartiendo.
Creo que desde el punto de vista creativo de lo que me corresponde a mí, es un video bien honesto, de acuerdo con lo que estás escuchando en la canción y lo que visualizas. Ahora, lo que sí yo pelee era que cuando se termina la canción, que están llamando y se va a sonido en vivo… para mí ese segmento era bien importante que ocurriera. Porque cualquier latino que ha estado en una fiesta casera o en una barrita donde la música se expresa de esa manera, improvisada, ha estado en ese lugar… O sea, eso era lo que le iba a permitir al espectador adentrarse y hacerse la pregunta “¿Eso pasó de verdad o es un video musical?” Porque si tú miras las caras del barrio, todo era real, era gente de allí, del mismo barrio. Pero para mí era importante que ese último segmento en vivo se mantuviera para que cuando el espectador viera el video, dijera: “OK, ¿esto fue en vivo, fue un documental de ese día o qué fue?” Entonces, para mí ese detallito -que fue lo primero que sale, el primer snippet que sale del video- esa fiesta improvisada al final que no tiene ni la canción, pero sí tiene el “pasito a pasito”, ahí ya eso entró.
Son proyectos que tienen un ángel, es imposible realmente que haya personas que te digan que se imaginaban lo que pasó con ese tema, porque se sabía que era una buena canción, se sabía que tenía una buena energía, el día del rodaje se sentía una energía especial, pero nadie se iba a imaginar lo que logró.
¿Cuál es la mejor lección que la música te ha dado? ¿Qué aprendiste de ella?
Tiene que ver con “Despacito”… Me ha dado dos lecciones: una que yo le comunico a todos los artistas que no tiene que ver conmigo personal, y es que “siempre estás a una buena canción de la cima”. La segunda es que yo estuve como cinco años de mi vida enfocado en querer entrar en el mercado general de Estados Unidos, hasta que llegó el día en que me di cuenta de que estaba trabajando con íconos de mi cultura y preferí estar trabajando dentro de ella. Entonces la lección más grande es representar a la cultura de uno y defenderla a muerte. Perdí mucho tiempo queriendo entrar a ese mercado y al final fuimos global con “Despacito”.
