El regreso de Emanuel Ortega a la escena musical fue sin bombos, platillos ni ego. El niño mimado del pop argentino en los 90 se esconde ahora tras el nombre de “Amigos Raros”. “La idea es que el foco no esté puesto en mí ni en la voz cantante, sino en las canciones”, cuenta el músico. Su primer EP homónimo está conformado por tres canciones, y entre ellas se encuentra “A punto”, track que sirvió de cortina musical de la ficción de Telefe “100 días para enamorarse”.
“Tenía estas canciones, las llevé a la editorial y yo no las pensaba grabar. Pero la respuesta de que nadie aceptaría estas canciones fue tan contundente que me puse a pensar cómo grabarlas”, explica Ortega. Con casi 11 temas armados, el hijo de Palito no tenía la necesidad ni el impulso para volver a hacer un disco solista. “Actué como productor y salí a buscar una voz cantante”, concluye.
Así fue como a través de una amiga en común dio con Delfina Campos, cantautora independiente con dos álbumes editados: Los valientes (2016) y Aurora (2018). “El factor distancias fue el primer obstáculo que sorteamos”, cuenta la cantante. Ortega le envió un track ya terminado para que ella le pusiera la voz, sin embargo, ambos coinciden en que el primer paso fue en falso. “No podíamos vernos a la cara para entendernos. Pero cuando nos conocimos, se dio todo de otra manera”, determina Campos.
Ya cara a cara, y en el estudio de Luján de los Ortega, la dinámica del proyecto tomó más aceleración. “Entendimos que esto no es un featuring o un disco de duetos. Es un proyecto. El día de mañana, si los caminos nos llevan por otro lado, Amigos Raros desde su creación tiene contemplado que puedan aparecer otras voces”, desarrolla Emanuel. Irónicamente, con esa premisa el proyecto tomó mucha más fluidez, y hoy el sencillo “A punto” supera cómodamente el millón de streams en Spotify.
¿Por qué funcionó tan rápido Amigos Raros?
Emanuel Ortega: En principio creo que hubo un entendimiento, puntos de encuentro artísticos. Con el tiempo empezó a haber una simbiosis, pero al principio fue todo una incógnita. A mí me atrajo mucho la voz de Delfina y su impronta. Tal vez ella tenía más dudas que yo, y es lógico, porque yo sabía qué quería hacer. Para ella era todo un panorama de virginidad y signos de pregunta.
Delfina Campos: Sí, para mí arrancó un poco más desde lo experimental. Laburamos a la distancia. Yo estaba más acostumbrada a mi zona de confort, a mi micromundo, donde estoy atrás de la decisión de todo. Acá yo vine a cantar canciones de otro. Es un rol diferente.
Cuando buscaste a Delfina para que se sumara a tu trabajo, ¿esperabas este resultado?
EO: Era un arma de doble filo, porque me encontré con alguien con opiniones, que sabe lo que quiere y lo que no. Pero, por otro lado, al tener que lograr un punto de fluidez, eso puede presentar algunos obstáculos. Lo que me atrajo es que ella no me decía que sí a lo primero que yo le tiraba. Está bueno, porque de alguna manera no bajás la guardia. Igual, hubo más puntos de encuentro que disidencias.
Vos sos cantautora, ¿cómo fue dejar eso de lado para convertirte en intérprete?
DC: A mí me puso en un lugar de desafío, no estaba acostumbrada a cantar canciones que no componía yo. Fue todo muy abstracto al principio. No podíamos mirarnos a la cara para entendernos porque era un proyecto a distancia. Después de conocernos, pude apropiarme más de los temas. Manu me dio el espacio para que lo hiciera.