“Yo puse las canciones en tu walkman”, canta Fito Páez en la declaración de principios que es su obra “Al lado del camino”. A comienzos de los ´80 ya lo hacían Charly García, Luis Alberto Spinetta y Pedro Aznar cuando dialogaban sobre el dispositivo en “Peluca telefónica” (¿Ese es tu walkman? Qué moderno que es….). Al menos ya dos generaciones desconocen de qué se trata, pero gracias a la nostalgia y a la necesidad de generar activos, sobre todo en bandas independientes, vuelve el cassette.
Según difundieron sitios especializados, el año pasado la venta de cassettes entre aficionados fue récord, y durante los últimos siete años el aumento total es de un 443%. En Europa, por ejemplo, el mercado de coleccionistas de música Discogs informó que las cintas se comercializan entre uno o dos euros hasta 4000 y que los cassettes más caros en 2022 fueron Linkin Park, con el nombre original de la banda, Xero, y «Boris Blank, Depeche Mode, Boards of Canada, Macintosh Plus».
Al igual que sucedió con el vinilo, la pandemia hizo crecer notablemente las ventas de cassettes que ya venía en ascenso. Según la British Phonographic Industry (la asociación interprofesional de la industria discográfica británica), el año pasado se vendieron 156 542 cassettes en el Reino Unido, un récord desde 2003 y un aumento del 94,7% en comparación con 2019.
En tanto, en 2022, las ventas de álbumes en cassette en los Estados Unidos aumentaron un 28% a 440.000, frente a los 343. 000 vendidos en 2021, según el Informe musical de fin de año de Luminate.
Si bien esto sólo representa 440.000 un 0.44% del mercado total de ventas de álbumes, es un notable ascenso respecto 2015 cuando solo se vendieron 74.000 unidades.
Frente a esta incipiente demanda, que por ahora se canaliza entre los mega fans y coleccionistas, los artistas ya están optando por editar en este formato. Algunas de las particularidades tienen que ver con el color de la cinta, el libro desplegable o algún extra que otorgue valor. Por ejemplo, la cinta “Happier Than Ever” de color rosa de Billie Eilish es un objeto que cualquier fan quisiera tener.
Taylor Swift es otra de las artistas que editó en todos los formatos -incluyendo cassette- su último disco “Midnights”, al igual que Maren Morris. Megan Thee Stallion también lanzó 10.000 cintas, mientras que el sello Tapehead City de Charlie Kaplan, ayudó a Death Row Records a vender casi 20,000 reediciones combinadas en casete de álbumes clásicos de 2Pac, Snoop Dogg y Dr. Dre.
Pese a esta nueva tendencia, los especialistas afirman que la demanda se asemeja a la del mercado de vinilo a mediados de la década de 2000, pero que las limitaciones están en la distribución. Sin ir más lejos, en la Argentina desde hace un par de años se lleva a cabo el “cassette week” con una concurrencia cada vez más grande.
La caída
Con la llegada de los CDs y luego con el formato plenamente digital, el cassette fue perdiendo terreno hasta dejarse de fabricar. Y con él el walkman. El último reproductor lo fabricó Sony el 24 de octubre de 2010 después de 25 años en el mercado, lo que representó el fin de una época y desplazó por completo al formato ícono de los ´80s.
La misma empresa anunció este año que lanzará el reproductor portátil NW-A306, para descargar y escuchar música «tal y como la concibió el artista». Aunque no servirá para cassettes sino para música en streaming, representa un nuevo índice del tímido regreso al formato. Pero no es el único.
Hoy el cassette, como sucedió hace unos años con el disco de vinilo, representa solo una pieza de colección. Pero es probable que, de a poco, vuelva a enamorar a oyentes de todo el mundo.
¿Pero qué es lo que hace que el cassette cobre vigencia? Tener la música en formato tangible y no sólo en la nube es una de las razones que están llevando a los artistas a editar su música en cassette, cd y vinilo. Además de la calidad el audio que en formato analógica es más fiel y menos comprimida del original.
En el contexto de una pandemia que ha causado un daño inmenso a la industria de la música, 2020 podría llamarse el “año del cassette”. Aunque para gran parte de la sociedad la pandemia la apegó aun más a las pantallas, a los vivos, a la tecnología digital, para muchos fue un volver a las raíces, conectarse con sus orígenes, volver al libro, al vinilo, a la conversa y al silencio de la compartida de un disco completo.
Desde el comienzo de la pandemia, muchas personas han dicho que han sentido una sensación de desapego frente a la tecnología digital y un “regreso a las fuentes”. Otro de los motivos, además del fetiche del coleccionista es, para los artistas independientes, la posibilidad de tener un ingreso extra, que le escapa a las reproducciones digitales. La venta directa desde sus webs o en conciertos, alegra a los fans y ayuda al artista a seguir produciendo.
La portabilidad, la clave del éxito del formato
La historia del cassette se remonta al año 1962 cuando la empresa Philips a través de su creador Lou Ottens lo presentó uno por primera vez en Europa. Y en 1964 se presentó en los Estados Unidos con la marca Compact Cassette.
La popularidad máxima del dispositivo se dio en alcanzó la década de 1980, cuando se convirtió en un símbolo de la cultura pop y el estilo de vida juvenil.
Es que la llegada del cassette fue una revolución en los hábitos de la sociedad que escuchaba música en discos de vinilo. Gracias al pasacassette del auto y los walkman fue posible llevar la música fuera de casa y esto transformó por completo el consumo de audio.
Además, apareció el famoso “cassette virgen” que permitió grabar y regrabar el mismo soporte. Surgieron las primeras “playlist” o compilados de música random que podían circular entre conocidos.
Cómo los vinilos, cuentan con un lado A y un lado B, por lo que, hasta la llegada del autoreverse, era necesario sacarlos y cambiarlos de cara. A pesar de su popularidad, el formato comenzó a perder terreno en la década del ´90 con la llegada de nueva tecnología pero cómo viene la cosa, habrá que tener la lapicera a mano para el rebobinado si el viejo y querido cassette emprende el regreso.