El vínculo entre Andy Summers y The Police nunca se diluyó. Después del regreso de la banda en 2007 –que incluyó dos fechas en River–, el guitarrista primero se enfocó en la elaboración de un documental sobre su relación con Sting y Stewart Copeland, que le demoró seis años de realización hasta su estreno en 2013. Esta vez, Summers aceptó la propuesta del empresario Luiz Paulo Assunção para encabezar Call The Police, el tributo al legendario trío que completan los brasileños Joao Barone (baterista, ex Paralamas Do Sucesso) y Rodrigo Santos (cantante y bajista, ex Os Paralamas).
El apego de Summers a la música latinoamericana no es algo nuevo. Desde joven, mostró interés en dominar los secretos de la bossa nova, motivado por la película Black Orpheus, y hasta quedó impresionado después de tocar con Gustavo Cerati a fines de los 90. Esto pudo haber concluido en una gira, que se vio frustrada debido a los planes del ex Soda Stereo de terminar su álbum Bocanada.
Si algo destaca a Summers es el desprejuicio. Lo que para muchos podría significar un golpe al orgullo, para él es una buena oportunidad: tocar las canciones de The Police en teatros, para un público más enfocado en destacar los detalles de esas canciones tan hiteras.
Este proyecto demuestra que todavía seguís con ganas de tocar los viejos hits de The Police. ¿Cómo es el vínculo que tenés con esas canciones?
Existe ese cliché de que si un músico tiene éxito con alguna canción, nunca va a querer tocarla de nuevo. Yo no siento eso necesariamente, porque también he tocado otras músicas y grabado otros discos. Por supuesto que la gente me conoce mucho por las canciones de The Police, así que si puedo tocarlas bien, junto a grandes músicos, y que a la gente le guste, para mí vale mucho la pena.
¿Qué creés que puede aportarles la música brasileña a las canciones de The Police?
La música de Brasil es una influencia para mí desde los 16 años, cuando fui al cine a ver Black Orpheus [la película de Marcel Camus de 1960 que transcurre en el Carnaval de Río de Janeiro]. Fue mi primera gran impresión. Tienen una cultura musical increíble: las armonías de jazz, la samba, la música africana, el folk. Es muy sexy. Además, los brasileños cantan muy bien, son muy seductores. A Sting le pasó lo mismo. Los dos estábamos muy metidos con la música de Brasil. Tuvimos una conexión enseguida por eso.
¿Es importante para un músico viajar y conocer nuevas músicas para expandirse?
Depende a dónde vayas. Si vas a Nashville, ellos solo van a querer ser buenos en la música country. Pero yo, que me metí con el jazz desde chico y después con el R&B, el blues y la música clásica, siempre fui muy curioso respecto de los estilos. Todavía me siento igual de abierto a nuevas influencias, y tratando de crear nuevas formas para composición.
¿Pensás que tuviste suerte al formarte en Londres a finales de los 60? Estuviste en el lugar y en el momento indicados.
Creo que sí, porque cuanto más lejos queda en el tiempo, mejor se recuerda esa época. Fue una locura. Un momento muy creativo, cuando las bandas de rock realmente nacieron, eso de escribir sus propias canciones, vestirse y peinarse… allí fue cuando todo comenzó. También podés ir un poco más hacia atrás, a los 40, con la cultura afroamericana o los poetas beats como Jack Kerouac o Allen Ginsberg, y a los 50, cuando todo evolucionó hacia el rock y la contracultura. Los 60 cambiaron el mundo para siempre. Estar ahí en ese tiempo fue muy excitante.
¿Qué rescatás de aquella época? Siempre resaltaste tu encuentro con Jimi Hendrix…
Estuve el día que prendió fuego su guitarra en Londres. Un par de días después lo fui a visitar porque teníamos al mismo mánager. La primera vez que lo vi fue en The Cromwellian Club. Estaba todo oscuro, caminé hacia el escenario y vi a este tipo con melena afro y una Stratocaster blanca. Él era de otro planeta. Una vez, en Los Ángeles, tocamos juntos. Él en el bajo y yo en la guitarra. Era un tipo muy suave.
¿Escuchás bandas nuevas?
No mucho. A veces me llegan. No siento la necesidad de escuchar cada banda nueva que sale. Hay un montón de cosas buenas dando vueltas, pero a la edad que tengo, a veces pienso “Bueno, eso ya lo hicimos hace mucho tiempo”.
¿Qué comentarios recibiste de Sting y de Stewart Copeland sobre tu documental sobre The Police [Can’t Stand Losing You]?
Estuvo bien. No hubo problemas. Yo estaba un poco nervioso, porque me llevó seis años hacerlo, fue un proceso muy largo. Creo que a Stewart le gustó; dijo cosas buenas. No recuerdo que Sting haya dicho algo, pero su mánager habló bien. Generalmente, cuando alguno de nosotros hace otras cosas, los demás no tienen problema.