Uno de los grandes lanzamientos subvalorados de 1967 fue el disco homónimo de The Electric Prunes, publicado en abril. Fue un ignoto grupo de Los Ángeles que se proponía trabajar el garage rock con una vuelta de tuerca hacia las sonoridades que se imponían desde el año previo, es decir, la incorporación de instrumentos ajenos al rock, como el arpa y otras cuerdas. Fue uno de los eslabones perdidos de la respuesta estadounidense ante la invasión británica. Mientras las bandas europeas entregaban una desmesurada prolijidad (con excepciones como The Troggs, momentos de The Rolling Stones y algunas cosas de The Pretty Things), las californianas reinterpretaban ese sonido bajo sus propias reglas, menos rígidas y más ripiosas. El sonido se desenvolvía como un rocanrol furioso que ya poco tenía que ver con los elaborados riffs de Chuck Berry. Eran, más bien, simples canciones que se adelantaban a lo que sería el desarrollo del punk.
Sin embargo, The Electric Prunes mantenía un perfil bajo con canciones que se lucían por su simplicidad, aunque con instrumentaciones corridas de las clásicas del pop; por ejemplo, el arpa, sumada a su uso inteligente del fuzz y del trémolo, dos efectos claves en la psicodelia. Su sonido linda entre el garage y el pop barroco de bandas británicas como The Zombies o los Nirvana (nada que ver con la de Kurt Cobain), tornándolos en un nexo con el paso siguiente que daría el rock psicodélico hacia una versión más instrumentada, es decir, el pop en formato de diminutas sinfonías.
I Had Too Much to Dream (Last Night) fue el hit indiscutido del grupo. Es una canción de inicios suaves con guitarra con trémolo, que luego da lugar a un rock agitado. El tema trascendió hasta convertirse en un estándar del power pop y de los primeros grupos de Nueva York. El resto del disco continúa en una línea similar, entre la suavidad que imponía el pop barroco con arranques de rabia desde el R&B. Esa dualidad los hace interesantes: poder transitar entre ambos caminos sin que uno negara al otro. Al año siguiente, el grupo se volcó de lleno a la psicodelia más abrasiva, rozando el inicio del rock sinfónico; Mass in F Minor y Release of an Oath incluían cantos en latín y griego. Obviamente, el grupo se disolvió luego de estos discos pretenciosos, pero el nombre quedó en manos de la discográfica, que rearmó el grupo con todos integrantes nuevos. Un atípico caso de franchising roquero.
El otro caso fundamental de abril de 1967 es Electric Music for the Mind and Body, de Country Joe and the Fish. Fueron claves en la escena de San Francisco, y un punto intermedio entre la tradición del blues, la psicodelia y el folk. Si bien el grupo tiene una fuerte insistencia con el Farfisa –teclado italiano que definió la psicodelia–, lo que se luce son los solos de guitarra con una densa carga blusera que muchas otras agrupaciones intentaban dejar un poco de lado. También la recuperación folklórica se ve entrecruzada con la psicodelia más pura, cargada de guitarras con fuzz y timbres novedosos para la época, donde la búsqueda de sonoridad en pos del pop era la moda indiscutida. Selection 43, canción que cierra el lado A del disco, es probablemente el punto más alto, una gema instrumental cuya versión de estudio incluso permite imaginar cómo sonaría en vivo. De todas formas, pese a ser un álbum clave de la movida de San Francisco y del rock psicodélico en sí, hoy en día puede sonar un poco avejentado y no ser tan valorado como Surrealistic Pillow, de Jefferson Airplane, o Fifth Dimension, de The Byrds, por mencionar dos obras californianas que siguen siendo exploradas y funcionando como referencia.
Al momento de su lanzamiento, ambos discos gozaron de gran popularidad, pero terminaron siendo relegados a un segundo plano (más el de Electric Prunes que el de Country Joe and the Fish). Pero es innegable todavía su aporte a la psicodelia: los dos grupos ayudaron a desarrollar el sonido de las dos sedes californianas del sonido de los 60.
El rescate de Lenny Kaye
Antes de convertirse en el guitarrista de Patti Smith, Lenny Kaye era un reconocido periodista que colaboraba con diversas publicaciones como Rolling Stone y Creem. Su erudición sobre el rock de los 60 lo llevó a colaborar con Jac Holzman, dueño de Elektra Records, en la recopilación de diversos singles de la segunda mitad de esa década. Esa búsqueda sobre el momento difuso en el que el garage rock se yuxtaponía a la psicodelia terminó editada en un vinilo llamado Nuggets: Original Aryfacts from the First Psychedelic Era (1965-1968). El disco puso nuevamente en circulación a ciertas bandas como The Electric Prunes, The Seeds, The Music Machine y The Blue Magoos, y fue una inmensa influencia en el rock neoyorquino de los 70 que se terminaría de forjar en antros como el CBGB’s y el Max’s Kansas City.